Villa Devoto es un barrio de Buenos Aires que ha sabido mantener, en muchas de sus calles, la imagen de tranquilidad y señorío que lo ha acompañado a lo largo de toda su existencia. Fue Enrique Germán Herz quien en los años sesenta supo definirlo como «un barrio de quietud patriarcal». Aún cuando los años han destruido parte de su patrimonio, esa imagen ha sido siempre orgullo de sus vecinos, que supieron bautizarlo como Jardín de Buenos Aires.
por Edgardo O. Tosi (*)
Villa Devoto es un barrio de Buenos Aires que ha sabido mantener, en muchas de sus calles, la imagen de tranquilidad y señorío que lo ha acompañado a lo largo de toda su existencia. Fue Enrique Germán Herz quien en los años sesenta supo definirlo como «un barrio de quietud patriarcal». Aún cuando los años han destruido parte de su patrimonio, esa imagen ha sido siempre orgullo de sus vecinos, que supieron bautizarlo como Jardín de Buenos Aires.
Cuando Villa Devoto no era ni siquiera una ilusión, su tierra despoblada, supuestamente plana por pertenecer a la llanura pampeana mostraba, por la existencia del arroyo Vega al sur, pero principalmente a una rama del Medrano al norte, desniveles que hoy el trazado de sus calles y su pavimentación no logran disimular completamente. La existencia además un gran monte de talas dieron por muchos años nombre a la zona, Talar de Gainza primero y de Altube después. El mismo año que Juan Manuel de Rosas era derrotado en la batalla de Caseros, Santiago Altube adquiría la propiedad del Presbítero Julián de Gainza, que habría sido utilizada como campo de pastoreo por la caballada del Restaurador, asentada en los cuarteles de los Santos Lugares.
Llegaba Santiago Altube a América escapando de la guerra y la miseria que a fines de la década del treinta del siglo XIX se había adueñado del país vasco. Se establecía primeramente en Montevideo instalando allí hornos de ladrillos. Para 1844, a pesar del estado de beligerancia que se vivía en el Río de la Plata, cruzaba a Buenos Aires. Radicado en el barrio de Balvanera continuaría en la misma industria de elaboración de ladrillos. La actividad le permitió reunir un buen capital y comprar aquel Talar de Gainza que quedaría al comando de su hermano Félix.
Retornado a España en la década del sesenta fallecía allí en 1878, siendo su hijo quien en 1888 llegaba a Buenos Aires con intención de vender el ahora Talar de Altube. La propiedad que se extendía entre las avenidas hoy Mosconi, Beiró, Constituyentes y Lastra, era cruzada desde ese mismo año, por dos líneas férreas: el Ferrocarril Buenos Aires al Pacífico, de capitales y el nacional Tramway Rural.
Será el Banco Inmobiliario quien se interese por la adquisición del inmueble, escriturándolo el 25 de febrero de 1889. Lo adquiría en 2 millones de pesos moneda nacional, pagaderos en cinco cuotas, la última para febrero de 1892. Proyectaba allí un pueblo que, en homenaje a su presidente, don Antonio Devoto, era bautizado «Villa Devoto». Los planos son presentados, menos de dos meses después, a la Municipalidad de la Capital, siendo aprobados por el intendente el día 13 de abril de 1889, fecha en que actualmente se considera como nacimiento del barrio.
La crisis económica de 1890 provocaría la casi total paralización del nuevo emprendimiento, quedando a medio construir la escuela, el mercado, la iglesia, y el tendido de una línea de tranvías que iba a unir la estación de Villa de las Catalinas (hoy Villa Urquiza) con la de Villa Devoto del ferrocarril Pacífico. Esta estación iba a ser autorizada, con carácter provisorio, recién para septiembre de 1889. El 1 de noviembre tendría su parada allí el primer tren.
Para superar la situación de crisis el Banco, simula su desaparición, cambiando su nombre por el de «La Inmobiliaria» y devolviendo mediante una retroventa el sesenta por ciento de la propiedad a los herederos de Santiago Altube, no preocupándose, ya como institución, del nuevo pueblo y cambiando progresivamente de actividad, de la especulación inmobiliaria, a la de seguros generales. Entre 1905 y 1906 vendería la totalidad de los terrenos que habían quedado dentro de su patrimonio.
Serán los pioneros del barrio quienes se ocupen de su desarrollo. Muchos de ellos habían adquirido sus terrenos mediante el canje de acciones del Banco, facilitándose por esta causa que dentro de la escasa población inicial se levantara un grupo de palacetes, generalmente de carácter veraniego, cuyos propietarios, mayoritariamente de origen italiano, mostraban un nivel económico importante.
