Primeros Años de San Martín – EL SABLE CORVO – Primera parte por Mabel Alicia Crego

José Francisco de San Martín nació 25 de febrero en 1778, en Yapeyú, en las edificaciones de una ex misión jesuítica que estaba situada a orillas del río Uruguay, en la Gobernación de las Misiones Guaraníes del Virreinato del Río de la Plata (en la actual Provincia de Corrientes, Argentina).                                            

 
Yapeyú había sido fundada en febrero de 1627 por los Jesuitas y se transformó con el tiempo en el más importante centro ganadero del Río de la Plata, famoso por sus zapaterías, cuyos productos eran exportados a Chile y Perú. También se producían ahí diversos instrumentos musicales de gran calidad. La población de Yapeyú se dedicó principalmente a la explotación ganadera a partir de ganado cimarrón capturado entre los ríos Uruguay y Paraná y por la compra de ganado correntino en 1634. Con estos animales, se formó una vaquería entre el arroyo Guaviraví y el río Miriñay, posteriormente se fundaron estancias en esa zona, como la de San Andrés en 1657, con indígenas yaros y 500 cabezas de ganado. Esta estancia-reducción fue abandonada al año siguiente y sus animales conformaron la vaquería de Yapeyú.
 

Nota Mabel Alicia Crego: Primeros Años de San Martín - EL SABLE CORVO

Todo esto decayó con la expulsión de los jesuitas en 1767, pero Yapeyú siguió siendo una ciudad importante, dentro de la estrategia española para estas tierras. Yapeyú, su nombre completo es Nuestra Señora de los Reyes Magos de Yapeyú, fue fundada el 4 de Febrero de 1627 por el padre jesuita Pedro Romero. Dado que Yapeyú fue el lugar de residencia del superior de los misioneros jesuitas, el pueblo adquirió una situación privilegiada, entre todos los poblados, cuya misión era albergar e instruir a los indios evangelizados. Pero el privilegio de su posición geográfica también significó que Yapeyú fuera continuamente acechado por los portugueses y los indígenas yaros, minuanes y charrúas. En 1817 un ejército portugués, conducido por el brigadier Chagasinvadió, saqueo y prendió fuego el pueblo de Yapeyú.
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En 1860 fue dictada una ley por la cual, se establecía la reconstrucción del pueblo.   
        
En 1887 el agrimensor Martín Zapata concluyo la delineación del pueblo, correspondiendo la manzana 45 al costado sur a la casa donde naciera el Libertador. 
 
El 6 de Octubre de 1945, el Congreso Nacional declaró al pueblo de Yapeyú, Lugar Histórico Nacional. De esta manera se homenajeaba la memoria del prócer, recuperando su casa natal para abrirla a todos los argentinos. 
 
«Yo nací en la casa de gobierno de Yapeyú», dijo José de San Martin a Domingo Faustino Sarmiento cuando lo visitó en Francia.
 

Nota Mabel Alicia Crego: Primeros Años de San Martín - EL SABLE CORVO - Primera parte

Juan de San Martín contrajo matrimonio con Gregoria Matorras, por poder, el 1 de octubre de 1770, con las bendiciones del obispo de Buenos Aires. Poco después se trasladaron a Calera de las Vacas (hoy en Uruguay), como administrador de la estancia jesuítica. 
 
Allí nacieron tres de sus hijos. Más tarde el gobernador de Buenos Aires, Bucarelli, encomendó al Capitán don Juan de San Martín, el cargo de teniente gobernador de Yapeyú en 1774. El gobernador del departamento, sirvió como militar a la Corona española y se convirtió en el primer teniente gobernador de la Gobernación de las Misiones Guaraníes con sede en Yapeyú, que había sido creada para administrar, las treinta misiones jesuíticas guaraníes, luego de que la orden fuera retirada de América por el rey Carlos III en 1767.
 
José Francisco de San Martín nació un 25 de febrero de 1778, fue el menor de cinco hermanos: María Elena (nacida el 18 de agosto de 1771), Manuel Tadeo (el 28 de octubre de 1772) y Juan Fermín (el 5 de febrero de 1774), todos nacidos en la Real Calera de las Vacas, jurisdicción de la parroquia de Las Víboras (hoy en Uruguay). Justo Rufìno (1776) nació en Yapeyú al igual que su hermano José Francisco, el futuro Libertador de América, quien pronto comenzó a ser cuidado por una niñera india, Juana Cristaldo (otros historiadores dicen, que era Rosa Guarú) y según doña Gregoria, lo «consentía demasiado». 
 
