Los que somos de Boedo, nos enteramos, por la memoria oral y escrache periodístico, que supo haber un café en San Juan y Loria, conocido más por el apellido de su dueño, Carpintero, que por el nombre del mismo “Argentino”.
“…y el café “Argentino”, de un tal Carpintero, en la calle San Juan, cerca de Loria..” (Silvestre Otazú. “Boedo también tiene su Historia” pág.78. Papeles de Boedo. 2002)
En dicho boliche, solían parar los poetas del tango boedense; Manzi, Cátulo, Piana, y Centeya, entre otros.
“En torno a la mesa de codillo nos reuníamos con él (Manzi), el taciturno Sebastián Piana,…Cátulo Castillo…” (La Maga Colección, dic./95 pág.36. .. Julián Centeya.)
También solía concurrir todas las noches con un lazarillo, un viejo ciego con su violín, con su rara silueta de flaco rocín.
La barra y el puntual parroquiano, tan viejo y tan ciego, no dejaron de imputarle a Homero la morosidad del tango que etiquetara al café.
“…Homero Manzi se fue debiéndole su tango al almacén de San Juan y Loria, (“Carpintero”) que fue su paradero inicial en el barrio…” (La Maga Colección ..Idem).
Y acá aparezco yo, copo la parada, banco la morosidad, yo no soy Cátulo, Sebastián o Julián, soy el alma de Homero que vino a Boedo la deuda a saldar.
Fuiste mi parada
Parada inicial
Con Cátulo y Sebastián
Y también, el tano Julián
En la mesa sobre San Juan
Solíamos estar
Con un par de amigos
A ver la vida pasar
El parroquiano con el violín
Por las noches solía llegar
El puntual parroquiano
Para sus penas contar
Tan viejo y tan ciego
Solía por San Juan entrar
Siempre con un lazarillo
Y un tango nostálgico entonar
Ahora, ni boliche, ni Catulín
Ni la barra que solía concurrir
Piantaron junto al viejo del violín
Hacerle compañía a Discepolín
Muchos jóvenes pasarán
Por Loria y San Juan, ignorarán
Que ahí en Carpintero, Cátulo y Julián
Junto al quía y Sebastián hicieron el arrabal
Fuiste mi parada, parada inicial
Con Cátulo, Sebastián y el tano Julián
Y yo soy Homero Nicolás,
El Barba, para lo que guste mandar