Jorge Micko: Doy fe que Cacho Delfino reside en Villa Real

Por la presente doy plena fe que Carlos Alberto «el Cacho» Delfino, hace 76 años que reside sin interrupciones en Villa Real. He sido vecino y amigo de la infancia, cuando luego de vivir en la calle Virgilio en donde había nacido, se mudó a solo una cuadra, en el pasaje Esquina, en casa de sus abuelos maternos, pared de por medio con mi casa.

Por lo tanto, tengo ya tengo 77 años y he comentado en estas mismas páginas algunas curiosidades de Villa Real, pequeño barrio arrinconado contra la Avenida Gral. Paz. 

Hemos compartido el mismo colegio el llamado «Ramón Lista», él por la tarde y yo de mañana. Como cumplo años en febrero y él creo que, en diciembre, aun habiendo nacido ambos en 1941 teníamos un grado de diferencia. 

Terminado el primario, el Cacho empezó a trabajar en una tornería enfrente de nuestras casas, y a esa edad ya manejaba el calibre como hoy lo hace un ingeniero.

Integramos la misma barra, y el Cacho tenía mucha habilidad en el fútbol y jugaba en el potrerito de Virgilio y Simbrón. 

La fábrica de toscano, como la llamábamos, era la que fabricaba los Toscanos «Avanti» muy usados por los albañiles. Se trataba nada menos que de la SATI, Societa Anonima Tabacchi Italiani, y por ese motivo estuvo cantando a los trabajadores nada menos que Nicola Paone (Ue Paisano). Solíamos jugar al futbol en la vereda, y también nos solía correr la policía. El cacho es hincha de Chacarita Juniors, no sé porque, pues su padre era de San Lorenzo. 

Recuerdo que el mismo año fuimos sorteados para la colimba, a mí me toco aeronáutica, al Cacho en cambio, marina, dos años infante de marina, creo que en Punta de Indio.

Si bien hoy no vivo en el barrio, mi casa paterna la habita mi hermano y su familia, de manera que sigo muy ligado al quehacer del barrio.

Durante más de 50 años nos hemos encontrado fuera del barrio y por distintas circunstancias en tal vez, en muy pocas oportunidades, pero siempre ha sido gratificante para ambos.

En respeto de la brevedad, solo me queda decir que este también ha sido un grato encuentro con mi amigo el Cacho.

                  Jorge Micko