Av. Córdoba 1551 (y Libertad) en el barrio de Recoleta
Ubicado en el predio que toma la intersección de la calle Libertad y la avenida Córdoba, en el centro de la ciudad de Buenos Aires, el Teatro Cervantes ostenta el carácter de único Teatro Nacional de la República Argentina. Es Monumento Histórico-Artístico Nacional desde octubre de 1995, por la ley 24.570, sancionada por el Senado y la Cámara de Diputados de la Nación, y se constituyó en organismo autárquico el 1° de enero de 1997.
El Teatro Nacional Cervantes desarrolla una intensa actividad. A la programación de la temporada oficial de sus salas, se suma la participación de elencos internacionales invitados, funciones especiales para escuelas, espectáculos programados con la Asociación Amigos del Teatro Cervantes, eventos privados, foros, cursos, talleres y seminarios a cargo de destacados teatristas del país y el extranjero.
Fue inaugurado el 5 de setiembre de 1921. Su apertura constituyó un acontecimiento cultural y social, pero también fue la concreción del anhelo profundo de la actriz española María Guerrero y su esposo Fernando Díaz de Mendoza, quienes comprometieron su trabajo y fortuna personal para construirlo.
Los diarios anunciaron, en 1918, la construcción del teatro de los esposos Guerrero-Díaz de Mendoza en el terreno de la esquina de Libertad y Córdoba. Ambos actores no tenían demasiados recursos cuando emprendieron tamaña empresa, pero comprometieron hasta al mismo rey de España para que todo el país trabajara sin condiciones, logrando tal entusiasmo en Alfonso XIII que adhirió a su realización y ordenó que todos los buques de carga españoles de su gobierno que llegasen a Buenos Aires debían transportar los elementos artísticos indispensables para el Cervantes. Se trajeron de Valencia, azulejos y damascos; de Tarragona, las locetas rojas para el piso; de Ronda, las puertas de los palcos copiadas de una vieja sacristía; de Sevilla, las butacas del patio, bargueños, espejos, bancos, rejas, herrajes, azulejos; de Lucena, candiles, lámparas, faroles; de Barcelona, la pintura al fresco para el techo del teatro, de Madrid, los cortinados, tapices y el telón de boca, una verdadera obra de tapicería que representaba el escudo de armas de la ciudad de Buenos Aires bordado en seda y oro.
Los arquitectos Aranda y Repetto tuvieron a su cargo el diseño y la ejecución de las obras y fueron quienes, junto a la Guerrero, estuvieron de acuerdo para que la fachada del edificio reprodujera en todos los detalles a la de la Universidad de Alcalá de Henares, de estilo Renacimiento y columnas platerescas. La construcción y ornamentación del Cervantes demandó cerca de setecientas personas entre operarios y artistas.
El día de su inauguración, el 5 de setiembre de 1921, la Sra. Guerrero interpretó «La dama boba» de Lope de Vega. María Guerrero no aceptó nunca las reiteradas sugerencias de bautizar al teatro con su nombre. Los altos costos de mantenimiento y la impericia de Fernando Díaz de Mendoza en el manejo administrativo derivaron en un fuerte endeudamiento. En 1926, cuando la deuda alcanzó una suma millonaria, los agobiados esposos propietarios del Cervantes sintieron que no tenían más alternativa que rematar el edificio en subasta pública. Pero la intervención del autor argentino Enrique García Velloso permitió que el Teatro Cervantes pasara a ser patrimonio nacional.
Marcelo Torcuato de Alvear, el presidente de la República de ese entonces, firmó el decreto de julio de 1924, que creaba el Conservatorio Nacional de Música y Declamación. Un año después, la Comisión Nacional de Bellas Artes estudiaba la manera de dar al país un teatro oficial que fuera también el escenario natural de los futuros alumnos del Conservatorio. García Velloso, en su carácter de vicedirector del Conservatorio y consejero del citado organismo, planteó la posibilidad de lograr de inmediato el edificio para el teatro oficial, revelando la situación económica que atravesaban los propietarios del Cervantes. Sus fundamentos entusiasmaron al presidente Alvear, quien dispuso que el Banco de la Nación adquiriese el teatro de María Guerrero.
