El sábado 23 de mayo, desde las 12hs, en la Paza San Martin del barrio de Retiro, se realizará en Buenos Aires un evento de carácter mundial en el cual se desarrollarán muestras de fotos, paneles informativos, intervenciones artísticas y stands temáticos. Hacia las 16:30 se organiza una marcha que deja Plaza marchando al grito mundial ¡Fuera Monsanto! y habrá bandas en vivo hasta las 19 hs aproxidamente.
En todo el mundo se realizará una jornada de lucha contra Monsanto, los agronegocios, los agrotóxicos y en defensa de la biodiversidad. Se espera que en todo el mundo, a lo largo de 50 países, se realicen 400 marchas con una convocatoria estimada en 200 mil personas.
Los convocantes, bajo el lema «March Against Monsanto», señalan que la empresa «Monsanto se ha beneficiado de los subsidios a las empresas y del favoritismo político. Los agricultores orgánicos y pequeños sufren pérdidas, mientras que Monsanto sigue con su monopolio sobre el suministro mundial de alimentos, incluso con sus patentes exclusivas sobre las semillas». Por otra parte señalan que investigaciones científicas han demostrado, a lo largo de estos años, que los alimentos genéticamente modificados por Monsanto pueden producir graves enfermedades y trastornos de salud.
Como propuestas, los organizadores de la marcha mundial contra Monsanto, proponen: el etiquetamiento de los productos para saber si estos son o no transgénicos; informar al público sobre los secretos de Monsanto, y resaltar los beneficios de los sistemas agrícolas dinámicos, o la también llamada agricultura ecológica; y un llamado a grupos de investigadores científicos para seguir develando los efectos que los alimentos transgénicos tienen sobre la salud de la población.
Hoy en día Monsanto adquirió una gran importancia en el desarrollo de determinadas formas de agricultura, más precisamente del agronegocio y el avance de la producción de commodities en diferentes lugares del mundo. Esta importancia se debe al control que ejerce sobre el mercado de las semillas, del cual tiene el 27% (entre convencionales y transgénicas), y el 86% del mercado de transgénicos. Este control del mercado, junto al patentamiento de cada vez mayores especies de semillas (biopiratería de por medio muchas veces), y el desarrollo de nuevos transgénicos gracias a la biotecnología, terminan por generar niveles crecientes de dependencia sobre productores agrícolas. Así, estos últimos muchas veces se ven obligados a comenzar a adquirir contra su propio deseo el paquete de semillas, fertilizantes, y agrotóxicos que el gigante norteamericano vende de manera conjunta, y debe ser renovado en cada nuevo ciclo productivo.
Todo esto, sin mencionar aun los efectos en términos de degradación de las propiedades del suelo, la pérdida de biodiversidad, de semillas conservadas durante siglos por pueblos de todo el mundo, y los problemas para la salud humana del consumo de productos creados bajo la matriz transgénica.
Un ejemplo de esto que hablamos en la ya famosa soja transgénica RR (Roundup Ready), creada por la empresa Monsanto que modificó la semilla genéticamente para que sea resistente a su herbicida glifosato, se usa desde 1996 y cambió el mapa agrícola porque el monocultivo de esta soja arrasa bosques y además aporta un caudal importante de agroquímicos.
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