Parque Florentino Ameghino por Mabel Crego

Parque Ameghino
Parque Ameghino

En el barrio porteño de Parque Patricios,  se encuentra el Parque Florentino Ameghino.

Tiene una superficie apenas ondulada y tiene muchos ejemplares de árboles de diferentes clases. Tiene una superficie de 46622 metros cuadrados.

Muchos historiadores aseguran que a principios del siglo XlX las tierras del actual parque pertenecían a la familia de Bernabé Escalada. La quinta era aproximadamente de 3 hectáreas y se ubicaba limitando en las actuales calles Monasterio y Caseros. Estas tierras fueron de sus abuelos. La quinta estaba separada en dos parcelas, una por la calle que ya aparecía en el plano de Manso (Monasterio) y las dos parcelas estaban unidas por el contrafrente y  por el frente la propiedad daba sobre el “Zanjon de las quintas” (actualmente la calle caseros) Allí sobre el frente se encontraba la casona que limitaba al oeste con la propiedad del coronel de marina Tomas Espora (única propiedad de aquella época  que hoy se conserva en el barrio).

Bernabé Escalada de Demaría era hijo de las primeras nupcias del padre de Remedios de Escalada de San Martín, ante su ausencia se encargaba del cuidado y atención de la mansión su hermana Maria Eugenia de Escalada y Demaría.

No existe ninguna prueba documental sobre el lugar de fallecimiento de María de los Remedios de Escalada, dado que en el acta de defunción firmada por el doctor Julián Segundo de Agüero, no lo consigna. Algunos historiadores dicen que falleció  en la casa de los Escalada ubicada en J. D. Perón y San Martín donde había sido trasladada pocos días antes de su muerte. Otros historiadores dicen que el traslado de Remedios, que se hallaba en estado Terminal debido a la tuberculosis que sufría, desde la quinta donde paso sus últimos días hasta la casa en el centro de la ciudad, era un sacrificio innecesario. Ante la falta de pruebas escritas acerca de su muerte es de vital importancia el testimonio de la familia. Este testimonio aparece publicado en 1893 en el libro “hojas Históricas” escrito por el Dr. Adolfo Carranza (descendiente de la familia Escalada) quien le habría transmitido su tía abuela Trinidad Demaría de Almeida (sobrina de Maria de los Remedios de Escalada) quien fue testigo presencial del Hecho. Ella manifiesta” que Remedios estaba muy abatida y su enfermedad se agudizaba, su estado empeoró con la muere de su padre. Los médicos le aconsejaban que salga al campo, que el aire libre calmaría sus accesos de tos. Así fue que se fue con su familia a la casa de su hermano Bernabé, donde falleció tísica el 3 de Agosto de 1822”. La muerte de Remedios contribuyó a la disgregación del núcleo familiar.           

El 20 de Junio de 1867 la finca fue comprada por la Municipalidad de Buenos Aires a Claudio Mejía.

El 24 de diciembre de 1867 se inauguró como Cementerio Publico del Sur (habilitado durante el brote epidémico de cólera entre 1867 y 1868).

Este tema despertó mi imaginación y me propuse visitar la plaza buscando rastros de esa historia. Por supuesto, sobresale en el centro del parque, el gran monumento realizado por el arquitecto Juan Manuel Ferrari, (autor entre otras obras del Monumento al Ejército de los Andes, en el Cerro de la Gloria de Mendoza).

«Me detuve consternada en algunos detalles del monumento, como aquellos que representan el hallazgo de un cadáver. No puedo menos que encontrar similitud con la obra del uruguayo Juan Manuel Blanes “Un episodio de la fiebre amarilla en Buenos Aires”».

Según las conocidas investigaciones del historiador R. P. Guillermo Furlong, la ciudad de Buenos Aires tenía calles de tierra, casi siempre fangosas, ya sea por las lluvias, ya sea por las aguas servidas que arrojaban los habitantes sin ningún cuidado solo al grito de ¡Agua va! y que recorriendo las principales arterias, siguiendo la pendiente, quedaban estancadas en algún punto y facilitaban la procreación de insectos, especialmente los mosquitos.

Lo que más llamaba la atención de los extranjeros que se atrevían a visitarnos, era el mal olor que invadía el aire y que la población porteña de entonces no parecía percibir.

Este hedor provenía de tres fuentes                      

1 – De la industria de los saladeros, situados cerca del centro de la ciudad y cuyos desperdicios, carne putrefacta, eran arrojados al riachuelo de Barracas, corrompiendo el agua, que luego era recogida por los aguateros y vendida a la población, en especial cuando las lluvias escaseaban. Era frecuente, que el agua que se compraba contuviera hojas y restos de basura.    

2 – Un segundo factor era la basura que permanecía muchas horas sin ser recogida, y que era usada para rellenar zanjas, tapar pantanos, nivelar veredas, porque era más barato (hasta los caballos que caían muertos, allí quedaban, nadie se molestaba en enterrarlos o sacarlos).

3 –  El tercer factor, el más macabro, era el sistema de inhumaciones.

En el interior del cementerio, el sepulturero recibía una boleta del conductor del carro fúnebre. Luego de leerla, tomaba el cuerpo y lo llevaba hasta el lugar en que lo iba a enterrar; cavaba allí una fosa tan poco profunda que, finalizada su labor, aún se observaba la vestimenta del cadáver. Los muertos se pudrían prácticamente a la vista del transeúnte y sus miasmas pronto se mezclaban con la hediondez que despedían los saladeros.

