El Paseo de San Benito de Palermo por Mabel Crego

Puente Riachuelo
Puente Riachuelo

La historia de Barracas comienza a modelarse a fines del siglo XVIII, con el “Riachuelo” como el principal protagonista y las “Barracas” que se erigen en sus costas. Por necesidad de comunicación, se construye el puente “Barracas” en maderas duras, hasta el de hierro, que se levanto en el siglo XIX.

Como complemento y a continuación del puente se mejora el “Camino de Barracas” hasta el centro de la ciudad, conocido después como el de “La Calle Larga” actual avenida Montes de Oca.  Su traza corta los campos y sigue a un costado de  “los corrales del alto”. En esa época pasaban sus días de descanso en las chacras de Barracas, personajes famosos, entre ellos los Alzaga, Cambaceres, Sáenz Valiente, Guerrero, Nicolás Avellaneda, Luis Sáenz Peña, Manuel Augusto Montes de Oca y Guillermo Rawson. 

En el año 1836 Juan Manuel de Rosas, gobernador de la provincia de Buenos Aires compra varios terrenos en la zona norte,  llamada entonces  “bañado de Palermo”.

Para esa época las familias mas importantes de la élite porteña tenían sus residencias, en la elegante  “Calle Larga”  de Barracas, pero el gobernador Rosas, tenía una personalidad  muy  particular y prefería la soledad y  los bañados de Palermo, al  contacto con las familias mas adineradas de Buenos Aires, de la bulliciosa y concurrida zona   “paqueta”  de Barracas.

En el libro “Buenos Aires de Antaño” de Luis Cánepa dice:  “…el paseo de Palermo fue antiguamente un lugar inculto y abandonado, don Juan Manuel de Rosas adquirió esos terrenos para levantar su residencia veraniega… ”

Los terrenos eran bajos, arenosos y arcillosos, llenos de pajonales y con patos silvestres, para poder utilizar los terrenos, hubo que rellenarlos en su mayor parte, se dice que el mismo Rosas se ocupaba personalmente de rellenar los bajos anegados, para lo cual se traían carretas cargadas con tierra desde las barrancas de Belgrano donde Rosas tenía otras propiedades.

Había un monte natural de sauces, ceibos, espinillos y mimbres en este bañado y llevó años sanearlo, haciendo habitable el entorno natural de la residencia.

Se arreglaron  y rellenaron los intransitables caminos de entrada y los laterales, cubriéndolos con conchillas blancas, llamado macadán de conchillas que le daba solidez y durabilidad.

Su nombre se cree que se originó, por haber existido cerca de allí, en dirección a Belgrano, una capillita llamada San Benito de Palermo, santo negro y a Rosas se le ocurrió bautizar su propiedad con el nombre Palermo de San Benito, pues así encabezaba los documentos y correspondencia que firmaba.

La construcción de la Residencia de Rosas, al mismo tiempo sede del Gobierno de la provincia de Buenos Aires, se realizo con barro y argamasa que se extraía de una calera de Belgrano. La obra se termino en 1838. El maestro Miguel Cabrera realiza una segunda construcción en 1843.

Habitaba su residencia de San Benito de Palermo cuando no estaba en su casa, ubicada en la actual calle Moreno y Bolívar, en el centro urbano de la gran aldea.

Casa-de-Rosas
Casa-de-Rosas

Nos cuenta Manuel Bilbao en su libro “Buenos Aires” periodo comprendido entre los siglos XVIII y XIX, que era una casa de bajos con corredores de arcos a los lados, teniendo en cada ángulo recto de los extremos, un baluarte.

Manuela Rosas ocupaba cuatro habitaciones en la parte oeste del edificio y Rosas ocupaba las del este, frente al Rio de la Plata.

Su habitación personal tenía el siguiente mobiliario, una cama de bronce, un armario en la pared, sobre la estufa un gran espejo. Enfrente de su cama tenía su escritorio particular y en el medio de la pieza,  una gran mesa llena de expedientes.

Dos chiffoniers de caoba, en uno guardaba su dinero particular y en el otro lo del estado, completaban el decorado de la pieza.

El salón de recibo estaba al oeste, abundando los espejos y muebles de caoba.

En la parte sur había una capillita en la que había una imagen de la purísima. Era su capellán un franciscano, que habitaba una pieza de las del oeste con don Máximo Terrero, ( futuro esposo de Manuela ).

