Barracas es un barrio tranquilo, pero siempre ha sido signado por inundaciones, incendios y derrumbes. El barrio está marcado, por su cercanía al Riachuelo y los terrenos pantanosos de antaño, que fueron rellenados para edificar nuevas viviendas de muchos pisos, a través de los años y el crecimiento poblacional.
Barracas es un barrio tranquilo, pero siempre ha sido signado por inundaciones, incendios y derrumbes.
El barrio está marcado, por su cercanía al Riachuelo y los terrenos pantanosos de antaño, que fueron rellenados para edificar nuevas viviendas de muchos pisos, a través de los años y el crecimiento poblacional.
Recuerdo de niña, como se derrumbo el edificio de 14 pisos ubicado en Av. Montes de Oca al 600, cedió toda la estructura y cayó a la Avenida. Un temblor paralizó a todos los barraquenses en ese momento.
En los sótanos de varios edificios modernos, el agua se filtra y debe ser extraída con bombas. Las napas de agua surgen, a pesar del trabajo del hombre.
Las inundaciones por el desborde del Riachuelo eran frecuentes hace 50 años, eso explica, por qué vemos aún en varias calles, como en Isabel La Católica y otras, las escaleras en las veredas, en algunas calles llegan a 1 metro y medio desde el adoquinado.
También son frecuentes incendios en las barracas, antiguos depósitos, de lanas y cueros, que todavía siguen cumpliendo su labor. Los Bomberos Voluntarios de La Boca, barrio hermano, siempre estuvieron cerca para socorrer a los damnificados.
En el año 1876, durante la presidencia de Nicolás Avellaneda, hubo una afluencia inmigratoria muy grande y el barrio de La Boca del Riachuelo, que por aquellos tiempos era un suburbio, comenzó a recibir el flujo de estos inmigrantes. Italianos, españoles, holandeses, alemanes, franceses y demás contingentes llegaban a estas tierras muy lejanas de las suyas buscando un porvenir.
Esta situación hizo que surjan los conventillos, que eran viviendas construidas a partir de los rezagos de los astilleros de la zona, maderas, chapas, las cuales eran muy precarias y de fácil combustión. Además, la Boca estaba muy distante del casco céntrico de la ciudad, que estaba comunicado por calles de tierra que se volvían intransitables con la lluvia lo que impedía el llamado de socorro e ingreso del único cuerpo de bomberos que poseía la ciudad.
Motivado por un incendio ocurrido a principios del año 1884, Don Tomas Liberti, conjuntamente con su hijo Oreste y un grupo de compatriotas, se reunieron y decidieron organizarse.
Al finalizar la reunión de ese domingo 2 de Junio de 1884, fue fundada la ?Sociedad Pompieri Voluntari Della Boca?, primera entidad de su tipo en el país.
El primer edificio que cumpliría las funciones de cuartel se ubicó en la calle Necochea, entre Lamadrid y Avenida Pedro de Mendoza, en cuyo frente se colocó un cartel que decía: ?Volere e Potere? que en genovés significa ?Querer es Poder?. Y así comenzó la historia que ya cumple 130 años. El cuartel de bomberos voluntarios de La Boca fue el primero en el país.
Luego se creó el cuartel de Bomberos de la Policía Federal Argentina, que fueron los que principalmente actuaron en este terrible incendio, que llena de dolor a todo el barrio de Barracas.
El siniestro comenzó alrededor de las 8 hs. del martes 4 de febrero y abarcó un predio de más de mil metros cuadrados. Unas siete dotaciones trabajaron en el lugar. Después se escuchó una explosión y el derrumbe de la primera pared.
A partir de ese momento, la conmoción de adueñó del barrio de Barracas, donde varios vecinos salieron corriendo a pedir ayuda a la policía, mientras que otros buscaron refugio en sus casas, ante el fuego que crecía.
Todos los vecinos comentaban, ?estamos acostumbrados a ver incendios, pero esto es descomunal!?.
Un grupo de valientes bomberos estaban intentando por la calle Azara, abrir el portón con la amoladora, cuando cayó la pared por la calle Jovellanos y Quinquela, sepultando a varios bomberos bajo los escombros. A los 15 minutos comenzaron a caer otros tres muros con gran estrepito, fue un temblor terrible.
Cuatro bomberos de la Policía Federal más otro bombero voluntario, murieron inicialmente y luego fallecieron otros dos que habían sufrido graves traumatismos. Los gritos de los bomberos que veían a sus compañeros quedar bajo los escombros era desgarrador, una tragedia que apagó la vida de 7 bomberos y 2 rescatistas de defensa civil, en cumplimiento de su deber.
El fuego se extendió rápidamente al otro lado del depósito. Seis manzanas alrededor de la zona del desastre estuvieron cercadas. El sonido estridente de las sirenas de las autobombas y las ambulancias resonaban cortando el aire. El helicóptero observaba el desastre desde el arriba, todo era caos y desolación.
La imagen durante gran parte del día, fue la de decenas de móviles de los bomberos , ambulancias y la Guardia Urbana, la Federal y el Grupo Especial de Rescate, camiones de todas las fuerzas y mangueras desparramadas en el piso.
La montaña de escombros alcanzó los tres metros. Las columnas de hierro del galpón formaron un enjambre con las vigas retorcidas. El olor a papel quemado, cuando caía la tarde, seguía impregnado el aire. Y el humo blanco y picante para los ojos era casi un fantasma de lo trágico. Caída la noche, las cuadras continuaban valladas y el humo blanco era una nube instalada sobre la esquina destruida de Barracas.
Al día siguiente el velatorio y el cortejo fúnebre de los héroes fue muy estremecedor.
Luego del sonar de sirenas y en un cerrado aplauso, los coches fúnebres y vehículos con familiares de los fallecidos salieron del edificio policial, ubicado en avenida Belgrano, acompañados de una guardia de tránsito en motos y personal de la dotación 101 y 102 de bomberos y otros móviles policiales.
La autobomba (de los que ya no estaban) repleta de coronas y flores integró el cortejo detrás de los autos fúnebres que llevaron los restos de los bomberos pertenecientes a la Policía Federal, mientras que durante todo el trayecto hasta la Chacarita, el paso de la caravana estuvo acompañado por las sirenas de las unidades.
Decenas de personas, vecinos de la ciudad, se reunieron espontáneamente, en las calles al paso del cortejo, para expresar su admiración hacia los bomberos, aplaudirlos y arrojarles flores, como muestra de agradecimiento y admiración por la heroica tarea desempeñada por los bomberos.
Mientras en Barracas, otras varias dotaciones de bomberos, seguían trabajando sin descanso, apagando el incendio que quería resurgir.
La acción de estos bomberos que ofrecieron su vida sin esperar nada a cambio, como los otros que trabajaron, arriesgada e incansablemente y con una sensación térmica de 40 º, durante días, debe ser un ejemplo moral para cada uno de nosotros.
Estos héroes bomberos, como muchos otros reales héroes de nuestra historia, nos deben hacer reflexionar, que nuestra sociedad cuenta con grandes hombres y mujeres, reconocidos o no, que nos dan su ejemplo. Este debe servirnos para que todos seamos, día a día, más solidarios y generosos de corazón, para construir poco a poco una sociedad mejor para nuestros hijos.
Todo mi reconocimiento y admiración a todos los bomberos que arriesgan sus vidas por sus semejantes.