Estos, junto a inversionistas sin radicación en el lugar, se movilizarían para conseguir la instalación de importantes instituciones en la nueva población. En 1896 fundarían la Sociedad de Fomento de Villa Devoto.
La primera institución será el club Tiro a Segno Italiano que para 1895 se establecía en una amplia fracción paralela a las vías del ferrocarril Pacífico, desde Nueva York hasta el camino de Circunvalación. Aquellos stands atraerían a una gran masa de deportistas, principalmente de origen italiano, a la vez que debido al estado de beligerancia que en ese año se vivía con Chile, cientos de Guardias Nacionales llegaban semanalmente para realizar ejercicios de instrucción, publicitando al nuevo pueblo, como a comienzos de 1895 la familia Altube, al tratar de desprenderse de las propiedades recuperadas por la retroventa, iniciaba un periodo de grandes remates que finalizaría a finales del siglo. Aquella movilidad facilitó en gran medida estas ventas.
Llegarían después el Asilo San Vicente de Paúl, proyecto de Juan Antonio Buschiazzo, el Seminario, el templo de la Inmaculada Concepción, donación de Mercedes Castellanos de Anchorena y el Convento de las hermanas de la Misericordia. Obras que sorprendían por su magnitud frente a lo desolado del medio.
Mientras tanto la escuela, cuya construcción paralizara el Banco y fuera erigido por el Concejo Nacional de Educación abría sus puertas en abril de 1895, de la mano de la señorita María Isabel Aveleyra. Por su nombre se la conoció por muchos años, aun después de ser bautizada como Delfín Gallo. Su edificio en Enciso frente a la estación Devoto del Ferrocarril Urquiza alberga hoy las oficinas del Distrito Escolar 16, de la que ella es la número uno.
La unión de todos estos factores impulsaría un nuevo proceso de crecimiento, el que, aunque lento, será desde ese momento sostenido. En el centro predominarían las quintas señoriales acompañadas de un contorno más proletarizado, el que se iba extendiendo más allá de los límites iniciales del pueblo. Las facilidades de acceso al poblado, que la presencia de las dos líneas férreas iniciales parecía dejar asegurado, se resentirían con el paso del tiempo por la falta de accesos pavimentados desde Buenos Aires y la siempre retrasada llegada del tranvía.
La Avenida San Martín que debía unir el centro de la ciudad de Buenos Aires con la Avenida de Circunvalación iniciado en 1906, se paralizaba para 1908, quedando pavimentado solamente la calle Nueva York desde la plaza Arenales, hasta San Martín y ésta solo hasta Tinogasta.
El tranvía llegaría recién luego de la unificación tranviaria de la empresa Anglo Argentina. En 1910 con la línea 86 y en 1914 con la 85. De Plaza Mayo y Flores respectivamente llegaban por una misma vía que haciendo un corto recorrido por el centro de la villa volvían a salir, no permitiendo una mayor comunicación interbarrial. Esta siguió realizándose, hasta bien entrada la década del veinte, mediante «breaks» hasta que aparecen primero los ómnibus y finalmente los colectivos. El tranvía 90 en esa misma década llegaría desde Belgrano cambiando su número por 35, que además de pasar por aquel mismo barrio terminaba al otro extremo de la ciudad.
La actividad deportiva que iniciara el club italiano de tiro sería acompañada poco después por el Villa Devoto Lawn Tennis Club, fundado por británicos. Estos que desde un comienzo se habían instalado en la villa llegarían a transformarse en una importante colonia, cuyo máximo esplendor se producía a finales de la década del treinta del siglo XX. Caminando las calles de la villa, sobre todo en al sur de la estación del Ferrocarril San Martín, podemos hoy recrear mucho de aquel mundo. A comienzos de aquel siglo serían británicos varios de los presidentes de la Sociedad de Fomento. Dos colegios dirigidos a ofrecer enseñanza inglesa a los hijos e hijas de británicos se establecían en 1907 y 1910 respectivamente, el último de los cuales aún perdura. Una Capilla Anglicana en Cantilo y Gualeguaychú se construía en 1912, estableciéndose en ella el último colegio. Desde ese momento, el lugar se transformaba en el centro de la vida comunitaria británica. Hoy sus puertas se abren a toda la población. El paso del príncipe de Gales en 1925 y la visita de Lady Di al asilo del BABS (Asociación Británica y Americana de Beneficencia) a fines de los ochenta muestran que algo continúa perdurando. El instituto Juan O. Hall de Enciso y Habana perteneciente a la Facultad de Agronomía, en terrenos donados por aquel inglés, es otro ejemplo. Coleccionista de orquídeas, este instituto que lleva su nombre, no puede mostrar hoy ninguna de las más de mil especies que éste atesoraba.
