Cristina Suárez: Una fábrica que cerró sus puertas

Barracas, un barrio donde el trabajo se daba cita cada mañana al oír el silbido de las sirenas de sus fábricas hoy cerradas, la desocupación, la pobreza, la fuga de capitales tan de esta época, donde la economía dio un paso al frente a tal punto que se adueñó  de nuestros corazones.

Allí frente a la Casa Cuna en la Avenida Montes de Oca, se levantaba la fábrica Bagley, con un olor a galletitas que recibía a todos los que se bajaban del tren en la Plaza Constitución  y venían al barrio.

Recuerdo que mucha gente del barrio trabajaba en esa fábrica, Don Andrés un viejo vecino recuerda que le gustaba tomar una copa de Hesperidina antes de las comidas como aperitivo con la famosa picadita, me contó que en Bagley se fabricaba esa bebida y fue la primer patente de un producto de fabricación nacional, por eso el número de la patente de la Hesperidina es el Nº 1.

Mi bisabuela tenía una foto de una fiesta que se dio en la fábrica Bagley, estaba parada vestida con un sombrero grande con tul y un vestido largo de color lila con puntilla en el cuello, mi bisabuelo estaba sentado delante de ella con un sombrero llamado rancho, era  de paja con una cinta alrededor de la  copa de color negro  y lo usaba los días de fiesta. Era común usar sombrero, tanto para el hombre como para la mujer, los días de la semana usaba un sombrero de paño negro con ala para ir a trabajar. En las fotos el hombre estaba sentado y la mujer parada al lado de él.

Era una época donde la vida giraba en torno a la familia, a los afectos, a los recuerdos tan vivos, a la tranquilidad del barrio, al olor a la sopa que venía de las casas y a las abuelas que tejían medias de lana para abrigar los pies de sus nietos.

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