Se cumplieron 40 años del asesinato de los sacerdotes palotinos

El 4 de julio de 1976, fueron asesinados por un grupo de tareas, los sacerdotes Alfredo Leaden, Alfredo José Kelly, Pedro Eduardo Dufau, Salvador Barbeito Doval y José Emilio Barletti (los dos últimos seminaritas). La causa judicial, la posición de la Iglesia Católica y el proceso de canonización.

Cuarenta años han pasado de aquél momento conocido como la «masacre de los sacerdotes palotinos». Alfredo Leaden, Alfredo José Kelly y Pedro Eduardo Dufau y los seminaristas Salvador Barbeito Doval y José Emilio Barletti integraban la comunidad de los Palotinos de la parroquia San Patricio (Belgrano). 

Este año, en el día de ayer, domingo 3, se realizó un acto en el que los recordaron de una manera distinta: por primera vez un discurso político hacia el interior de la iglesia y una caminata desde el espacio Patrick Rice de la ex Escuela de Mecánica de la Armada hasta Estomba y Echeverría. El «camino de los mártires» fue transcurrido por los presentes, que se detuvieron en cinco parroquias, una por cada uno de los asesinados. 

El acto principal se llevó a cabo en una misa el lunes 4 encabezada por el arzobispo de la ciudad de Buenos Aires, cardenal Mario Aurelio Poli. Los palotinos esperan que la Iglesia de cabida a una consulta para declarlos mártires. 

Hasta ahora, los actos habían sido íntimos, puertas adentro, pero la caminata, primera en la historia de las recordaciones, de este año apunta no sólo a las autoridades de la iglesia sino a la comunidad del barrio y también de la ciudad. 

Jorge Bergoglio, en 2001, arzobispo de Buenos Aires, reconoció a los cinco palotinos impulsando la creación de un tribunal con la correspondiente apertura de la causa canónica. Según las leyes católicas el tema podría ir por dos caminos: la corroboración de testimonios comprobados de milagros o la denominación de los asesinados como mártires. Entre 2009 y 2011 el entonces arzobispo, trató de conseguir anuencia entre los obispos argentinos para declarlos mártires, pero sus consultas no prosperaron, lo que lo llevó a desistir por el momento, esperando tiempos mejores, que hasta el momento no habían aparecido.

La masacre de los sacerdotes palotinos ocurrió durante la madrugada del 4 de julio de 1976. Un Peugeot negro estacionado con cuatro hombres, más un patrullero que paró unos instantes para alejarse inmediatamente, parece haber sido la ecuación necesaria para el operativo, según narran los vecinos. Al llegar el organista, Rolando Savino, se encontró con el escenario del horror: «Cuando llego al primer piso veo una escena rara, era todo un desorden. Toda la casa tirada por el pasillo. Había colchones, papeles. La puerta escrita con la leyenda que decía: por los camaradas dinamitados en Coordinación. Insultos. Y yo no salía de mi asombro hasta que llego y veo la habitación, los cuerpos. Yo pensé que estaba soñando. Me tomó casi diez minutos cerciorarme que no era un sueño, una pesadilla. Atino a bajar despacio las escaleras. Salgo y toda la gente me pregunta qué pasó».


El responsable de la Orden Palotina, padre Juan Sebastián Velasco y el laico Francisco Chirichela, postularon la canonización. En un camino paralelo, ante la Justicia Penal está abierta abierta una causa desde la época de la dictadura… Según describe Eduardo Kimel en su libro, el Juez actuante cumplió con la mayoría de los requisitos formales de la investigación pero no se tomaron en cuenta elementos fundamentales para el esclarecimiento de la causa. Desde 2013, ahora en el juzgado de Sergio Torres a cargo de la causa ESMA, se retomó la indagación a dos sobrevivientes que testimonian haber escuchado al marino Antonio Pernías vanagloriarse de haber tomado parte la operación de San Patricio. 

La Congregación católica Palotina anunció, en conferencia de prensa, hace unos días, que comparecerá como querellante en la causa de lesa humanidad que indaga sobre la Masacre de la Iglesia de San Patricio, ocurrida el 4 de julio de 1976 y donde agentes del terrorismo de Estado asesinaron a cinco religiosos de la orden.

El sacerdote Juan Pablo Velasco, quien postula la causa de canonización, declaró «Creemos que llegó el tiempo de hacer justicia y de hallar a los culpables de este asesinato que marcó a nuestra congregación. Queremos que se establezca una verdad que nos permita avanzar para honrar la memoria de nuestros hermanos, que murieron por tener una vida al servicio del evangelio».

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