Manuel Mateo Masculino y sus peinetones por Mabel Crego

PeinetonesLa moda siempre fue caprichosa, en un tiempo las peinetas, además de sujetar los cabellos, eran un símbolo de  prestigio y opulencia, las damas más importantes de la sociedad porteña morían por ellas, más tarde cayeron en desuso.

La peineta llegó a España en el siglo XVIII, preparada para perturbar a las damas en aquella época en Francia, cuya moda extravagante, chillona y aguda pasó los Pirineos para ubicarse en el corazón de Madrid. Era la peineta de teja.  Llamada así por tener la forma de las tejas de los techos a dos aguas que se levantaron en toda España. Llegó a la corte donde las hermosas cortesanas y chulas de finales de siglo XVIII la adaptaron a sus trajes y tocados, convirtiéndola en una joya para la cabeza, de uso indispensable como las caravanas o aderezos de pesadas perlas barrocas.  Recorrió España de una Costa a la otra y allí tuvo su reino.

En las Américas españolas y criollas se trasladaron y adoptaron, aunque a medida que comenzaron a crecer los movimientos independistas  (especialmente en el Río de la Plata ) recibieron otras influencias.

Decía un diario en 1820 … “ Las damas de Buenos Aires han adoptado un estilo en el vestir que tiene algo de inglés y de francés siempre conservando el uso de la mantilla y la peineta que le da un carácter muy peculiar”…

A principios  de  1822  llegó a estas tierras un  inventor de maquinarias español, Manuel Mateo Masculino, para asentarse definitivamente en Buenos Aires. A poco de llegar compra una manzana de terreno en las actuales calles de Venezuela  entre Chacabuco y Piedras, por la suma de 24 onzas de oro. El terreno estaba ocupado en su mayor parte por una laguna en la que se cazaban patos salvajes.

La casa que hizo construir era de las llamadas “de  patio” con varias habitaciones rodeando un patio interno, con hermosos muebles que hizo traer de España y 4 estatuas de mármol que trajo de Barcelona que simbolizaban las estaciones y que actualmente se conservan en el Museo de Luján.

Estableció un local de venta de peinetas en la calle Universidad N° 2 esquina de la plaza y calle Victoria.

En el diario porteño el “Argos de Buenos Aires”  del 16 de Abril de 1823  publicó un aviso que en resumen dice:  …  Ha llegado a esta ciudad para permanecer en ella, Manuel Masculino; fabricante de peines de marfil y peinetas de carey de varios gustos. Ofrece Masculino las máquinas de su invención para fabricación en serie de peines… y el anuncio concluye… su taller tiene 10 operarios que trabajando diariamente producen 100 docenas de peinetas y peines de todas clases” …

PeinetonesPronto la industria de Masculino tomó impulso la fábrica contó al poco tiempo con un plantel de 106 operarios de todas las edades que también incluía mujeres.

Masculino además de la dirección del negocio, proyectaba la forma de los peinetones,  dibujando sus caprichosos arabescos. Estos dibujos pasaban a los talleres o a la aprobación de los clientes.

La fábrica trabajaba 3 clases distintas de carey que se importaban de diferentes lugares, siendo el de la India el más codiciado, por sus vetas. También utilizaba marfiles, nácares, perlas, caracoles marinos, que producían además de los  peines  y peinetas lujosos camafeos,  anillos, pulseras, prendedores, bastones, cabos de cuchillos, etc.

Todos podemos imaginarnos los precios costosísimos que tendrían estos artículos.

Pronto le surgieron varios competidores pero ninguno logró opacar su fama, surgida de la originalidad, modificó la peineta dándole una amplitud hasta entonces desconocida y logrando con sus calados y filigranas  una ligereza que no tenía la maciza peineta española.

En la época de Rosas, Masculino (que con su industria se había vuelto un hombre muy adinerado), compró una propiedad en Barracas frente a la Iglesia de Santa Lucía, donde pasaba sus fines de semana y donde ideaba nuevos modelos de los peinetones,  en forma de campana, media luna, corona, canasta de vueltas, con rulos etc. Creando una serie de peinetones gigantes con  retratos del “ilustre restaurador de las leyes”  y con temas referentes a la “Santa Federación” .

Las dimensiones de la peineta que originalmente eran  de 30 cm. en forma cuadrada, fueron creciendo año tras año, hasta llegar en 1834 a sus máximas medidas de metro a metro y medio. Cuando la moda llegó a su apogeo, muchos se dedicaron a criticarla tachándola de incómoda y antiestética.

Con un humor excelente, Cesar Hipólito  Bacle, el célebre litógrafo, editó en 1833 su segundo cuaderno “Trajes y costumbres de Buenos Aires”  y luego “Extravagancias de 1834”. 

El gigantesco  peinetón no duró mucho tiempo, comenzó a decaer en 1836 aunque la moda pervivió hasta la caída de Rosas, de la mano (de la cabeza diría yo) de su esposa Encarnación Ezcurra el adorno quedó siempre ligado a la facción rosista del federalismo .

La moda de la peineta duró varios años más pero su tamaño se redujo  como era tradicionalmente,  British Packet relata en un diario porteño escrito en inglés:

“Las nuevas y elegantes peinetas son de tamaño moderado, muy distinguidas, verdaderas joyas que me parecen mucho mas convenientes que aquellas monstruosas últimamente en desuso” …

Mabel Alicia Crego  email

Fuentes:

– Profesor Horacio Botalla del Museo de arte Hispanoamericano Isaac Fernandez Blanco
– “Barracas en la historia y en la tradición”  de Enrique Puccia
– “Las beldades de mis tiempos”    de  Santiago Calzadilla

Las fotos que ilustran la nota son de Mabel Crego. 

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