La Asociación de Revistas Culturales e Independientes de Argentina (AReCIA) suma su adhesión al pedido de justicia por el travesticidio de la dirigente trans Diana Sacayán, ocurrido en octubre de 2015. El Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional N°4 anunció que el 9 de febrero comenzará el juicio que tendrá como único acusado a Gabriel David Marino, de 25 años.
El fiscal Matías Di Lello y la fiscal Mariela Labozzetta subrayaron en el requerimiento de elevación a juicio que Marino, junto a otro hombre (al que aún están investigando), asesinó a Sacayán en el interior de su departamento entre el sábado 10 y el domingo 11 de octubre de 2015. El cuerpo fue hallado dos días después, atado de pies y manos y, según la autopsia, la militante recibió 27 lesiones en su cuerpo, trece de ellas producidas por arma blanca
El juicio comenzará el 9 y hay previstas otras dos audiencias para el 14 y el 16.
Diana Sacayán fue el principal motor para la sanción de la ley de cupo laboral trans en la provincia de Buenos Aires. En 2012 se postuló como candidata a ocupar la Defensoría del Pueblo de La Matanza, distrito desde el que ejercía su militancia en el Movimiento Antidiscriminatorio de Liberación (MAL). Trabajó en el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI), colaboró en el suplemento Soy de Página/12 y fue una de las impulsoras y referentes de la revista El Teje, la primera publicación travesti de América Latina y socia fundadora de AReCIA.
«Nuestra militancia no tiene que morir en los derechos de determinadas personas. Si no, vamos a tener un gheto, una mirada chica del mundo«, dijo en una entrevista con Revista MU en 2015, luego de lograr junto al movimiento trans la reglamentación del artículo 11 de la Ley de Identidad de Género, que protocoliza el acceso a la salud integral. «Incluso hay que sortear la identidad travesti. Nuestra agenda no se muere con la Ley de Identidad de Género, nosotras planteamos la despenalización del aborto, demandas del movimiento indígena y del medio ambiente. Porque, si no, nuestro lugar pareciera ser la prostitución. Y hay sectores que quieren regularla. Particularmente, y por la experiencia que he tenido, pienso que es la expresión más clara de lo que es la violencia callejera, policíaca, institucional. Ha hecho mucho daño en la autoestima de las mujeres travestis. Incluso en la mía: me costó mucho correrme de ese lugar. Todavía sigo luchando para salir de ahí porque es un lugar horrible. Tenemos que desbaratar ese discurso: no queremos que nos condenen eternamente a esos rincones oscuros«.