– Un bañito de sólo media hora:
«Los bañistas deben usar un traje de baño en buen estado, proveerse de toalla y no permanecer en el agua más de media hora»
Esto lo establecía un reglamento de 1923, que reguló los comportamientos aceptables en el Balneario de la Costanera Sur, inaugurado cinco años antes. Hombres y mujeres se bañaban, espigón de por medio, después de cambiarse en alguna de las 250 casillas individuales que había en el paseo. La gente iba muy bien vestida a la playa. Y no tomaba sol: en ese entonces, la blancura de la piel era un parámetro de belleza. A fines de la década del 50, el Balneario decayó debido a la contaminación creciente.
(Información extractada del artículo «Viejas costumbres porteñas – Relatos de una ciudad que se fue» por Nora Sánchez, aparecido en el diario Clarín del 13/02/2005)
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