Otra vez Barracas por Vigía

Como si fuese una remozada escena Barracas me invade una vez más, ahora trasformado en una especie de templo de la cultura porteña; retorna y se instala como ayer, en el presente espacio de mi terrenal existencia.

Y sí, puesto que el barrio forma parte de una de las etapas más preciadas de mi temporal tránsito por los senderos que establece el destino. 

 

Y ocurre precisamente en un lugar que es próximo al que antaño fue escenario de un pasaje de mi vida que siempre está presente entre mis recuerdos más preciados. Los sesenta mil metros cuadrados de la entonces Fabril Financiera

 luciendo su nuevo y rimbombante nombre Central Park, una mole arquitectónica que otrora fue una imprenta, hoy es el escenario donde una treintena de artistas dan rienda suelta al propio genio creador.

 

Bernardo Fernández fue quien convocó nada menos que a Pérez Celis para que vistiera de colores la inmensa fachada del edificio y el artista lo hizo y no solo eso, también instaló su taller en el interior. «Para la realización de la obra del Central Park, me deje conducir solo por el sentimiento del color. Los temores y prejuicios se borraron de la mente y la fuerza del color predomina con su poderosa energía» Palabras de Pérez Celis.

 

La primera edición del complejo fue en Mayo del 2011, con un éxito increíble. En esta oportunidad fue solo un día, en realidad una noche, con una concurrencia de más de dos mil personas.

 

El Central Park de Barracas 

ocupa dos manzanas, varios edificios alrededor de un patio central. Allí funcionan los estudios de los mencionados artistas, protegidos por más de 120 empresas y también está el «Museo de la balanza», donde se muestra una colección de más de dos mil balanzas de todo el mundo, colección con la que comenzó Bernardo Fernández, padre de Gustavo; ambos dicen con justificado orgullo «Entre todos hacemos fuerza para que el sur también exista». 

 

Los artistas afincados en el lugar con sus respectivos talleres son: Mónica Van

 Asperen, Amalia Bonholzer, Ana Candioti, 

Hernán Dompe, Milo Lockett, Horacio Sánchez Fantino, Eduardo Hoffmann, Jorge Roiger, Juan Lecuona, Daniel Corvino, Eugenio Cuttica, y no podía estar ausente Marino Santa María el artista barraquense que vistió de colores  la ahora impactante calle Lanín.

 

Fue una larga visita sumamente agradable. Luego, plenamente satisfecho y deseoso de la continuidad de este evento me fui caminando por California y al llegar a la esquina donde finaliza Salmun Feijoo, calle que para mí siempre se llamará Universidad, caminé por ella hacia Alvarado, lo hice por la vereda de los números impares, con la íntima y quimérica esperanza de ver a Matilde, aquella afectuosa e inolvidable amiga y algo más, de aquellos tiempos felices.

 

Fotos: Fotos obtenidas del sitio https://es.scribd.com/doc/61599919/El-Obrero-Grafico y de internet