Osvaldo Romanelli: Empedrado en Villa Devoto

empedradoOtro de los imperecederos recuerdos que tengo de Villa Devoto, mi barrio natal, es el del original empedrado de sus calles, en especial Sanabria, que se realizó a principios del año 1930. Viviendo en el 3223, casi esquina Simbrón, todavía puedo visualizar a grupos de trabajadores haciendo su tarea durante un largo plazo de tiempo y en una forma muy tediosa, avanzando implacablemente varios metros de superficie en el cubrimiento de lo que era una calle de tierra, con sendos “adoquines” después de darles la superficie y la forma rectangular más perfecta con la ayuda de una herramienta, que si bien tenía el diseño del común martillo, era de una “naturaleza” distinta en su forma y fortaleza.
Estos grupos de obreros eran, en realidad, inmigrantes europeos, que al término de la primera Guerra mundial (1914-1918) iniciaron una corriente inmigratoria hacia nuestro país, que forjó la base de nuestra población, en su mayoría italianos, que luego reclamaron el derecho de constituir el mayor “núcleo” de extranjeros en nuestro país con un 86%  de descendencia local.  Villa Devoto y sus extensos oplanes de expansión, fueron los motives ideales que ellos necesitaban para el comienzo de una nueva etapa de sus vidas en este país. 
Su labor y sus métodos eran característicos de esa época y el “hacer a mano” fue imperioso, ya que era el método del “empedrado” el elegido en lugar del actual “asfaltado”. Como consecuencia, ese mismo empedrado es el que todavía sigue  prestando el servicio para el cual fue diseñado, y esa misma superficie de roca que recibe hoy el impacto del actual tipo de tráfico fue, y es, la misma que recibió el de todos los otros a través de los 80 años últimos, sin mostrar ninguna clase de desgaste  ni  reparación.
Al finalizar el trabajo en Sanabria y Simbrón, originándose desde la Avda. Tres Cruces (Francisco  Beiró), el mismo empezó a extenderse con dirección a Tinogasta, teniendo en cuenta que toda esa zona no era nada más que terrenos  vacíos. En este caso, toda la superficie de la manzana comprendida entre Sanabria, Tinogasta y J. P. Varela, era de una granja de cuyo dueño (todavía lo puedo ver custodiando su propiedad armado de una escopeta) no recuerdo su nombre, pero nos gritaba enojado cada vez que se violaba su alambrado de puas al tratar de rescatar nuestra pelota.
Como todo otro similar desarrollo, las calles y las compras de terreno, tal como lo hizo mi padre, y la consecuente construcción de las casas y servicios públicos de alumbrado, etc., fueron paulatinamente creciendo y constituyendo el barrio y con eso, el nuevo vecino empezó a llegar y pasó a constituir la nueva ”familia” que resultó  nuestra población local. 
Con la disponibilidad de las calles, empezaron a ser ”usadas” por un nuevo tipo de tráfico, hasta ese momento casi desconocido, el de carros que empujados por uno o más caballos, transportaban mercadería, tal como el lechero que tenía un diseño interno de tres hoyos/recipientes en cada lado del vehículo y en los cuales se “injertaban” sendos cilindros de metal portadores de la leche. Otros eran los que vendían sendos pedazos de hielo en el verano, los que eran cortados por sendos serruchos a deseo del comprador. Con el transcurso de los años, este tráfico fue reemplazado por el vehículo a motor, e incluso la primera línea de autobuses que corriera a lo largo de Sanabria hacia Jonte y de ahí a Flores y más… En esos años, nuestro país no tenia en número vehículos automotores y la propiedad personal de los mismos era casi inexistente y, por lo tanto, las necesidades de camino eran y siguen mínimas en la actualidad. El barrio todavía sigue, prácticamente sin carteles de tráfico que ayuden a la prevención de accidentes y, básicamente, lo que fue construido para ellos en el 1930, todavía sigue en efectividad… 

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