Desde el comienzo la iluminación del pueblo fue por alcohol carburado para las calles, y a gas en domicilio. Desde 1914 el suministro pasaba a ser eléctrico. La primera comisaría, como destacamento se establecía en 1896, en Pedro Morán y Joaquín V. González, trasladándose en 1907 como subcomisaría a Pareja y San Martín, llegando a su lugar actual, José Cubas y Gualeguaychú, en 1914, donde aun con no muchas modificaciones perdura. La Estación Sanitaria surgía en 1905, teniendo como primer director al Dr. Isidoro Gil, quien continuaría como tal, en la Casa de Socorro, en el Hospital Vecinal, y finalmente en el actual Hospital Zubizarreta.
El agua potable sería uno de los serios problemas del pueblo, como lo era de toda la ciudad. Aun cuando los devotenses sabían desde 1906 que Villa Devoto se ubicaba en el punto más alto de la Capital, y que por ello aquí se iba a instalar uno de los tanques de Obra de Salubridad que permitiría dar agua a toda la ciudad, eran los pozos de balde, los aljibes, las bombas y los molinos, los que suministraban el agua que podían utilizar. Sería recién pasado 1918 que comenzaba su tendido domiciliario. El Teléfono ese mismo año mostraba 152 abonados entre ellos el del Dr. Francisco Beiró. Miembro desde joven en el partido Radical, se había instalado en Villa Devoto con su familia en la primera década del siglo. Acababa de presidir la Comisión de Vecinos (Concejo Deliberante) y era elegido Diputado Nacional con mandato hasta 1922. Diputación que no completaría al ser nombrado Ministro del Interior por el presidente Hipólito Irigoyen, a quien acompañaría en 1928 en la fórmula presidencial. Elegido en el Colegio Electoral como vicepresidente, no podrá ocupar el cargo, al fallecer pocos días después del nombramiento. Su casa en Marcos Paz y Cantilo, aunque protegida por ley, sufre un deterioro creciente, que su propietario no trata de subsanar.
El mundo campestre perduró por muchos años en la villa. El cerco alrededor de la plaza, que impedía el acceso de los animales, era retirado recién en 1914. Hasta la década del sesenta, carros fileteados conducidos por hombres de alpargatas, bombachas, cinturones amonedados y boinas, apoyaban la culata de sus carros contra las veredas de la estación Devoto del Ferrocarril San Martín. Aun hoy su curvatura, es recuerdo de aquella espera al tren lechero. Los vendedores de pavos y de corderos recorriendo las calles eran elementos comunes, como la venta de leche al pie de la vaca, donde era muy conocida «la ministra» bautizada humorísticamente, así como referencia al Dr. Beiró.
En la década del veinte como resultado de la política participativa llevada adelante por el radicalismo proliferarían las Asociaciones de Fomento. Volviendo a reflotarse la Sociedad de Fomento de Villa Devoto que había desaparecido en 1915, como Asociación, conocida hoy como «el Castillito», en alusión a la forma de su sede. Surgió la de Villa Devoto Oeste, se reavivó la de Villa Devoto Norte. Apareciendo otras como la Villa Devoto Sur, El Triángulo, Devoto Noroeste, Bernardino Rivadavia, Devoto General Paz, etc… Ese espíritu comunitario de la villa, de cierto sabor pueblerino, queda aún hoy reflejado en la perdurabilidad de aquellas tres primeras sociedades, cosa poco común, a lo que se agrega que en Villa Devoto coexisten tres clubes rotarios.
El diseño urbanístico del pueblo con dos grandes bulevares cortados por dos diagonales, tan de moda a finales del siglo XIX, es el único ejemplo en la ciudad de Buenos Aires. El proyecto en su presentación municipal fue firmado por el ingeniero Carlos F. Buschiazzo. Fue don Carlos uno de los pioneros del barrio, miembro de una de las familias «patricias» como se las definía a comienzo del siglo XX, presidente en varias oportunidades de aquella primera Sociedad de Fomento de Villa Devoto y yerno de quien fuera su primer presidente Dermidio Latorre.
Como sus manzanas no eran cuadradas como en la ciudad de La Plata, sino rectangulares y que otras tres diagonales cruzaran el proyecto (los dos ferrocarriles y el rectificado camino a San Martín hoy avenida del mismo nombre), el barrio en su zona central refleja hoy un dinamismo atrapante. Manzanas de formas variadas, pequeñas plazoletas y bulevares arbolados que invitan al paseo, aun frente al riesgo de perderse en sus mil encantadores recovecos.
