– Alfa y Omega: ubicado en el 573 de la avenida Callao, una casa de departamentos, obra del arquitecto Mario Buschiazzo, que presenta la particularidad de finalizar con altos de forma triangular.
– Bar La Perla del Once: ubicado en Jujuy y Rivadavia, en el cual Tanguito y Lito Nebbia, en 1960, compusieron (en el baño del bar porque allí había menos ruido) la primer canción de música rock en castellano: La Balsa.
– Casa de los Pavos Reales: más allá de la plaza Once, al 3200 de Rivadavia, esta la legendaria casa. Es un edificio de tipo oriental, con frente de ladrillos a la vista, mosaicos con hojas y flores y los balcones del primer piso, ornamentados por los pavos reales que dan su nombre a la casa. Es obra del arquitecto Virginio Colombo.
– Congreso de la Nación Argentina: sito en Av. Entre Ríos y Rivadavia. Para leer sobre su historia haga click aquí.
– Estación Once de Septiembre: «Según cuenta el arquitecto Ernesto Reyna Morgan en la colección Patrimonio Argentino, editada por ARQ, en 1896 se inauguró sobre Bartolomé Mitre y la avenida Pueyrredón un pequeño edificio, compacto, con frentes simétricos, con un patio central coronado por una claraboya de vidrio a cuatro aguas. Lo proyectó un arquitecto holandés, Juan J. Doyer, y su destino fue el Edificio de Pasajeros. Pocos años más tarde (1899) se lo replicó volumétrica y estilísticamente en la otra esquina de Pueyrredón, para que funcionara allí la Bolsa de Cereales. Aún puede verse sobre su fachada el busto de Mercurio, alusivo a la actividad original del inmueble. Pero lo más curioso es que en el año 1907, para ampliar nuestra conocida Terminal de Once de Setiembre, el mismo Doyer decidió unir los dos edificios existentes, el de Pasajeros y la Bolsa de Cereales, con un volumen más alto. El esquema compositivo utilizado por el arquitecto holandés reprodujo el esquema del Edificio de Pasajeros original: dos cuerpos iguales a los costados y en el eje de simetría otro más alto e importante, una estrategia similar a la que utilizó en 1898 Francesco Tamburini, como ya describí en esta columna (ver “La Casa Rosada es asimétrica” en arq.clarin.com), cuando por pedido de Julio A. Roca unió a través de una gran arcada el Palacio de Correos y Telégrafos con el de Ministerios para darle forma a la actual Casa Rosada.». Fuente: www.diasdehistoria.com.ar
– Facultad de Ciencias Económicas: Córdoba y Junín.
– Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires: sobre la calle Independencia funciona una parte.
– Teatro Armando Discépolo: ubicado en Av. Rivadavia y Pichincha, donde existió el famoso teatro lírico Marcon. En Pasteur 633 se encontraba el edificio de la Asociación Mutual Israelita Argentina, (AMIA), destruido por un atentado terrorista en julio de 1994. En ese mismo lugar se está reconstruyendo la mencionada institución.
– Mercado de Abasto: Construido por el arquitecto Vasena, abrió sus puertas el 1º de Abril de 1893. Su tamaño, ocupaba una manzana, le permitía abastecer a casi toda la ciudad de Buenos Aires. En 1984 dejó de funcionar y fue trasladado al Mercado Central. Así quedó clausurado en 1996 cuando nace el proyecto shopping. Funcionó en este barrio durante 50 años. Su última «aparición en público» si así se puede hablar de este histórico mercado, fue en 1987, cuando Luciano Pavarotti, grabó para la RAI un programa especial desde ese lugar, donde cantó «Canción de Buenos Aires» y bailó el tango con la desaparecida Beba Bidart. Actualmente restaurado es un moderno centro comercial que cuenta con cientos de locales, un gran patio de comidas, etc. Según dicen en el Abasto nació el juego de la quiniela, siendo Don José Betronila, el primer quinielero y levantador del juego desde su cigarrería de la calle Corrientes. En este predio, en el que actualmente se ubica un shopping, que era conocido a principios del siglo XIX como «El hueco de la Yegua» o «El hueco de Vidal», se encontraban establecidas las caballerizas de la mazorca y por allí corría un arroyo conocido como «El Manso», donde abrevaban las tropillas. El shopping fue inaugurado en 1998. Av. Corrientes 3275. Informes: 4959-3400.
– Mercado Spinetto: Hacia 1894 aparece en esa zona un mercado por David Spinetto, para cumplir funciones de abastecedor y proveedor de frutas y hortalizas, carnes y los más variados productos alimenticios que llegaban a las cocinas y las mesas de los habitantes de Buenos Aires. Era conocido oficialmente como Mercado de Buenos Aires, pero para los porteños fue simplemente el «Spinetto». En 1988, fue reciclado como Spinetto Shopping, tratando de conciliar la historia original, con la tecnología moderna. Se cerró en 1991 y actualmente funciona en el marco de la cadena Coto.