En 1933 se dispuso por ley la creación del Teatro Nacional de la Comedia y se destinó para su funcionamiento el Teatro Cervantes, bajo la autoridad de la Comisión Nacional de Cultura creada, a su vez, por la misma ley. Dos años después fue concretado el objetivo. Se designó a Antonio Cunill Cabanellas como director del Teatro, que resultó ser la persona de excelencia para ese cargo. El 24 de abril de 1936 comienza a funcionar el Teatro Nacional de la Comedia, con el ya entonces clásico «Locos de verano» de Gregorio de Laferrére.
Cunill también fundó el actual Instituto Nacional de Estudios de Teatro. Inauguró un Museo de Teatro en el ala derecha del hall de ingreso al Cervantes, y sentó las bases del Archivo Teatral yde la Biblioteca del Instituto.
En 1941 Cunill Cabanellas renunció a la Comedia Nacional por motivos que no están demasiados claros. La dirección del teatro estuvo a cargo de Armando Discépolo, Elías Alippi, Enrique De Rosas, Claudio Martínez Paiva, Eduardo Suárez Danero, Roberto Vagni, José María Fernández Unsain, Alberto Vaccarezza y Pedro Aleandro fueron los sucesivos directores hasta 1955, año en que no hubo temporada oficial, pues en diciembre de 1954 el Poder ejecutivo suprimió por decreto la Comisión Nacional de Cultura que presidía Cátulo Castillo.
El 14 de agosto de 1956, el ministro de Educación y Justicia de la Nación Dr. Carlos Adrogué, anunció la creación de la Comedia Argentina que comenzaría a funcionar en la sala del Teatro Cervantes. Esta etapa lo tendría a Orestes Caviglia como director del Teatro Nacional Cervantes. El 5 de octubre de 1956 se ofreció el primer estreno con la dirección de Orestes Caviglia. La obra fue «Facundo en la ciudadela» del gran poeta argentino Vicente Barbieri. Orestes Caviglia estuvo en su cargo hasta 1960, fecha en la cual se alejó luego de algunos conflictos con las autoridades nacionales. Pocos días después, la Dirección de Cultura nombró como nuevo director del Teatro Cervantes a Narciso Ibáñez Menta. Se creó asimismo un consejo directivo que tomó el compromiso de realizar una reestructuración general del Teatro Nacional Cervantes. El Cervantes inició la temporada 1961 con «El burlador de Sevilla de Tirso de Molina». El 9 de agosto, el público de Buenos Aires tuvo el privilegio de aplaudir a la compañía Théatre Francaise encabezada por Madelaine Renaud y Jean Louis Barrault. A la mañana siguiente, ocurrió lo que fue calificado como una «catástrofe nacional»: el fuego devoró las instalaciones del Cervantes. Durante el tiempo en que se prolongó la reconstrucción del Teatro, la Comedia Argentina realizó sus representaciones en el teatro Municipal General San Martín, en la sala Regina de la Casa del Teatro, y en el teatro Argentino.
El incendio del sábado 10 de agosto de 1961 destruyó gran parte de las instalaciones del Teatro Cervantes. Si bien la pérdida no fue total gracias a la intervención del secretario técnico Víctor Roo, quien rápidamente accionó el telón de seguridad, los daños fueron muy grandes.
El Teatro Cervantes se reabrió en 1968. A partir de ese momento y por casi un período de casi tres décadas, las temporadas tuvieron una producción teatral heterogénea. No quedó excluido de los temas políticos nuestro país y tuvo sobre él la presión de las dictaduras.
El 1° de enero de 1997, siendo por ese entonces director del Cervantes el dramaturgo Osvaldo Dragún, fue otorgada por decreto la autarquía al teatro. Comenzó a regir el 1° de enero de 1997.
- Fuentes: http://www.teatrocervantes.gov.ar
- Foto: KenWalker