Primeras acciones de la Asociación de Fomento de Villa Talar por Marcelo J. Bourdeu

  • Envío 1: Villa Talar, introducción y origen.
  • Envío 2: Primeras acciones de la Asociación de Fomento de Villa Talar.
  • Envío 3: El fin de 1919 y comienzos del año 20
  • Envío 4: El año 20.
  • Envío 5: Algo sobre los primeros años veinte
  • Envío 6: 1924. Balance y promesas
  • Envío 7: Hasta llegar a 1927

Villa Talar

Un aporte sobre los orígenes y primeros años de un barrio
casi desaparecido de Buenos Aires
por Marcelo J. Bourdeu en contacto con Marcelo J. Bourdeu desde www.barriada.com.ar

Envío II

Primeras acciones de la Asociación de Fomento de Villa Talar

Programa de la Gran Velada a beneficio de la Asociación de Fomento Villa Talar
En este segunda parte, comentaremos las primeras acciones de la Asociación de Fomento de Villa Talar, aprovechando para salvar una omisión y aclarando que la fecha precisa de su creación fue el 17 de agosto de 1919.

Poco después de su constitución, la A.F.V.T.  se dirigía ya al Intendente Municipal «solicitando varias mejoras para el barrio de Villa Devoto norte, o sea la zona comprendida entre las Avdas. San Martín, Tres Cruces, Constituyentes y América, conocida por Villa Talar» (La Época y La Nación, 3 de octubre de 1919).

Las mejoras pedidas eran varias y ambiciosas. Se trataba de:

a) cunetas para dar salida a las aguas estancadas y pasos de piedra en las bocacalles donde hagan falta y, en donde existe, su refacción, por estar en deplorable estado («Para esto será necesario que una cuadrilla de peones trabaje permanentemente en ese paraje»)

b) con carácter de urgente, la instalación del alumbrado eléctrico donde existía cable alimentador y de alcohol en las calles que no lo había.

c) la pronta «pavimentación» (refiriéndose a «afirmado de granito, tipo económico», o empedrado) de las calle Lacar, desde Av. San Martín hasta Nazca; Nazca, desde Lacar hasta Av. América, y Helguera, desde Av. Tres Cruces hasta Av. América.

Para los más jóvenes, recordemos que Lacar es la calle que en los años 60 pasó a llamarse José Luis Cantilo y que, posteriormente -en el tramo de Chivilcoy hacia el este- fue rebautizada Mariscal Francisco Solano López.

Como se verá más adelante, los vecinos estaban dispuestos a hacer. Pero, ya por ser conocedores de las vueltas de nuestras diversas burocracias, ya por estar convencidos de que «el que no llora no mama» en los días siguientes la Asociación de Fomento ya estaba efectuando otras demandas, según surge de La Nación de los días 14 y 17 de octubre del mismo año 1919.

Había un poco para todos: a la empresa Lacroze se pedía la construcción de una casilla en las paradas Tres Cruces y Av. San Martín como la ya existente en la parada Agronomía «para que los pasajeros que esperan el tranvía no continúen expuestos a sufrir las inclemencias del tiempo». La parada del ferrocarril ex Urquiza denominada en este petitorio «Agronomía» se llamó luego «Arata», la de Av. San Martín es la actual «El Libertador», mientras que la llamada «Tres Cruces» es la actual «Francisco Beiró».

A la facultad de Agronomía y Veterinaria se solicitaba la apertura de un paso peatonal en la Av. Tres Cruces, frente a la calle Gavilán y a la «Dirección de Correos», por su parte, se le pedía la creación de una oficina en el radio de Villa Talar.

Finalmente, a la jefatura de Policía (se trataba de la entonces Policía de la Capital, ya que la Policía Federal se organizaría formalmente varios años más tarde) se le solicitaba que aumentase el personal de agentes de la seccional 37a. y, además, que crease un destacamento en Villa Talar, a la altura de Nazca. Este último pedido se basaba en que la sede de la seccional estaba «en el extremo sudoeste de Villa Devoto, a poca distancia del deslinde con la provincia».

Al mismo tiempo que peticionaba a diestra y siniestra, la A.F.V.T. programaba una actividad social, una «velada», que además de tener un fin del esparcimiento, sería -muy pragmáticamente- «a Beneficio de la Caja Social».

Espero no equivocarme al pensar que los detalles de esta reunión del sábado 18 de octubre de 1919 podrán interesar por distintos aspectos.

