«ME HAN OLVIDADO» por Norberto Malaguti

Casa Beiró - José Luis Cantilo 4500
Casa Beiró – José Luis Cantilo 4500 – foto Google Maps – Street View – 04/2023
Una nueva publicación, esta vez un cuento fantástico, de Norberto Pedro Malaguti, que trae la figura del Dr. Francisco Beiró, vecino de Villa Devoto. 

Producto de un inmanejable hábito, no pude más que asociar un hecho, ya que en unos días, asumirán, nuevas autoridades en nuestro país, y en ese habitual delirio, recordé a un prestigioso y querido vecino, que debía asumir la vicepresidencia de la Nación en 1928 acompañando a Don Hipólito Irigoyen.

Ese querido vecino, no era otro que el doctor Francisco Beiró, que fallecía el 22 de julio, pocos meses antes de su asunción. Traía a mi memoria, por recuerdos y testimonios de viejos vecinos, que fuera velado en su propia residencia, en la esquina de Cantilo y Marcos Paz.

Me trasmitían también que el pueblo devotense acompañó a pie, durante veinte cuadras sus restos, en gratitud a un vecino al que solían verlo caminar solo hasta la estación del ferrocarril, cruzando saludos o comentarios. Al que tanto le debían por su interés por el mejoramiento del barrio, por su trayectoria en la presidencia de Consejo Escolar, y su amor a los niños.

Estos recuerdos, aunque no sé la razón, me obliga a contarles una infidencia que tiene que ver con esa cuestión.

Hace unos pocos meses, suena la campañilla de mi teléfono de línea y recibo un llamado muy sugestivo, que tratare de reflejar lo más fiel posible.

  • Hola.
  • Hola hablo con Norberto, el presidente de la Junta de Historia?.
  • Mire, yo ya he hablado muchas veces con Usted, y reconozco todo lo que han hecho para proteger la propiedad del doctor Beiró, pero en esta oportunidad quiero contarle algo que me ha impresionado mucho.
  • Dígame, quién me habla?
  • Perdone, hemos hablado muchas veces de las ocupaciones indebidas, del deterioro que sufrió, siempre encontré en la institución un gran respaldo, pero no quiero en este caso, por lo que le voy a contar, darle mi nombre, y si me reconoce, no lo tome en cuenta.
  • Bueno, me preocupa mucho, están demoliendo la residencia?
  • No! No!
  • Pero no puedo callarlo. Mire Norberto, hace ya un tiempo, cerca de un año atrás, me ocurrió lo siguiente, volvía de noche de mi modista y como vivo muy cerca de la residencia, noté que una luz interior, media celestona, parecía moverse dentro de la propiedad. Me enfurecí me acerqué, y grité, váyanse de ahí, vagos intrusos, que los voy a denunciar, cosa que había ocurrido otras veces, insistí con mis amenazas, pero de pronto esa lucecita se iba extinguido y una voz, con cierto tono de grito apagado pronunció unas dos o tres palabras.
  • Siga, siga por favor,
  • Le pido que tome esto en serio,
  • Por supuesto, me tiene intrigado
  • Bueno, pero viendo la residencia en ruinas, me di cuenta que ya todo estaba perdido y retomé el camino a mi hogar. Qué significaban esas palabras que escuché, no había podido entenderlas bien, en fin, todo quedo ahí. Como la rutina cotidiana nos conduce por caminos inevitables, quedó momentáneamente en el olvido.
  • Señora, la estoy tomando muy en serio, sabe bien que para nosotros son importantes los testimonios vecinales, y sabiendo que cuando me largo a hablar del barrio no me paran, me cortó y prosiguió.
  • Sígame, porque ahora se va a sorprender mucho más, pero espero que tome todo esto con respeto.
  • Por supuesto.
  • Una amiga, también vecina y muchas veces compinche por la defensa de esa residencia, me contó algo muy sorprendente. Le ocurrió también de noche, y le voy a hacer una síntesis, porque con todo respeto ella es demasiado locuaz e ilustrativa.
    Bien, me cuenta que estaba por cruzar Cantilo, contemplaba la residencia absolutamente destruida y la rabia le encendía el alma, todo oscuro silencioso, pero cuando esperó que pasara una de esas camionetas rurales, con focos intensos, ocurrió que iluminó la residencia que brillaba con total plenitud, desnudando su espantoso deterioro.
    Bueno usted dirá, algo normal, y con razón, pero continuó, la camioneta siguió con su recorrido, y Lu…, casi se me escapa, haga de cuenta que no he dicho nada.
  • Por supuesto.
  • La residencia, en su interior, aún seguía iluminada tenuemente. Como es más loca que yo, se acercó a la alambrada de la misma, y empezó a gritarles que se fueran de alli, “intrusos”, “vagos”, adornada de algunas gruesas palabrotas. Despues, de desgañitarse, vio que esa luz abarcaba todos sus ambientes. Al asociarla a lo que me habia ocurrido, empecé a hacerle preguntas. Ella, me relató que no titilaba, por ello no podía ser de una vela, y la propiedad no tiene corriente eléctrica. Tenía una tonalidad azul claro, y se percibía en toda la residencia.
  • Me sentía atrapado por el relato.
  • Continuó el relato diciéndome: Me fui, pero la propiedad seguía iluminada. Otra vez intrusada, se dijo a si misma, rumiando bronca. Pero al contármelo, me animé a relatarle lo que habia ocurrido, unos meses antes, y ambas sentimos que nos invadía un profundo escalofrío.
    Pelando papas, mire lo que le digo, esperando el colectivo, en todo momento, no pude de dejar de pensar en todo eso, y empecé a tratar de descifrar las palabras que aquella noche escuche. Y hace unos días, encontré la respuesta, por eso lo llamo.
    Tómelo como quiera, perdóneme, necesitaba contárselo a alguien, que se sabe escuchar.
  • Bueno gracias, a nosotros nos ayuda mucho. ¿Qué es lo que Usted escuchó?
  • Hoy lo tengo patente, escuché: ME HAN OLVIDADO
ME HAN OLVIDADO
Cuento Fantástico
       Norberto Pedro Malaguti

Sobre Norberto Malaguti

Llegó al barrio de Villa Devoto cuando sus padres se instalaron en el barrio, en la calle José León Cabezón al 3500. Con el tiempo formó una familia (mujer y dos hijos) y se mudó a media cuadra de la casa materna.

Sus estudios primarios los cursó en el barrio, en la Escuela Primaria Nro. “República de Venezuela”. El bachillerato, en cambio, lo realizó en el Colegio Nacional Nro. 12 “Reconquista”.

Empezó la Facultad de Ingeniería, pero el servicio militar interrumpió sus estudios.

Más tarde, con 18 años, entró a trabajar en el Banco de Italia y Río de la Plata, fundado y presidido por Antonio Devoto. Ese no fue el único banco de su vida sino que prestó sus servicios en distintas instituciones bancarias. Pero un día decidió armar una editorial dedicada a la actividad frutihortícola del país.

A los 19 años comenzó su trayectoria en la Asociación Vecinal Villa Devoto Norte donde, durante 37 años, fue un integrante  de la Comisión Directiva.

En el año 2000 conoció a Edgardo Tosi, quien lo convocó a formar parte de la Junta de Estudios Históricos de Villa Devoto, en la cual llegó a ser presidente y actualmente ocupa la vicepresidencia.

Le gusta escribir, no solo cuentos sino también poesías.

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