Calle Corrientes por Matilde Arias

 – Calle Corrientes – 15/05/2006

El Obelisco 15/05/2006


 Calle Corrientes

La calle Corriente, la calle que nunca duerme, atraviesa el barrio de San Nicolás, con ese desparpajo típico de porteños.

Los tacos de las famosas “mussetas y mimi”, aún siguen resonando en el pavimento moderno, los grandes carteles, que se encienden y se apagan, acuñando su época de tango, en los famosos cafés y bares donde actuaban las grandes orquestas y cantores en su apogeo, donde tantas novelas, cuentos se escribieron y nunca se publicaron.

Calle Corrientes, Reina absoluta en la década del 40 al 50.

La vida cultural porteña, entre cortes y quebradas jugaba su vida, mecía sus sueños y apostaba sus esperanzas, a un todo o nada.

Las librerías y disquerías, amparaban tanto a intelectuales como curiosos o turistas pérdidos, que no dejaban de disfrutar ese rico asado o vino, cenado en un bodegón o restaurante de primera.

Las pizzerías, menú alternativo del sábado por la noche, hoy tal vez almuerzo fugaz, para torcerle el brazo al “fast food”, dejaron no sólo un recuerdo  sino una marca como lo es, la famosa Guerrin, fundada en 1927.

Todavía hoy se puede seguir degustando, en el mostrador :”una porción de muzzarella y un moscato”.

Y aún continúan en pie Los Inmortales, con la foto de Carlitos Gardel, las Cuartetas, deleitando y seduciendo al transeúnte con sus aromas y sabores.

Teatros y cines disputan espectadores, algunos bajaron sus carteles otros, como el teatro Nacional o el San Martín, pelean la batalla  contra la modernidad y recuerdan las viejas salas donde uno podía ver los famosos ciclos de renombrados directores. Ya no está  el cine Arte.

Pero siguen vigilantes, aunque con la fachada cambiada, los viejos bares como La Paz, El Ramos, La Giralda y Politeama, cobijando a los nómades de la noche porteña, algunos perdidos en sus recuerdos otros, los más jóvenes descubriéndola.

Calle Corrientes, seguí despierta, no duermas nunca, Buenos Aires te necesita.

El Obelisco

Soberbio imponente, símbolo del rayo solar, es al igual que el tango nuestro referente más porteño, ubicado en el centro neurálgico de la avenida Corrientes, cuando se cruza con la 9 de julio.

Nadie nos lo regaló, su construcción fue polémica, criticada, pero es nuestro, te atrapa, ahora encarcelado por las rejas que lo rodean, parece ignorarnos más que antes. Historias, canciones, oficinistas, manifestaciones todos giraron y giran alrededor de él y él no se inmuta, te hace sentir importante y tonto cuando no sabes contestar que hace ahí paradito, sin razón ni justificativo, capricho porteño,

Pero esta allí, desde el  año 1936, año en el que fue construido, como celebración de las dos fundaciones de Buenos Aires. Ocupó el lugar de la capilla San Nicolás de Bari fundada en 1733 por don Domingo de Acasusso en la esquina de las actuales Carlos Pellegrini y Corrientes. En esta iglesia el 23 de agosto de 1812 se izó por primera vez en Buenos Aires la bandera nacional.

El anuncio de la erección del obelisco promovió un movimiento de repudio, a cargo de un numeroso sector del público y del periodismo. El clamor negativo fue desoído y los empecinados en llevar a cabo el proyecto aceleraron los trabajos. El obelisco porteño fue levantado en el término de 60 días.
Sin embargo, a partir de su inauguración se acallaron todas las voces que lo desprestigiaron antes de nacer. Quedaron algunas, muy pocas, que insistían pidiendo su demolición. Pero el obelisco, nuestro obelisco, se fue imponiendo por la sola razón de su presencia. Fue cuando  comenzaron los viejos ciudadanos  a mirarlo con buenos ojos. Lo sintieron como a un amigo, como un habitante más de la ciudad. Se constituyó en punto de referencia, en una especie de vigía.
El Obelisco está emplazado en la llamada Plaza de la República, casi exactamente en el vértice que forman las avenidas 9 de Julio, Diagonal Norte, y  la Avenida Corrientes. Tiene aproximadamente 67 metros de alto y en la cima posee un pararrayos. Su exterior  está revestido de cemento armado, que sustituyó las primitivas losas de mármol ya que las mismas se desprendieron por deficiencias  en su apresurada construcción. El Obelisco pesa 170 toneladas, costó 200 mil pesos moneda nacional,. Su erección fue dispuesta por la Intendencia Municipal, a cargo de don Mariano de Vedia y Mitre. En su interior posee una estructura totalmente hueca de hormigón, donde se encuentra una escalera recta de hierro con doscientos dos escalones que llega hasta la punta, donde se puede observar una vista panorámica espléndida de la ciudad por medio de cuatro ventanas con cortina metálica. El obelisco internamente posee siete descansos en forma cuadrangular con una abertura en su interior para colocar un ascensor.

Tres años luego de su erección, el Concejo Deliberante, en una sesión que se resolvió en 23 votos contra 3, decidió derribarlo. Sin embargo, el Obelisco sigue en pie, a pesar de las decisiones municipales y otras inclemencias, continúa demarcando el corazón de la city y sirve de límite entre el macro y micro centro

Parafraseando  a Jorge Luís Borges: “No nos une el amor sino el espanto, será por eso que te quiero tanto”

Matilde Arias