Buenos Aires tiene cosas curiosas, recorriendo sus calles observo estos simpáticos lugares que nos muestran la idiosincrasia de nuestra ciudad, donde el tiempo parece haberse congelado y la presencia europea se despliega ante nuestros ojos, maravillándonos con su grandeza.
El Café Tortoni es el más antiguo de Argentina y es el clásico café Porteño.
Según palabras del señor Pablo Montes, periodista, escritor y asiduo visitante del Café, en un principio se ubicaba en Av. Rivadavia frente a una plaza, pero a fines de 1858 un inmigrante francés de apellido Touan decidió inaugurarlo donde hoy lo encontramos, en Avenida de Mayo 825 a metros del Cabildo y cerca del obelisco, como símbolo inseparable de la historia de nuestro país.
La idea de Touan era darle el mismo nombre de un café francés, ubicado en boulevard des Italiens, en el que se reunían los grandes iconos de la cultura parisina en el siglo XIX, (¿seria un visionario este señor?).
Más tarde, a fines de siglo XIX, lo compró otro francés, Celestino Curutchet, que el poeta Allende Iragorri lo describiera como… “el típico y sabio viejito francés”… pequeño y menudo cuerpo, fuerte de espíritu, ojos vivísimos, clásica perilla alargada, usaba un casquete árabe de seda negra, casi un pintado personaje de historieta que agregaba otro acento peculiar a la fisonomía del lugar.
A principios de siglo XX el café era frecuentado por importantes artistas e intelectuales argentinos y extranjeros, Jorge Luis Borges, Alfonsina Storni, Horacio Quiroga, Rubén Darío, entre otros, marcando una etapa de extraordinario progreso económico, social y cultural que colocó a Argentina a la cabeza de los países del continente y la convirtieron en un poderoso polo de atracción para la inmigración europea, de la América latina, convirtiendo a Buenos Aires en una de las mas prosperas y cultas capitales mundiales.
El café era cita de pintores, escritores, músicos y periodistas que formaban la “Agrupación de gentes de Artes y Letras” liderada por nuestro célebre pintor Benito Quinquela Martín.
En mayo de 1926 le piden a don Celestino, utilizar la bodega del subsuelo. El dueño acepta encantado porque según sus palabras: ”los artistas gastan poco pero le dan lustre y fama al café”. Crean así una “peña” que agrupó a lo más selecto de nuestra cultura ciudadana, bohemios de puro corazón e intelecto, entre otros los maestros Arturo Rubistein y Arturo Toscanini.
Lamentablemente en 1943 se clausura el sótano del Tortoni y el grupo se disolvió.
Con un empeño renovador se crea entonces “La Asociación amigos del Café Tortoni”, donde los grandes maestros del tango, como Aníbal Troilo, Astor Piazolla, Goyeneche, Edmundo Rivero, entre otros, continuaron y ampliaron los fundamentos que le habían dado vida en un principio.
Gente de la política también eran habitúes del lugar, Marcelo T. De Alvear, su esposa Regina Pacini y don Lisandro de la Torre que vivía muy cerca y preparaba en sus mesas los combates dialécticos para exponer en el senado.
Este notable café porteño, con sus hermosos vitreaux, lámparas, vitrinas, cortinados, espejos y paredes forradas de maderas trabajada, plagadas de fotos, pinturas, dibujos y grabados, tenuemente iluminados, de los maestros Quinquela Martín, Julián Centella, Roberto Artl, Baldomero Fernández Moreno y muchísimos más, parece conducirnos a un pasado glorioso.
Se encuentra también en el lugar, un libro donde se asienta un registro de las ilustres personalidades que lo visitan.
Fue declarado de “interés cultural” por la Comisión de Cultura y Comunicación Social del Gobierno de la ciudad de Buenos Aires.
Un lugarcito encantador, con espíritu propio, que es digno de visitar, donde el pasado y el presente se entrelazan con olor a café, historia y bohemia.
Mabel Alicia Crego
FOTOS: Mabel Crego
FUENTES:
“Memorias” de Pablo Montes
“Notas de Mariano Malti y Geraldine Presser”
“Buenos Aires es Historia” cuadernillos de la GCABA