Proponen la refundación de la escuela superior de bellas artes ERNESTO DE LA CÁRCOVA

Este centro educativo, prestigioso en todo el mundo, que sufrió un proceso de vaciamiento en los 90, cerró sus puertas definitivamente como institución educativa de grado en los primeros años del 2000. El escultor Antonio Pujía y el pintor y muralista Ponciano Cárdenas junto a los artistas y docentes Alfredo Percivale, Dora Bianchi y Andrés Bestard Maggio se reunieron con la intención de «refundar la Escuela Superior de Bellas Artes ‘Ernesto de la Carcova'», un emblema de educación del arte a nivel estatal.

«Resolvimos rescatar la Escuela como patrimonio cultural, artí­stico y educativo vivo con la intención de recuperar y hacer vigentes los postulados por los que fue creada: procurar una enseñanza de excelencia para los jóvenes artistas que quieran perfeccionarse en cada una de las especialidades de las artes plásticas», contaron los artistas, egresados de la institución en diversas épocas y que vivieron allí una de las experiencias clave en el arte: la de «trabajar en taller».

Hoy, quienes se acerquen a avenida España 1701, un antigua casona en Costanera Sur, se encontrarán con un Museo de Calcos y Escultura Comparada, dependiente de la Universidad Nacional de las Artes (UNA).

«Nos ponemos a llorar porque está muerto. Era una escuela importantísima para toda Sudamérica», dice a Télam Cárdenas, quien fue docente y que, hoy con 88 años, encarna junto a Pujía esta autoconvocatoria para reabrir la «Catedral del arte plástico», como la definen.

La Escuela Superior de Bellas Artes «Ernesto de la Cárcova» abrió sus puertas en 1923 y se erigió como el posgrado para las carreras de Artes Visuales con egresados y becarios latinoamericanos que llegaban para perfeccionarse, atraí­dos por el prestigio y la calidad de la enseñanza.

Allí fueron maestros Adolfo Bellocq, Miguel Ángel Vidal, Kenneth Kemble, Juan Carlos Distefano, María Juana Heras Velasco, Miguel Ángel Bengochea, Jorge Demirjian y Alfredo Portillo, entre otros.


«Ernesto De la Cárcova, su fundador, había ido a estudiar a Europa y concebía la revolucionaria idea de un acompañamiento para artistas que estén en su proceso de maduración realizado por grandes maestros. Esto rompía el sistema casi doctrinario de generar una técnica o disciplina, sino que era acompañar un proceso abierto de taller», resume Bestard Maggio sobre el espíritu del lugar que quieren devolverle.

Este muralista y escultor que se recibió en los años 80, apuesta ahora -atraído por convocatoria de Pujía y Cárdenas- a una reapertura que contenga un proyecto concreto y un plan de estudios al que se suman Carlos Scanapieco, Liana Delpiero, Analí­a Romero y Nicolás Boschi, entre otros.

«La carrera se cierra entre 2003-2004, después siguen cursos de extensión y seminarios. Pero en 1991 el taller de pintura mural deja de certificar título superior y pierde la especialidad. Ese fue el primer golpe que tiene la escuela», agrega Bestard Maggio en diálogo con Télam.

«Fue un vaciamiento y una falta de reconocimiento de la trayectoria y la importancia que tuvo para la cultura», suma Percivale ,y Dora Bianchi, también egresada en los 80, recuerda: «Fue fundamental, era una escuela que era un taller propio. Había posibilidades de trabajar, intercambiar, fue un ámbito fabuloso».

Cárdenas y Pujía, los «maestros» como lo llaman los otros artistas que fueron sus alumnos, ingresaron a La Cárcova en la década del 50, cuando Alfredo Guido la dirigía con una impronta modernista y de vanguardia, una época dorada en los talleres del antiguo lazareto devenido en espacio de arte. Hoy, son ellos los que le atestan un «golpe de energía» para su reapertura, los que guían esta acción «aunque sea lo último que hagamos», como anuncia Ponciano.