Dice en su libro Carlos Salas «Seguramente San Martin no asistió a la escuela, ni se inicio en el conocimiento de las letras, por lo cual no le pudo quedar de Yapeyú, sino una imagen del paisaje, pero fue suficiente para encender en su espíritu, las fuerzas telúricas que en los años de la madurez le harían añorar a su América lejana y ansiar regresar algún día, a las fuentes de su vida. Ya hombre, conservó en su recuerdo y en su sentimientos, la influencia del llamado del terruño, las vivencias y acaso esa intuición que proviene de lejanos y primeros recuerdos que llegan al alma desde el pasado».
 
Cuando José tenía apenas tres años, toda la familia debió abandonar Yapeyú y trasladarse a Buenos Aires. El virrey Vértiz le ordenó a Don Juan, hacerse cargo de la instrucción de los oficiales del batallón de voluntarios españoles. 
 
Los San Martín vivirán en la capital del virreinato hasta fines de 1783, cuando

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 fue aceptado el pedido de Don Juan para regresar a España. 
 
Se le encargó la dirección de un regimiento en Málaga y allí se instaló la familia. José, que tenía por entonces ocho años, se supone que estudió en el Seminario de Nobles de Madrid. Allí aprendió latín, francés, castellano, dibujo, poética, retórica, esgrima, baile, matemáticas, historia y geografía. 
 
En 1789, a los once años ingresó como cadete al regimiento de Murcia y en poco tiempo ya tomará parte activa en numerosos combates en España y en el Norte de África. Entre 1793 y 1795 durante la guerra entre España y Francia, el joven San Martín tuvo una actuación destacada en todos los combates en los que participó, y ascendió rápidamente en sus grados militares hasta llegar al de segundo teniente. En la guerra contra las fuerzas napoleónicas y ya con el grado de Teniente Coronel, fue condecorado con la medalla de oro por su heroica actuación en la batalla de Bailén el 19 de julio de 1808.
 
El joven José no olvidaba sus orígenes americanos y estaba muy al tanto de los sucesos del Río de la Plata. Al enterarse de los hechos de mayo de 1810, decidió pedir el retiro del ejército español para poner sus conocimientos y experiencia al servicio de la naciente revolución americana. Había tomado contacto en España con círculos liberales y revolucionarios que veían con simpatía la lucha por la emancipación americana. Salió de Cádiz para Londres el 14 de septiembre de 1811. 
 
Londres ya era por entonces la gran capital de la Revolución Industrial a cuya sombra florecían las ideas liberales, ante todo en lo económico, pero también en lo político. 
 
Allí prosperaban los grupos revolucionarios como la «Gran Hermandad Americana», una logia fundada por Francisco de Miranda, un patriota venezolano que se proponía liberar América con la ayuda financiera de los ingleses. 
 
Durante sus cuatro meses de estadía en Londres, San Martín tomará contacto con los miembros de la «Hermandad», sobre todo con Andrés Bello y con personas vinculadas al gobierno británico, como James Duff y Sir Charles Stuart, quienes le hacen conocer el plan Maitland. El plan, un manuscrito de 47 páginas, había sido elaborado por el general inglés Thomas Maitland en 1800 y aconsejaba tomar Lima a través de Chile por vía marítima. San Martín tendrá muy en cuenta las ideas del militar inglés en su campaña libertadora.
 
Antes de embarcarse para América, don José Francisco de San Martín adquiere en Londres, seguramente a fines de 1811, el sable corvo que lo acompañaría durante toda su campaña en tierra americana.                       .
 
La compra del arma, totalmente distinta en sus características a la Espada de Bailén, es índice revelador del espíritu que animaba al futuro Libertador desde el momento mismo del inicio de su nueva gran empresa.     .                                
 
El arma que compra entonces en la capital inglesa, es un fiel reflejo de su personalidad. Se distingue por sus severas líneas como por su sencillez, tanto de empuñadura como de la vaina, carente de oro, arabescos y piedras preciosas como gustaba usar entonces los nobles o altos jefes, en sus espadas.
 
Llevaba implícita, además, la practicidad de su futuro uso, pues estaba presente ya en San Martín el armar a sus escuadrones de granaderos, con el corvo que su vasta experiencia guerrera le decía constituiría la mejor arma para decidir la victoria en una carga de caballería, especialmente en aquel tiempo y en aquel característico teatro de operaciones.               .
 
El General San Martín impuso a sus granaderos el uso del sable corvo como principal arma de guerra, los cuales, al decir de Sarmiento, se caracterizaban por ser »anchos en la punta, suavemente templados, de empuñadura delgada y montados con adorable equilibrio».
 
El 3 de febrero de 1813 los Granaderos de San Martín entraban por primera vez en combate frente al Convento de San Lorenzo, en Santa Fe. La batalla duró solamente 15 minutos, el triunfo fue total y el prestigio del ahora coronel San Martín, crecía sin cesar. 
 