Una memoria de la Comisión de Salubridad alertó al gobierno de la necesidad de brindar agua limpia, sino también sacar los focos permanentes de infección que rodeaban las viviendas.

El 4 de abril de 1869, recién fue posible brindar al público el servicio de agua corriente. Era una entrega limitada y la calidad del producto dudosa. Sólo unas 1.200 viviendas se beneficiaban con el agua que tomaba del río la empresa que administraba el ferrocarril del oeste. El servicio comenzaba a las 7 de la mañana y se extendía hasta las 2 de la tarde. Esto se debió a que aún no funcionaba la torre tanque de 43 metros de alto de la Plaza Lorea. Pero la inauguración oficial tuvo lugar poco después, el 25 de mayo de 1869. Fue el primer depósito elevado de agua, estuvo emplazado en la parte oriental de la Plaza Congreso y funcionó entre los años 1869 a 1887. El resto de la población no «disfrutaba» del agua corriente, obtenía el agua de los pozos, aljibes o comprándola, sucia, a los aguateros.

Las condiciones higiénicas y sanitarias de Buenos Aires eran muy deficientes: no había cloacas, electricidad, limpieza y, prácticamente, agua corriente ya que eran pocos lo que podían usarla.          

A fines de 1870 se registran numerosos casos de fiebre amarilla en Asunción del Paraguay. En Corrientes el primer enfermo se detecta en diciembre de 1870 y el último en junio de 1871. De 11.000  habitantes que tenía entonces la ciudad mueren 2.000 personas (numero alarmante para aquella época). 

Con el año nuevo en 1871, comienzan a llegar los primeros veteranos de la Guerra con el Paraguay. El 27 de enero se conocen tres casos de fiebre amarilla en Buenos Aires.

A partir de esa fecha se registra un promedio de 10 enfermos diarios. Las autoridades parecen no escuchar a quienes advierten que se está en presencia de un brote epidémico.

A fines de Febrero el Dr. Eduardo Wilde asegura que se esta en presencia de un brote epidémico, pero los dirigentes siguen sin escuchar y continúan trabajando para los festejos del carnaval.

El mes de marzo comienza con 40 muertes diarias. Todas de fiebre amarilla. Ahora el pánico se extiende y los gobernantes  comienzan a preocuparse. La peste desborda en los conventillos de San Telmo  y Barracas golpeando a las familias mas acomodadas. Muchas personas de la elite, deciden abandonar la ciudad. La primera semana de marzo termina con 100 fallecimientos diarios provocados por la fiebre.

Algunos diarios informan sobre el flagelo con titulares catastróficos, estimulando a la otra peste que empieza a atacar a los que se salvaron de la fiebre: ¡el terror! Pero el día  mas terrible fue el 10 de abril con de 546 muertes.  

Los hospitales generales de Hombres, de Mujeres, el italiano y la Casa de Expósitos (Casa Cuna) colman su capacidad. Los sesenta médicos que se quedaron, igual que el puñado de enfermeras y sepultureros, no dan abasto. El puerto es puesto en cuarentena y las provincias limítrofes impiden el ingreso de personas y mercaderías procedentes de Buenos Aires. “Las calles de  Buenos aires eran  un ir y venir de vehículos de todas clases que conducían cajones de todas formas y tamaños”. Cuenta el historiador  Bilbao.

La cifra oficial de victimas es aún hoy tema de discusión, la más verosímil sería la que da la Asociación Medica Bonaerense en su revista  aparecida el 8 de Junio de 1871 con 13.614 muertos!!!!!
Este dato coincide con el diario personal de Mardoqueo Navarro, un sobreviviente que llevaba un cuaderno de apuntes durante toda la epidemia y a quien Scenna revindica como una importante fuente de información.

Según el Dr. Penna “donde hoy se encuentra el apacible Parque Ameghino habrían sido sepultados nada menos que unas 15000 personas.”

El flagelo transmisor de la peste fue un pequeño mosquito el aegyptis Aedes. La microbiología estaba dando sus primeros pasos y los médicos atribuían la peste, a misteriosas “miasmas” invisibles que flotaban en el ambiente.

Así fue como surgió “El Cementerio Provisorio por epidemia del cólera”  primero bajo la actual plaza España, en Barracas, que mas tarde fue reemplazado por el “Cementerio del Sud” donde hoy se encuentra el Parque Ameghino, que fue clausurado definitivamente el 24 de Agosto de 1882.
Posteriormente varios cuerpos fueron trasladados  a otros cementerios, como el Cementerio del Oeste, situado en los campos y chacras de los estudiantes del Colegio Nacional Buenos Aires, (por eso Chacarita o Chacrita de los Colegiales).

El  Cementerio del Sur es transformado en Parque Público en 1892.  Se lo llamó Bernardino Rivadavia y por ordenanza Nº 2.703 del 25 de Junio de 1928 pasó a llamarse “Parque Florentino Ameghino” en homenaje al ilustre argentino antropólogo, paleontólogo, naturista y Director del Museo Nacional de La Plata.

Mabel Alicia Crego – Maestra Secretaria email
Docente JIC 4 d.e. 6º

Fuentes de la recopilación histórica:

Fotos: