Adoquines y vias en el barrio de Belgrano por Jorge Micko

Una justa polémica abierta en torno a la repavimentacion de seis cuadras de la Avenida Juramento, ha ocupado en estos días varias columnas de los diarios. Efectivamente el empedrado de Juramento se halla deteriorado por el intenso transito que la circula, nada menos que por nueve lineas de colectivos, además de los camiones de reparto y obviamente los automóviles.

Ese deterioro ocasionado en gran parte por el simple transcurso del tiempo, y agravado por las defectuosas reparaciones en ocasión de roturas de caños, conductos de agua y gas, provocaron desniveles y hundimientos en tal vital vía de comunicación de Belgrano.

Pero el adoquinado en abanico, ha sido y es un paradigma de identidad del barrio y también lo es la vía del tranvía que circulaba hasta antes de 1962. Aún afloran junto al cordon de la vereda par los rieles sobrevivientes, señal de aquellas épocas, y ambos, adoquines y vías, están siendo «tapados» con cemento y pavimento. Tal identidad del barrio lo es, salvando las distancias, tanto como la fachada del Museo Larreta, el Museo Sarmiento, la Iglesia Redonda y su plaza, y las mismisimas barrancas con sus jardines y su reconocida pérgola.

Aprovechando esta circunstancia, vuelve a mis recuerdos el escenario de las distintas líneas de tranvías que surcaban Buenos Aires. Existen fotografías de época (1920) en donde puede observarse a un tranvía ascendiendo la barranca por la calle Sucre, y también en otra fotografía, otro transitando por Echeverria, a la vera de la Casona de Alsina, (actual Museo Baadi) en Echeverria y 11 de setiembre.

Posiblemente las vías de Juramento son los últimos resabios e indicios de aquellos tiempos, que no hace mucho, el pavimento también tapó las vías de la calle Mendoza, que fue la contramano tranviaria de Juramento.

Las vías de Juramento correspondieron a la linea 88 cuyo recorrido cubría el trayecto entre Belgrano y Flores, pasando por Chacarita y La Paternal. Ese recorrido fue cubierto por el actual colectivo 44, que ampliando su recorrido llega hasta Puente Alsina. 

A pesar de todo, aún persisten algunos vestigios que nos llevan a la nostalgia; es así como en la esquina de Echeverria y Virrey Vertiz existe una columna de hierro que no parece tener ninguna utilidad, ya que no sostiene nada, ni cables ni cartel alguno. Sin embargo por esa ubicación y características, da cuenta que ha sido sin duda una de las columnas que sostenían el cableado de los tranvías que circulaban por esas calles. Otro indicio, lo constituye un «anclaje» de cables, con detalles artísticos que ha sobrevivido como fijación en la pared del Colegio Casto Munita, en Echeverria y Cuba (sobre la pared que da sobre Echeverria). Algunos de estos anclajes aun subsisten en muchas avenidas de Buenos Aires, sin que el transeúnte común de cuenta de ello.   

Vaya esta breve reseña como un simple adiós, y también, y ¿por qué no? en sencillo homenaje a mi tío Pepe Mazzeo que alguna vez supo ser motorman del tranvía 88 y transitó por esas vías que quedarán ahora sepultadas para siempre.

                       Jorge Micko – Vecino de Barrancas de Belgrano 

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