Los sables que usaron los granaderos en los primeros años de su organización, eran de latón y variados, pues no habiendo en los depósitos existencias, se echó mano a los pocos que había, encontrándose algunos de los que fueron recogidos por el antiguo Cabildo de Buenos Aires. Posteriormente, al establecerse la Fábrica de Armas Blancas en Caroya, provincia de Córdoba, los granaderos pudieron contar con la uniformidad de su armamento, cuyas hojas, antes de emprender el paso de los Andes, fueron afiladas a malijón en Mendoza, por el maestro mayor del gremio de barberos, D. José Antonio Sosa.
 
La escasez de sables en los granaderos a caballo al organizarse los dos primeros escuadrones era tal, que el Teniente Manuel Hidalgo enviado a mediados de enero de 1813 a Santa Fe, con 38 granaderos, marchó con machete como única arma, «impropio para toda clase de soldado», y recién después de llegar a Concepción del Uruguay, el Mayor Hilarión de la Quintana, Jefe de las fuerzas de Entre Ríos, logró recoger entre los que se encontraban, aquellos «28 sables de latón» de varios paisanos a quienes »he suplicado me los donen», así lo comunica por nota, el Sargento Mayor Hilarión de la Quintana, el 18 de agosto de 1813.
 
A la tropa de los 3 y 4 Escuadrones que actuó tan eficazmente en la Campaña del Oriente, se le proveyó sables de Caballería con vaina de metal y otros simples sables de vaina de acero y biriquíes.
 
Poco tiempo después de arribar a Tucumán (12 de enero 1814) los 1 y 2 Escuadrones del Regimiento, el General San Martín proveyó de sables a toda la tropa de estos Escuadrones, tomándolos de las milicias, cambio las lanzas, por los sables que traían desde Buenos Aires los Granaderos a Caballo.
 
A los oficiales se les entregaron 29 espadas toledanas de Caballería, que existían en la armería a cargo de D. Domingo Matheu, en julio 2 de 1813.
 
En un estado, que lleva la fecha del 26 de noviembre de 1813 en Santa Fe, apreciamos que los 51 granaderos del capitán Necochea figuran todos con sables, además de 21 lanzas y 12 tercerolas, pero el resto de las tropas de esa guarnición Regimiento N 1 de Blandengues y Milicias de Caballería, ninguno tiene sable y sí solamente bayonetas.
 
El sable estaba prendido a la cintura por tiras de cuero blanco al alumbre, siendo el cinturón como la dragona, del mismo cuero y color. El efecto que produjo el sable de los granaderos, desde su primer encuentro en San Lorenzo, fue terrible, elevó la moral de ellos, deprimiéndola en los realistas, ya por sus cargas disciplinadas como por la pujanza de sus brazos, que muchas veces y en tantas ocasiones, comprobaron la veracidad de las palabras de su jefe, que con esa arma formidable, podían cortar la cabeza de los godos como si fueran sandías y así lo hicieron.
 
Digno ejemplo fue para los soldados, el formidable tajo que montado en pelo, da el Capitán Necochea, al soldado realista que se adelanta al Escuadrón del Comandante Vigil en el Tejar.
 
«La impresión que a las tropas realistas le había producido el sable de los granaderos a caballo, los había transformado en prudentes, con la sola aparición de un pequeño grupo de éstos. Así en Landa (Provincia de Entre Ríos, próximo al Fuerte de Ibicuy), el 21 de noviembre de 1813, veinte granaderos a caballo de los del teniente Hidalgo, no pudieron provocar al combate a una fuerza aproximada de 600 individuos, que cruzaban un estero de una vara de profundidad, buscando el abrigo de sus buques, a pesar de la mofa que les hicieron». (Parte sobre la Retirada de Landa).
 
La instrucción del sable así como el de las otras armas en el ataque como en la defensa, la enseñaba personalmente el Coronel San Martín, «explicando con paciencia y con claridad, los movimientos, sus actitudes, su teoría y sus efectos».
 
Actualmente, se encuentran sables corvos de granaderos de aquella época en museos, círculos de armas y colecciones particulares.
En el Museo del Regimiento Granaderos a Caballo «General San Martín» pueden apreciarse cuatro sables, dos de ellos encontrados en los campos de batalla de Chacabuco (Chile) y Río Bamba (Ecuador), respectivamente.
 
(Continuará….)
Mabel Alicia Crego email
  Vecina y Docente de Barracas

 

FUENTES:

  • – «San Martin» historiador, divulgador y escritor Felipe Pigna.
  • – Datos de Horacio Antúnez, Miembro Asociación Cultural Sanmartiniana.
  • – «La cuna del Héroe» Carlos Salas experto en estudios sanmartinianos
  • – Datos recogidos del Museo Sanmartiniano en Yapeyú.

FOTOS:

  • De autoría de la autora de la nota tomadas en Yapeyú.
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