Se acerca Navidad, a veces los recuerdos se agolpan y dan lugar a lindos pero emotivos momentos, como por ejemplo la juguetería y kiosco de la esquina de Republiquetas y Vidal, el boliche de Domine, de techos altos, pisos de madera. Tenía colgados en su interior mil juguetes, hacia la calle tenia la golosinera con su vidrio para que no le tocaran nada. Allí muchas tardes me para ver y comprar los chupetines Topolín, los bocaditos Cabsha, los chocolates con sorpresa Jack, los caramelos Pirulín, los Paraguitas de chocolate, o los chocolatines blancos Milkibar, que me compraba mi abuelo. El sabor de ir con las monedas a comprar algo rico era inevitable, como inevitable era para esta época empezar a comprar los petardos, las cañitas voladoras, los triángulos, se acuerdan amigos, Dany y Carlitos, poníamos los cohetes en tierra humedad para que la explosión fuera mas grande, o dentro de una lata para que hiciera mas ruido, o sacrificábamos un helado para ver hasta donde llegaba y a quien salpicaba, cosas de pibes, peligrosas, pero cosas de pibes al fin. El 24 de Diciembre la calle se vestía de fiesta, Domine sacaba todo su arsenal de juguetes a la vereda, horas y horas nos pasábamos contemplando los chiches que mas tarde papa Noel nos iba a traer, las ansiedad nos comía, nos sentábamos en el umbral de la heladería de mi viejo y fantaseábamos, tratábamos de adivinar que arreglo tendría Domine con papa Noel para saber la hora que este iba a venir a buscar los regalos, imposible verlo y saberlo, así se iba muriendo la tarde para dar paso a las luces de navidad, la calle por un instante se iba despoblando, solo se escuchaba el rumor de la gente en las ventanas, nosotros cada uno con los suyos, hasta que por arte de magia aparecían los regalos en el arbolito, ¿ en que momento había entrado?, ¿Domine lo había llamado?, los viejos se dieron cuenta?, la verdad que era una incógnita, pero lo cierto es que allí estaban, envueltos en papel regalo, 10, 9, 8…. Feliz navidad, y a abrir los regalos, Domine mira lo que me trajo papa Noel, él estaba sentado en la puerta y esbozaba una sonrisa cómplice, quizás como rememorando su infancia, uno a uno nos íbamos encontrando, mostrábamos nuestros trofeos, nunca supimos porqué Papá Noel llegaba a todos lados a la misma hora, lo que sí se que un día el negocio de Domine no abrió mas, la dulzura de sus golosinas se fue con el al cielo, y se que desde allí le daba sus juguetes a Papá Noel y los reyes para que siguieran estando todos juntos a la misma hora.