Ing. David Omar Castelli: Las Torres de Balvanera y 11 de Septiembre

Estimada Srta. Mónica:

Quedo muy agradecido por su pronta respuesta a mi inquietud.

Desde que llegué de visita de la lejana Salta de mi infancia hacen más de 50 años quedé fascinado por Buenos Aires, fascinacón que inmediatamente se convirtó en cariño. Años después en la década del 60 residí por razones de estudio en una vieja casona de departamentos de Rivadavia 3589 (que se llevó la piqueta), cerca de la estacón Loria, en un antiguo piso que poseía una tía ya fallecida. Mi mayor entretenimiento fue deambular por la ciudad en mis ratos libres tratando de conocer lo más posible. Es tan grande la personalidad de la gran ciudad que hasta los nombres de plazas y calles suenan distintos que las otras ciudades aunque rememoren a las mismas personas, eventos o pueblos. ¿Donde hay otro Once, otra Libertador, otra Constitucón…?

Visito Buenos Aires frecuentemente, sobre todo ahora que tengo a mi hijo Martín viviendo en Balvanera, (Venezuela casi esquina Urquiza) que estudó y obtuvo su título de Licenciado en Audiovisón en la Universidad de Lanús. Cuando estoy allí, liberado de mis obligaciones laborales aprovecho para deambular por barrios y lugares que de turísticos no tienen nada, pero si de la magia y el encanto que han pintado también tantos poetas y músicos. Hasta Jorge Luis Borges, gran erudito e investigador de sagas nórdicas quedó fascinado por las historias de guapos, cuchillos y esquinas rosadas. Por el conocí sin conocerlo al arroyo Maldonado domado ahora por la Juan B. Justo y llegaron a mis oídos los sones tangueros de los bailongos de su alrededor. Siempre quise conocer las famosas Torres ahora en mi próximo viaje lo haré gracias a su buena voluntad.

Mi memoria guarda imágenes de los tranvías ciudadanos, de los «troles», de los antiguos coches con interiores de madera, vidrios de cristales y apliques de yeso de los antiguos coches de la línea A, y hasta de un muy antiguo tranvía de dos pisos en el que viajé cuando era muy chico. Los edificios monumentales del microcentro y el espanto de los huecos en el pavimento y las paredes hechos por las bombas y los cañones del 16 de Junio del 55. La extraña Plaza Roberto Artl, el misterio de la Iglesia circular de Cabildo y Juramento, señalada por Sábato como entrada al mundo de los ciegos… y tantas cosas más… Como verá Ud. mi admiracón no tiene límites…

La historia de nuestra Patria también es objeto de mi aficón y me alegro que le haya sido útil mi aclaracón sobre el 11 de Septiembre. No hay obra sin errores (o mejor dicho confusón en este caso), es más si estos no existieran ellas serían imposibles de mejorar y todo sería muy aburrido. Hasta el genial Van Goch pintó cuadro sobre cuadro para corregir lo que él consideraba error ¡…!

Permítame expresarle mi reconocimiento y agradecimiento por la página que Ud. redacta robando horas al descanso (o quizás así descansando) donde se reúne el pasado, el presente y quizás el porvenir.

          Atentamente.

                           David Omar Castelli