– No hi ha somnis impossibles: ubicado en Av. Rivadavia y Ayacucho, es obra del Ing. Eduardo Rodríguez Ortega (argentino 1871-1938) y refleja, junto con el “Palacio de los Lirios”, también de su autoría y ubicado a pocos metros, la influencia que tuvo el gran arquitecto catalán Antoni Gaudí sobre él. El edificio fue construido en 1907 como edificio de rentas (alquiler de habitaciones, previo a la ley 13.512 de propiedad horizontal) consta de una planta baja y entrepiso ocupado por un gran local destinado a comercio en el cual en el día de hoy funciona una concesionaria de automóviles, seguido de 4 pisos de departamentos y una terraza de 350 m2. La cúpula se divide en tres niveles, la parte baja alberga una gran recepción con 3 ventanas que miran hacia la equina, el siguiente nivel cobija un gran dormitorio y el último nivel (al que se accede mediante una escalera retráctil) contiene un telescopio de grandes dimensiones para la observación estelar. Abandonada y olvidada, expuesta a las inclemencias del tiempo, la cúpula corrió grave riesgo de desaparecer hasta que, en 1999, el 4º piso (que incluía la propiedad de la terraza y la cúpula) fue adquirido por una empresa dedicada a la restauración, que procedió al recupero del inmueble. Al finalizar la restauración los arquitectos colocaron la frase “No hi ha somnis impossibles”, No hay sueños imposibles, en catalán, en homenaje al gran Gaudí. Tanto las estructuras de hierro de la terraza como los ornamentos que la adornan son réplicas a escala de la Puerta del Dragón de la Finca Güell y de la Casa Battló, de Barcelona, España.
– Palacio de Aguas Corrientes: (Obras Sanitarias de la Nación): hoy privatizado y administrado por la empresa AYSA. Ocupa toda la manzana de las calles Córdoba, Riobamba, Viamonte y Ayacucho. Es un enorme palacio construido para almacenar 72.700.000 litros de agua por día , en cuyo interior no existen casi habitaciones, pues es todo «ostentación»; desde afuera, para que pudiera colocarse en el medio de la ciudad, sin afearla. Leer más sobre su historio y vea su foto.
– Palacio de los Lirios: en Rivadavia 2031, data de 1903. es obra del Ing. Eduardo Rodríguez Ortega (argentino 1871-1938). Su frente es ondulado y en sus altos, surgen deidades y monstruos, con estilizadas flores de cemento, que marcan una neta inspiración botánica y justifican el nombre.
– Teatro Picadero: Emplazado en el Pasaje Enrique Santos Discépolo 1847 (ex-Pasaje Rauch 1843, fue diseñado en 1926 por el arquitecto Benjamín Pedrotti para ser usado por una fábrica de bujías. Su fachada podría inscribirse en el estilo “Florentino”. Su constructor fue A. Carte. Hacia 1920, Don Armido Bonelli era el representante de las Bujías alemanas Bosch. A causa de la Primera Guerra Mundial, la marca es expropiada por el Gobierno de EE.UU. y pasa a llamarse American Bosch: es por eso que la sigla «AB» y la cara del aviador es el logo que vemos en la salvada fachada. La cara pertenece a «FRITZ», el personaje de un aviador alemán que era el isologo de la marca germana original. El pasaje donde se encontraba la fábrica se llamaba Coronel Rauch. La calle fue parte del trazado del primer tramo ferroviario que recorrió Buenos Aires y por allí circulaba la mítica locomotora «la Porteña», que hoy se exhibe en el Museo de Luján. A fines de los 70, Guadalupe Noble junto a Antonio Mónaco, comenzaron a idear una sala teatral adelantada para su época, que rompiera con el modelo clásico del teatro “a la italiana”. Soñaban con una sala polivalente, con una estructura que le permitiera cambiar y adecuarse a todo tipo de puestas. La intención era concebir un espacio dramático no convencional, que diera cabida a propuestas nuevas. Así es como el 21 de julio de 1980, inauguraron en este edificio el Teatro del Picadero con «La otra versión del Jardín de las Delicias», inspirada en «La máscara de la muerte roja», de Edgar Allan Poe. Por su espíritu vocacional e independiente, fue la sala seleccionada para presentar, en 1981, el ciclo Teatro Abierto, una manifestación que agrupaba a dramaturgos, directores, escenógrafos, técnicos de la escena y actores, que decidieron demostrar que el teatro argentino, a pesar de la indiferencia gubernamental, todavía existía y gozaba de buena salud. Eran tiempos de intolerancia y violencia, donde el pensamiento podía ser un instrumento muy peligroso para los miembros del poder político en manos de una dictadura militar. La respuesta oficial a este emprendimiento cultural fueron bombas de magnesio que se tiraron al amparo de la quietud de la madrugada. Su interior fue totalmente destruido, solo quedo en pie su fachada que se conserva intacta. En su corta vida, de menos de un año, su nombre se convirtió en un icono de la memoria de la cultura de la resistencia. Reconstruido tras el incendio, funcionó durante años un estudio de grabación hasta que en 2001 se intentó recuperarlo como espacio escénico. Así, el 16 de julio de aquel año se reinauguró la sala bajo el nombre de El Picadero, con dirección artística del actor y director Hugo Midón e inversión del empresario Lázaro Droznes, que lo adquirió en 1991. Se presentaron obras que conjugaban teatro y música, pero aquellos eran tiempos difíciles y el emprendimiento no prosperó. El lugar tuvo otros dueños hasta este presente en el que Sebastián Blutrach, exitoso y joven productor teatral lo adquiere y se lanza a la tarea de conservar su fachada, su espíritu; y a la vez proveerlo de la más moderna tecnología para presentar espectáculos de primer nivel. Reabrió sus puertas en mayo de 2012.
– Torre Saint: En Perón 2630, dos grandes pirámides, -una blanca y otra verde- hacen reconocer a la torre Saint, un edificio de trece pisos, que data de 1928. En su interior, columnas egipcias y un poco común pasillo circunvalando el edificio, hablan de influencias de la antigua arquitectura egipcia, descubierta por esos anos en los templos de Luxor. El resto de la construcción, se emparenta con el art noveau, muy en boga en el Buenos Aires de la década del veinte.
– Universidad Privada del Salvador: Callao y Corrientes.