«En el 53, uno de los escultores más importantes, Pablo Curatella Manes -que también era agregado cultural- vino a conocer la escuela, nos sentamos en el césped frente a los talleres, veíamos el Río de la Plata y nos dijo algo que grabé en el alma: ‘yo espero que tengan conciencia de lo que están viviendo en esta escuela porque a lo largo de mi vida no he visto un lugar como ésto’. Es que De la Cárcova se inspiró en la Escuela Superior de París», recuerda Pujía, de 86 años, que fue escenógrafo del Teatro Colón.

Allá por los 50, Cárdenas hizo escala en Buenos Aires desde su Bolivia natal para embarcarse hacia Madrid y seguir sus estudios, pero antes se dio una vuelta por «La Cárcova».

«Lo primero que me dijo Guido, el director, fue: ‘tome asiento, hermano boliviano’. Recorrí, entré al taller de escultura y estaban Ermando Bucci, Ary Brizzi, Bruzzone, cuando me estaba yendo, pensé, ¡a qué carajo voy a ir España! si este es mi lugar. Era fantástica, no se la pueden perder. Esa escuela me dio todo», dice y recuerda emocionado el día que lo llamaron para avisarle que había sido designado como docente: «fue un sueño inmenso, nunca pude olvidarme, por eso dediqué toda mi vida a esa escuela».

El germen de esta convocatoria surgió a fines del año pasado, cuando antiguos ex alumnos se reunieron en las instalaciones de la escuela para homenajear al escultor Francisco Marino Di Teana, «uno de mayores artistas internacionales que dio esta escuela», como lo recuerdan. «Allí surgió hablar de refundarla y a fuerza de estar comunicando esta idea, recibimos gran cantidad de adhesiones», dice Pujía a Télam.

Para cada uno de estos artistas, La Cárcova fue la que les dio la posibilidad de trabajar en un taller, de verlo desde adentro y atravesar la experiencia de hacer arte y ser guíados por maestros. «No implicaba una etapa de formación, lo que se añora es que ese tipo de procesos de acompañamiento ya no se dan en Argentina a nivel estatal», explica Bestard Maggio.

Y Percivale, también ex docente allí, delinea: «La Cárcova te daba una salida laboral, se hacían concursos para emplazar obras en hospitales, escuelas, escenografías. Te daba la posibilidad de estudiar e ir hacia la gente. Tenemos que volver a hacer acompañamiento y que la obra vuelva a la gente, al Estado».

Entre las ideas de reapertura como espacio de formación superior, de «volver a darle vida», Bestard Maggio remarca que «hoy enseñan a confrontar, no a buscar la complementación. La refundación jugaría un rol importante en no perder nuestra cultura americana y europea en el arte, ese sincretismo que ya tenemos, y buscar en esa diversidad un nuevo equilibrio».

Y Cárdenas retoma: «Queremos que la escuela empiece a funcionar como tal, esto es propiedad del pueblo. El arte es la columna vertebral de un pueblo. Que las autoridades se den cuenta que lo que estamos defendiendo es de ellos. La obra es una imagen que representa a su país, a su época. Es la fuerza del hacedor de arte, hay que volver a eso. La obra de arte hay que gestarla, hay que seguir ese proceso de formación y la escuela te enseñaba eso: a ser vos mismo y que aprendas a gestar».

Mientras Pujía concluye emocionado: «Esta lucha es una forma de gratitud a quienes nos dieron la posibilidad de mejorar, aún a los que veníamos de extractos más humildes porque ahí no había diferencias, ni de clase, ni de sexo, ni de ideología. Esta convocatoria para la reapertura es una deuda de gratitud porque le tenemos que dejar a nuestra descendencia -alumnos, hijos, nietos del arte- algo valioso».

(Visited 41 times, 1 visits today)