Posiblemente por esta característica, unida al poco tránsito general, hizo que cientos de películas se desarrollaran en sus calles. Próximo a la Capilla Anglicana, sobre Cantilo, camino al viejo Ferrocarril Pacífico, está el Jardín de Infantes de la «Historia Oficial». «No te mueras sin decirme donde vas» se filmó en el emblemático Bar de García de Pedro Varela y Sanabria. La más antigua «Highlander II» lo fue en el fantasmagórico interior del edificio de «Obras Sanitarias» sobre la avenida Beiró. Nos hemos sorprendido al ver la Biblioteca Devoto desde la confitería de Luna de Avellaneda y reconocer en más de un corto publicitario al fotogénico palacio Cecci (Instituto de Sordomudos Dr. Ayrolo) de Lincoln y Habana además de confundir con «de Amor y de Sombras» a un Villa Devoto próximo a la basílica de San Antonio, con las supuestas calles de Santiago de Chile de Isabel Allende. Vivir en el palacete los Rosales de Nueva York entre Sanabria y Gualeguaychú las contingencias de «Vulnerables» y vivir en la casa de Francisco Beiró, en esa época amueblada e intacta, los desencuentros de «Locas de Amor».
Caminar José Cubas de Enciso a la Avenida San Martín es un paseo delicioso. Las tipas dejan pasar tenues gotas de luz que bañan el silencio de la tarde. El adoquinado de la calle, que enfrenta el gran edificio del Seminario es rojo. La mitología barrial afirma que fue un regalo del intendente Joaquín de Anchorena a los edificios eclesiásticos que tanto debían a su familia.
La presencia de don Antonio Devoto, cuyo nombre lleva la población, y mucho influyó luego de la desaparición del Banco, se aprecia aun hoy en la villa. Varias instituciones llevan su nombre. Fallecido en 1916 su esposa reformaba su casa veraniega, de Mercedes y Salvador María del Carril para establecerse allí en 1921 la Escuela Antonio Devoto, que hoy perdura en el mismo edificio como escuela secundaria, mientras la primitiva se ha mudado a uno moderno, dentro de la misma manzana sobre Gualeguaychú. La Basílica menor de San Antonio que el Banco Inmobiliario había proyectado como Santa Rosa y abandonado en 1892 es adquirida por don Antonio en 1913 para retomar su construcción. Recién quedaría concluida a fines de los años veinte, siendo su primer párroco el padre Virgilio Filippo. El edificio de la biblioteca iniciativa de don Antonio en la esquina de Bahía Blanca y Nueva York, fue donado por la sucesión de su segunda esposa, inaugurándose como tal, recién el 25 de mayo de 1938.
No existe más el Asilo «Umberto I» que donara en vida don Antonio a la colectividad italiana. Destruido, como Asilo Antonio Devoto en 1953 por un incendio cuando pertenecía, por donación de la sucesión de Elina Pombo de Devoto, al Patronato de la Infancia. Allí se encontraba el monumento que hoy vemos erigido en el centro de la plaza. Otro que también ha desaparecido es el mítico palacio de la avenida Salvador María del Carril que nunca se terminó, y al que la fantasía popular le asignaba como destino, albergar al rey de Italia. Visita que la postura siempre realista de don Antonio sabía no era posible para aquella época. Este palacio proyecto de Juan Antonio Buschiazzo, nunca terminado, llegó a ser habitado solo por sus cuidadores. Fue depósito durante muchísimos años de lujosos revestimientos de madera y mármol, puertas, herrajes y artefactos eléctricos, estatuas, cuadros y muebles, que no sólo iban a ser utilizados en este palacio. Fue el reflejo de una exteriorización de lujo que Villa Devoto no supo comprender acabadamente. Su comprador en el segundo remate judicial de fines de 1938 le buscaría infructuosamente un destino para terminar demoliéndolo, sin pena ni gloria, a comienzos de la década del cuarenta. Otro Palacio Devoto, en este caso de su hermano Bartolomé, proyecto de Alejandro Bustillo, de dimensiones más humanas, frente a la plaza, sobre Pareja entre Chivilcoy y Bahía Blanca, también cayó bajo la piqueta veinte años después. Este no lo fue en silencio, a la inversa de la repulsa que hoy hubiera reunido al barrio, en ese momento se realizó una fiesta, como si se quisiera festejar (aunque ese no era el espíritu) la desaparición de un edificio emblemático de la villa.
(*) Primer Presidente y Fundador de la Junta de Estudios Históricos de Villa Devoto
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