Hipódromo Argentino de Palermo – Una historia de 140 años

El caballo siempre ocupó un lugar de privilegio en américa. En nuestro País se remonta a la época en que arribaron los primeros ejemplares, hecho ocurrido en 1536 cuando Don Pedro de Mendoza llegó a nuestras costas. Según Ulrico Schmidl, cronista de la época, fueron 72 ejemplares. Con el correr del tiempo y la posterior llegada de más equinos en toda América, se originó la mezcla de las distintas razas. Desde entonces el noble rocín fue el vehículo único e imprescindible que hizo del nativo un «hombre de a caballo».

por Vigía
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 (nota publicada en www.palermomio.com.ar)

Vale recordar lo escrito por Lucio V Mansilla: 
«El indio vive sobre el caballo, como el pescador en su barca: su elemento es la Pampa, como el elemento de aquél es el mar. Todo cuanto tiene dará el indio en un momento crítico por un caballo».

Lo mismo ocurrió con el gaucho y con los extranjeros que llegaron al País a poblar el interior.

Y por si fuera poco también fue parte principalísima en las guerras por la independencia como en el cruce de los Andes con la epopeya libertadora.

Luego de obtenida la paz y la convivencia fue el medio móvil imprescindible para la ejecución de distintos trabajos rurales, para el transporte de personas, en las viejas diligencias o tirando de carruajes cargados con mercaderías. 

Generó también la posibilidad de la competencia entre montados. Así comenzaron las carreras cuadreras a fines del siglo XVII y comienzo del XVIII. Competencia que se realizaba sobre distancias cortas, por lo general en rectas y contaban con la aprobación de la generalidad de la población. Comenzaron a realizarse en un lugar llamado «La quinta de Reid» una propiedad privada situada en la zona de Barracas.

En 1857, ante la creciente demanda de gran parte de la población por las carreras de caballos, se creó el hipódromo denominado «Circo de carreras» estaba ubicado entre las calles Melian, La Pampa, Cramer y Olazabal; en ese entonces se citaba a la zona como el barrio de Campana, hoy Belgrano R. En este circuito se realizaban las carreras Llamadas Inglesas, donde se cambió el «chiripa» criollo por la vestimenta propia del jockey. Funcionó hasta 1875.

Otro escenario de carreras equinas fue el denominado «Hipódromo de Belgrano» estaba situado en lo que hoy se conoce como el «Barrio River». La particularidad que distinguía a las reuniones hípicas que se llevaban a cabo en este circuito, radicaba en que las apuestas no eran por dinero; entre damas y caballeros se apostaban guantes o perfumes; tratándose solo de caballeros se jugaban cajas de cigarros y cajones de champagne.

También hubo una pista de carreras con una extensión de un kilómetro y medio; se supone que  estaba ubicada en el lugar que hoy ocupa la estación Rivadavia del ferrocarril Belgrano, en este circuito se realizaban las «carreras a la inglesa». Diego White, un ciudadano escoces afincado en el País fue el organizador de este evento en tierras de su propiedad. Este hipódromo fue destruido por una tormenta en 1866.

Por fin el 7 de mayo de 1876, en tierras lindantes con el Parque Tres de Febrero, en los alfalfares que en su momento pertenecieron a Juan Manuel de Rosas, en la entonces Avenida Vértiz se inauguró el Hipódromo Argentino, en un predio de 60 hectáreas. Una concurrencia estimada en diez mil personas presenció las primeras siete carreras inaugurales. La corrida inicial fue ganada por un caballo de nombre «Resbaloso».

La edificación principal consistía en una tribuna con capacidad para 1600 personas con cuarenta palcos destinados a familias, todo engalanado por bellos jardines. Hubo que esperar hasta 1908 para la modificación de la tribuna oficial y las puertas de acceso por la Avenida del Libertador, Un arquitecto de origen francés llamado Louis Fauré Dujarric estuvo a cargo de las obras. En 1911 se construyó la Confitería París.

El Jockey Club de Buenos Aires fue fundado el 15 de abril de 1882. Por decisión del presidente de la República doctor Carlos Pellegrini, el club fue favorecido al otorgársele el predio en calidad de usufructo al poco tiempo de la creación de la institución.

En 1885 se corrió la primera versión del clásico Gran Premio Nacional, con una distancia de 2.500 metros, con presencia del Presidente de la República el General Julio Argentino Roca, resultó vencedor el caballo Souvenir, con la monta de un jinete uruguayo de tan sólo 11 años.

Varios fueron los presidentes devotos de la fiesta «burrera», para usar un término popular, Figueroa Alcorta, Julio A Roca, Hipólito Yrigoyen, Marcelo T de Alvear y Ramón S Castillo. Asimismo notables figuras del jet set porteño tales como Saturnino Unzué, Benito Villanueva o Joaquín de Anchorena y distintos personajes del mundo artístico eran habitúes de las reuniones hípicas, entre ellos alguien que comenzaba a ser famoso como cantante de tangos, un tal Carlos Gardel, que fue propietario de varios «pura sangre» e íntimo amigo del jinete Ireneo Leguisamo.

A partir de 1920 fue el comienzo de la belle époque porteña, el hipódromo palermitano fue el escenario donde la sociedad pudiente concurría a cada reunión turfística.

Elegantes damas de largo y señores de traje y sombrero miembros del Jockey Club que ocupaban la tribuna oficial. La diferencia con el sector popular era notable. Este contraste fue desapareciendo con el tiempo, como siempre el gran moderador; se fueron igualando posiciones y hoy toda esa pompa selectiva ha quedado en el olvido. Podemos afirmar que se democratizó la concurrencia.

En 1953 el Hipódromo de Palermo comenzó a llamarse Hipódromo Argentino de Palermo.

Durante el gobierno de Carlos Saúl Menen, se ordenó la privatización de la conducción del Hipódromo Argentino de Palermo. El día 5 de agosto de 1992, se adjudica por un período de 25 años, a una entidad privada Llamada H.A.P.S.A. (Hipódromo Argentino de Palermo Sociedad Anónima). Este período que debía expirar en el año 2017, durante el gobierno de Néstor Kirchner se prorrogó hasta el año 2032.

Para concluir este conciso relato sobre el máximo escenario del hipismo rentado, que sin duda alguna es como el futbol, pasión de multitudes; vayan estas estrofas de Jorge Melazza Mutoni.

                    «Palermo»

          Bajan desde la pampa los ángeles tangueros
          y galopan al tiempo y al redomón lejano,
          mientras sobre la tarde de mandiles y cueros
          crecen esos finales de lonja y Leguisamo.