Después de la misa de los domingos, el capellán entonaba el cántico siguiente:

Y todos los oyentes al finalizar decían, ¡Ave María!.
Las cuentas de este rosario
Son balas de artillería
Que todo el infierno tiembla
En diciendo ¡Ave María!

Los pisos eran de baldosas muy limpias, los cielos rasos de madera pintada de blanco y el alumbrado se hacía con lámparas de aceite, que no tenían rival en su época.

La maestranza ocupada por una escolta compuesta de hombres de confianza de Rosas, la mayor parte de ellos peones de sus estancias, estaba situada donde está el cuartel de infantería en la esquina de las avenidas Alvear y Sarmiento.

El camino a Palermo se encontraba muy bien cuidado y el macadán de conchilla que allí había no ha sido superado en solidez por el actual hormigón. En el camino de Palermo se encontraba el almacén de Roque, donde paraban las carretas que venían de San Isidro.

El camino de entrada estaba adornado por postes pintados de rojo y unidos por cadenas, también canalizó un arroyo, profundizándolo que circulaba en línea recta hacia el Río de la Plata. Creando también un estanque, que fue el primer lago  artificial  de la Ciudad de la Santísima Trinidad y Puerto de Santa María de los Buenos Aires, para solaz y esparcimiento.

Las plantaciones de Palermo especialmente los naranjos, como otros árboles, eran cuidados prolijamente por una cantidad de gallegos que Rosas, que gustaba mucho de las naranjas y de los higos que se producían en su quinta, tenía dedicados especialmente para ello.

Dormía con las puertas abiertas y no tenía en su casa mas gente armada que sus asistentes.

En los salones de atención y honores se hacían veladas muy importantes ya que Palermo fue durante el gobierno de Rosas, el punto donde se resolvían las grandes cuestiones nacionales. Fue el sitio que frecuentaron los personajes nacionales y extranjeros, funcionarios y diplomáticos acreditados en Buenos Aires, hombres de gran cultura de la época.

Siempre había músicos y maestros de las artes corales y los instrumentos más comunes eran el piano, flauta y violines. En aquellas reuniones abundaba el chocolate y  el mate de leche aromatizado con canela o vainilla.

Después de la batalla de Caseros, Urquiza ocupo la casa con su ejército destruyendo mucho de lo que en él había. Con posterioridad a esos años agitados la casona fue sede de la escuela de Artes y Oficios del Colegio militar y de la escuela Naval.

Daguerrotipo San Benito
Daguerrotipo San Benito

El 11 de noviembre de 1875, una comisión compuesta por José A. Guiraldes, Carlos Pellegrini;  Julio Dormal y Eduardo Wilde, presidida por Sarmiento, fue la encargada de convertir a Palermo en un paseo público, inaugurando el “Parque Tres de Febrero”.
Poco después fueron creados el Jardín botánico y el Jardín Zoológico.
El tango se afincó también en Palermo y “Hansen” fue su mitológico escenario, por el tiempo en el que aún el arroyo Maldonado se encontraba a cielo abierto y las esquinas del barrio no soñaban que tiempo después cobijarían la leyenda de acunar en sus ochavas a guapos y malevos.

Poco a poco desaparecieron los restos del pasado, el 3 de febrero de 1899 fue demolida por el intendente Bullrich, la majestuosa casona del Restaurador.

En 1917 desaparecieron dos de las tres puertas de ingreso, que cerraban por las noches el paseo, sólo queda como inmóvil testigo, una de las puertas de acceso al parque, que vemos hoy delante del Zoológico de la ciudad de Buenos Aires. 

Mabel Alicia Crego – Maestra de Sección email
Escuela Nro. 15 Barracas

Fotos: Obtenidas de los sitios

Fuentes:

  • “Vida de Don Juan Manuel de Rosas” de Manuel Galvez  Bs. As. 1974
  • “Buenos Aires”  periodo siglos XVIII y XIX  de Manuel Bilbao 1902
  • “Buenos Aires de Antaño” de Luis Cánepa
  • “Arqueología Argentina, las excavaciones de Palermo” de Daniel Schalvenzón
     y Jorge Ramos.   Historia N° 29  Bs. As. 1988
  • “La calle larga” de Enrique H. Puccia  
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