“Villa del Parque Tango”
La calle Cuenca tiene la elegancia “abacanada”,
y un biandazo de melancolía.
Quiere este barrio ser generoso,
para los que los abordan con alegría.
Una vereda serpenteante en su adagio,
hacia la parroquia de Santa Ana.
Y en el fondo la plaza Aristóbulo del Valle,
donde finalmente la calle se desangra.
Patea las penas inescrupulosas al cielo,
en la fuente con su Luna esperanzada.
Ostentan las casas jardines empeñados,
con desesperadas muecas de fragancias.
Nazca, se juega el último sublime dado,
hacia la soledad mas desolada.
Un tango cadencioso te dará una mano,
para espantar a todos tus fantasmas.
He visto bellas mujeres por tu entramado,
he visto la Luna tocándome la espalda.
Este barrio es propietario,
de los pasados mas heroicos.
Cuando Villa del Parque era suburbio,
y se compadreaba en sus callejones de barro.
Quienes lo transiten quedarán cautivos,
como los acordes de un bandoneón osado.
Los misterios se erigirán muy tímidos,
y para siempre se rendirá el beso último.
En el cruce de Nogoyá y Cuenca,
me han hablado de historias agraciadas.
De romances jóvenes como la palabra,
la desventura de dos ojazos que se escapan.
Este barrio que se empecina por generoso,
le afana la empatía al “dos por cuatro”
Desprecia a las sombras,.. quema la angustia,
y se “escolasea” los males de tu pasado.
Quiebra la solitaria música el atroz silencio,
vomitando tangos por una ventana.
La calma del atardecer y el canto del pájaro,
extraviado en la penúltima calle de piedra.
El oboe sopla flores por la calle Cuenca,
en la misma esquina del Templo Luterano Unido.
Solo por acaparar el barrio su excelsa música,
se ”escabia” un puñao’ de melodías al unísono…