Luis (el Tano): Sombras del Pasado, Núñez – Segunda Parte

Todos se conocían en el barrio. Todos chismeando a todos, contando vida y milagros, reales o imaginarios. Cual colmenar de abejas pululaba la vida durante la mañana, las patronas todas con bolsas colgando del brazo rumbeando para la feria o el mercadito. Una que otra nueva vecina, joven casadita y llegada de reciente, la veías aún media pituquita de tacos altos y revoleando el trasero con una pollera ajustada, era el tiempo de las Chicas de Divito…pero al mes las veías ya ajustadas e incorporadas al resto…el barrio las había plasmado a su manera, y entonces se ponían como decían para justificar la cosa…”un vestidito de entrecasa” y unas chancletas con florcitas. Núñez les había bajado el copete…

La vida recomenzaba a eso de las cinco de la tarde, los veranos.

Notabas que casi todos se habían bañado por los pelos mojados y por los bigudíes de las matronas apretujados bajo la red de plástico. A las ocho todo el mundo ya rumbeaba pà ir preparando la cena y sentías mil olorcitos que venían de ventanas abiertas sobre la calle.

Ello daba motivos para algún marido proferir quejas contra la esposa…”Vistes ?…los de al lado hoy prepararon minestrón y milanesas…vos hace una semana que me das nomás sopita y papas fritas…a ver si te despertás porqué en una de esas me canso y me voy al restaurante….”

Pasando por ahí podías escuchar las conversaciones de cada familia, las discusiones de siempre, la radio prendida y en especial Radio El Mundo que pasaba tangos de Gardel y otros inmortales, o al Cacho Fontana metiendo en el medio alguna que otra música clásica para darle jerarquía al programa.

Si había algún finado, todos pasaban hablando bajito, y a la hora del velorio y del entierro la calle entera se ponía a la puerta para dar su silenciosa despedida. Nunca hubo ni habrá tanta filosofía ancestral hecha síntesis, ni pena concentrada come en aquellas frases…”que barbaridad…que le vamos a hacer…que injusticia en este mundo…pobre era tan bueno…”

Nosotros los de la barra crecíamos libres desarrollando fuerzas mentales físicas y psicológicas a cada minuto. El barrio y ese tiempo te obligaba a ello y te permitía hacerlo en modo natural, pues nuestras vidas callejeras imponían imaginación fantasías rapidez mental reacciones veloces creatividad movimientos destreza cálculos mentales de posibilidad a cada hora…

Y eran entonces carreras de bicicletas alrededor de la manzana que habíamos cerrado colocando carteles afanados de Obras Publicas con escrito « desvió » « cerrado por obra » « cerrado al transito » etc. etc., o bien carreras de 100 metros llanos sobre el adoquinado, salto en alto con una piola entre dos árboles, salto en largo en el potrero de tierra, remontar barriletes incendiados ensopados con trementina, jugar a las bolitas, cambiar y jugar a las figuritas, saltar con la cuerda, tirar pedradas, romper un farol, tirar hondazos, afanar caramelos y chupetines en el kiosco y rajarnos, cargar bolsas de papas para la vieja, controlar la balanza del gallego que te afanaba siempre, y mil otras ejercitaciones que eran pura practica de lo que hoy se llamaría de « trading » « comunicación social » « psicología aplicada » « versatilidad ambiental y adaptación al medio ambiente » y otras boludeces…

El hecho mismo de inventar piropos y hacernos un levante con alguna mina nos obligaba a usar lo mejor de nuestra pletorita fantasía y capacidad verborrágica, pues arriesgabas a que la mina te dijese…Che mersa, a ver si te culturizas un poco antes de dirigirme la palabra…” otra que cursos de “como conquistar la mujer deseada” que hoy muchos frecuentan garpando guita…

Recuerdo una vez en la cola del cine Gral. Paz en Cabildo, vi una mina media flaca pero con expresión de angel, ni la pensé dos veces, yo estaba como a tres metros atrás de ella en la cola, me fui hasta su lado diciendo medio en voz baja permiso vi a mi prima…mientras los otros me puteaban en silencio y con miradas…Le dije: “…Sos católica?…Si, porqué?…Yo también…Y entonces que me querés decir ?…Que entonces somos como hermanos de leche cristiana, y entonces me quiero quedar con vos y hacerte compañía… » Ella sonrió y me dijo sos un cara dura y corajudo…y los otros de al lado que habían escuchado… « Por mocosos como este es que el país se va al tacho, ya no hay futuro… »

Al final, nosotros, los de entonces, vieja barra, cada uno por su rumbo trazo caminos y llegaron al suceso en aquello que amaban hacer. Quien lo hubiese dicho entonces, en aquel escenario, barrio sin abolengo aparente, aquellas escuelas publicas, aquellas familias multiétnicas ibéricas italianas polacas japonesas criollas, aquellas calles que eran casi la prolongación del living de casa…Todos juntos transformados en propios maestros de nuestro futuro.

Tomábamos mate con leche, Barbera con el viejo, o sidra en Navidad.

Era viaje importante y nos vestíamos bacanes al irnos al Centro tomando el “60”…y era símbolo de normalidad y continuidad aquel pedido del colectivero…”a ver señores por favor si se corren un pasito mas atrás…” y uno del fondo retrucaba “…donde querés que me corra? si ya casi estoy colgado de las manijas como una percha?”…

Nuestros valores eran aquellos de nuestros padres, básicos lógicos e intransigentes, casi primarios pero no negociables. Honestidad laburo sacrificios sudores ahorro la casita eran términos cotidianos en los propósitos de aquellos inmigrantes que llegaron con la ilusión de la esperanza que este país les había dado…Después los hechos y la historia de ese mismo país destruyeron lo tanto que había prometido, pero es otra historia, política o social…

Mi pobre viejo fue figura representativa de todo ello, y recuerdo que cuando un día vendió el departamento para regresar a su patria, como otros muchos invadidos por nostalgias irremplazables, lo junto con sus ahorros y creyó llevarse una fortuna…

En realidad, fijate lo que es la vida, años después yo llegué a gastar de grande la misma suma en una sola semana de « vida de bacán » como se decía entonces.

Una vida, una semana, y uno descubre que magnitud y criterios son expresiones casi indescifrables cuando se quiere comparar a un hijo que supero al padre, o a un padre que sacrifico casi todo para que ese hijo lo pudiese superar…

Que chiquitos que somos los hombres a veces, como pasamos de prisa, que poco conservamos de los recuerdos…

Lo que llevo adentro hoy me lo dio todo aquel periodo de mi vida, aquel barrio, aquella gente.

Y sigue siendo grande, muy grande.

Continua…