En lo inmediato, en lo geográfico, a los lectores de Villa del Parque, ya que el escenario fue el cine Palais de Helguera 3262, ya desaparecido. Ahí, casi a la vuelta de la placita, de la estación y de Santa Ana…

También en lo costumbrista. En este complicado inicio del siglo XXI y en una ciudad y país en que el verbo «colapsar» es el más conjugado, en épocas de múltiples y a veces excesivas comunicaciones, con calles saturadas de vehículos y dónde todo marcha «a mil» (aunque no se sepa bien hacia dónde) nos resulta un poco difícil concebir este tipo de reunión. Creo que es inevitable experimentar una cierta ternura por la aparente ingenuidad que todo transmite, a pesar del modo bastante ceremonioso de expresarse que usaba la prensa y la comunicación escrita en general.

Muchas cosas pasaron (además de años) para llegar a nuestra actual «sociedad de la sospecha», dónde muy poco es límpido, creíble, llano y directo. Creemos en menos cosas. Somos, supuestamente, más lúcidos. Sin embargo estos vecinos de antaño, hacían, concretaban cosas. Quizás más que nosotros.

Las invitaciones para la «Gran Velada» citaban a las 18.45 p.m. y según la prensa alcanzó «el más brillante éxito» y «duró hasta la 1 de la mañana»(«El Progreso y «La Ráfaga» del 26/10/19). La hora de finalización se consideraba entonces avanzada…

El programa era casi exclusivamente cinematográfico y tuvo, finalmente una duración aproximada de seis horas.  Un tiempo muy largo para las costumbres actuales. Posiblemente, lo que explique el entusiasmo de los concurrentes sea que la vida de entonces, si bien era mucho más serena que hoy y mucho más a escala humana, era también bastante más laboriosa y austera, mucho menos lúdica.
La lectura, hacer música (los que sabían) y -en algunos hogares- la radio de galena o la victrola a cuerda, eran los únicos entretenimientos. El cinematógrafo, justamente, había sido patentado por los Lumière en 1894, es decir hacía sólo 25 años, por lo que -dado las comunicaciones de la época- resultaba todavía una novedad. Ir al «biógrafo» a ver una «cinta», o una «vista», era algo que se hacía muy de tanto en tanto.

El programa de la reunión que comentamos contaba de tres partes:

La primera era solamente cinematográfica.

Esta parte estaba monopolizada -cosa nada rara en ese entonces- por producciones de la compañía francesa Pathé, inventora del noticioso filmado y que en 1902 había comprado varias patentes de los hermanos Lumière. Se proyectaron «Gerbeviller» (un documental sobre el departamento francés de Meurthe-et-Moselle, «El azar y el amor» (comedia de Max Linder, en estreno) y el «Pathé Journal N° 426, noticiario europeo.

La segunda parte fue, diríamos hoy, «en vivo».
En primer lugar se presentaron «Sacromonte-Vargas, duetto cómico Internacional», en segundo «Zulema la Chilenita, célebre tonadillera» y en tercero «Petit Junyent, parodista cómica y musical».

El cuarto espectáculo de esta segunda parte fue seguramente uno de los platos fuertes de la noche.
Se proyectó «Carlitos Aventurero». De Chaplin, naturalmente. Esta «aplaudida cinta en tres actos y quince partes» cuyo título original fue «The Adventurer» había sido estrenada dos años antes, fruto del primer sello de Carlitos, Chaplin Mutual Comedies. Cabe señalar también que Chaplin hacía cuatro años que era ya un personaje de celebridad mundial.

La tercera y última parte del espectáculo fue la proyección del film «Un buen empleo», comedia dramática de William Russell.

Pero como el cine era entonces mudo, había habitualmente en las salas un pianista que acomodaba el ritmo de su repertorio a las distintas secuencias que mostraba la pantalla. Así, rostros, gestos, movimientos y sonidos se acompasaban: drama, risa, tristeza, romanticismo, persecuciones exigían del músico el conocimiento de distintos géneros. En el Palais, en esa noche de Villa del Parque y según lo anunciado en el programa, una selecta orquesta amenizó la fiesta.

Las localidades se vendieron en la sede de la Asociación y en el mismo cine Palais. ¿Precios? Palcos para cuatro personas: $10,00; y Plateas: $1,00.

Afortunadamente para los concurrentes y para la caja de la A.F.V.T. «La concurrencia dio en todo momento muestras de una íntima satisfacción por el buen gusto en la elección de las cintas y números de variedades», comentó «La Ráfaga».

Es interesante reflexionar sobre cómo en un país y en particular en una ciudad como Buenos Aires, donde el porcentaje de extranjeros era muy alto (del 60% hasta 1914), el interés de los vecinos por la cosa común y el nivel de participación -aún cuando fuese en el modesto nivel barrial- era importante. Nuestro país tenía ya entonces muchas injusticias y temas pendientes. Sin embargo pocos se desentendían y con errores o sin ellos, procuraban activamente mejorar. ¿Estamos hoy mejor o peor que entonces?

Limitándonos a nuestro tema, sepamos que los pedidos de Villa Talar atrajeron pronto la atención de las autoridades, como referiremos próximamente.

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