Querida Barriada de Versalles,
la verdad que me puso muy contento encontrar esta página y tener la posibilidad de enviar este mensaje con algunos recuerdos.
Viví mi infancia en el barrio, desde que nací (aunque la maternidad no estaba en el barrio) hasta los 12 años (desde 1951 a 1963), cuando mis padres se mudaron por construir su casa en la zona sur del Gran Buenos Aires.
Mi casa (donde alquilábamos) estaba en la calle Gallardo 653 (departamento 2, a la mitad del largo y angosto pasillo) entre Lascano y Marcelo Gamboa. Todos decimos que nuestra infancia es la época más linda de la vida, así que no repetiré eso, pero que sí pasé momentos felicísimos allí. Eran otras épocas, se vivía tranquilo, se podía salir a la calle, jugábamos en la vereda, andábamos en bicicleta, a las bolitas y a las figuritas, nadie nos molestaba, los vecinos se sentaban en la puerta a la tardecita y aún de noche. Y el barrio era hermoso, y lo sigue siendo (cuando puedo me doy una nostálgica vueltita), aunque el modernismo lo está cambiando quizás demasiado, pero todavía no está tan dañado y se está a tiempo de mantenerlo.
Recuerdo la calle Gallardo empedrada, la placita sobre la General Paz donde iba a jugar (creo que donde termina la calle Lascano), las «cortadas» tan simpáticas, «el campito» que lo cruzaba todos los días para ir a la querida Escuela Nº 25, en la calle Bruselas, o para jugar en la Plaza Ciudad de Banff. Y también para ir al club, ya que fue en el Ateneo Popular de Versalles donde pasé momentos hermosísimos, tanto haciendo algún deporte como yendo al cine casi todos los fines de semana. Y Nuestra Señora de la Salud, donde asistí al Jardín de Infantes e hice mi primera comunión (recuerdo el gran salón, con el escenario y las bambalinas por donde debía pasar para atravesar el lateral de la iglesia). Y el Mercado donde acompañaba a mi madre a hacer las compras. Y La Biblioteca Belisario Roldán. Y los colectivos 121 y 131? si no me equivoco? que pasaban por la puerta.
Todos mis amigos de la infancia son de ese barrio (tanto de la escuela, el club o la cuadra), a quienes perdí con el tiempo después de mi mudanza, o sea, no tengo amigos de la infancia. Doy algunos nombres, quizás alguno de ellos vea esto y quiera escribirme: Carlos Alberto Escobar, Raúl Serber, Antonio Salgado, Baldrich (tengo borrado el nombre, creo que vivía muy cerca de la iglesia y el club). Y Graciela y Silvia Domenech (con quienes jugaba a Pisa Pisuela y la Mosca Pollida, y cuyo padre tenía aquel antiguo coche negro); estas chicas vivían del otro lado de la peluquería (el hijo del Peluquero era Lito, también peluquero). También tenía de vecinos -en el departamento 3- a don Silvio y Doña María, los padres de Alberto y (Silvia?). Y entre los personajes del barrio recuerdo al Párroco, el Padre Mario Chiefalo. En aquellos tiempos, justo enfrente de mi casa había un terreno (quizás un lote?) en la misma cuadra de la panadería y la biblioteca, donde había una especie de «villa» como la llamaríamos hoy, casas muy modestas, una especie de conventillo al aire libre, donde recuerdo haber entrado por que seguramente era medio amigo de alguno de esos chicos, aunque sus nombres desaparecieron de mi mente. En mi cuadra estaba también la fábrica de pastas y la ferretería (una en cada esquina), la mueblería, la tienda.
Recuerdos imborrables. Tal vez alguien que me haya frecuentado me reconozca y me escriba. Mientras tanto, sigo con los recuerdos del querido barrio de mi infancia.
Roberto Violante
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