Luis (el Tano): Pochita, la tanguera… (III)

La Pochi se detuvo en la misma postura con la que entro, aguardó a que se calmasen los desenfrenos y los improperios de la masa, y ella, sobria, serena, gallarda, como una diosa de digna humildad, ella, así vestida y con su pobre enorme y deforme humanidad física hizo explotar en su mirada aquél destello con el poder de los simples y de los grandes de espíritu, aquéllos que lo grande lo tienen adentro escondido, aquéllos que en la humillación y los insultos ofrecen la otra mejilla, y…milagro de los milagros… las hordas callaron, el silencio se hizo plomo, y ningún mínimo susurro ofendió siquiera aquélla majestad majestuosa…

pidió mansamente el micrófono, casi un gesto, se lo dieron, lo cogio con la punta de sus morcillas humanas y así la escucharon decir con voz suave y firme, una voz que no parecía la suya…

…” cuando Dios hizo la repartija del mundo se ve que no le quedaba mucho para darme a mi, pero no importa, lo que me dio de sobra fue amor por las cosas buenas y lindas, por las cosas limpias y que siempre serán de ricos y pobres sin distinción de belleza y abolengo, de raza ni sabiduría…y yo, no teniendo muchas chances de vivir o sobrevivir en un mundo hecho de carismas carteles sofisticación pseudo perfección y bellezas femeninas con las tetas al aire y culos perfectos y torneados, me abracé a lo único que nunca te pide nada, a la fe y al Tango, aquél tango que bien entiende a gente como yo y como muchos, pobres y desgraciados, aquél tango que habla y canta sobre nosotros, sobre lagrimas sobre sufrimientos mas sobretodo esperanzas…por eso vine, por eso estoy aquí, solo para abrazar este tango, sentirlo mío, el resto no me interesa, ni tampoco los insultos con que me recibieron…saben una cosa? El día que al amor y la pasión sean belleza yo seré la reina del mundo…gracias, y disculpen si mi aspecto los ofendió…”

El silencio, el Silencio que siguió era con la mayúscula, era diferente, y parecía una eternidad… Más de repente el cielo se abrió, las hordas estallaron, el Bien se hizo tangible y se tocaba, el Alma hizo brecha…y desde los confines mas lejanos pudo oírse aquélla explosión de amor naciente hacia una gorda cachalotica, una estrella que nacía y se mostraba al mundo, y para todos, y su misma figura grotesca y abnorme fue el estandarte con el cual se identificaron las masas contra injusticias soprusos dignidades mancilladas poderes aplastantes silencios oprimidos…
El estadio ganadero entero se levanto de pie con un aplauso interminable, y una sola frase que era un grito pudo sintetizar todo lo que le querían decir y dijeron siendo la nueva bandera del Tango de Urdanpilleta:…Gorda Querida, vos sos Nosotros…haceles ver quienes somos… En tus patas bailamos todos !!…y era un alarido ese grito que ya trascendía al tango mismo, era un puro grito politico y social, era el tercer mundo antepuesto al primero, era el tango contra cualquier tecnología y utópica falsa belleza…era la Gorda contra todas las injusticias y desesperanzas, en primera línea…y atrás de ella un pueblo una nación entera, un concepto final, una esperanza insustituible, la esperanza de vivir sin tener que sobrevivir…Aquél día Dios eligió un camino insospechado, increíble, paradójico para convertir aquél momento y aquélla gente en un perdido galpón argentino en una redención humana que hacia ver lo sublime de lo feo, el valor de lo limpio contra lo efímero de las falsas luces de otro mundo…Pochita, la tanguera

Demoró un rato… como pudo el ambiente se fue calmando pero la tensión eléctrica se cortaba a tajadas. Los varios concursantes eran buenos, muy buenos, altos niveles, y había también invitados extranjeros pues ya tango es como decir universalidad…fueron pasando, los milongueros hombres uno mas engominado que el otro, altos, apuestos, cabellos negro azabache, perfumados, botines con taquito piola, expresiones severas y posesivas, elegantes…
Las milongueras mujeres una mas linda que la otra, figuras esbeltas, bien torneadas, piernas de ensueño, sensualidad indescriptible, expresiones fatales que te decían todo, se contorneaban como boa apretando la presa…
Hubo uno que dijo… “ Si cualquiera de estas hubiese sido Eva en el paraíso, hasta a San Pedro me lo rajaban del cielo pà laburar…, otra que manzanas !… »

La gran mayoría prefirió bailar a los acordes de la nueva onda del tango más moderno y contemporáneo, decían las cosas cambian, y el tango también… pero era siempre lo sublime de un Astor Piazzola y otros poetas…

Faltaban tres parejas, la ultima era la Pochi…hablemos de su compañero… era un muchacho colectivero, 58 kilos. peso gallo, con sacrificios y ahorros y ayuda de la familia se había comprado un traje milonguero nuevo, cruzado, un pañuelo de seda blanco al cuello, un sombrero de ala ancha con bandita blanca cremosa, todo el resto negro absoluto, talvez la única nota discordante y que la Pochi casi lo faja eran las medias de color turquesa… el dijo porqué así se nota bien la diferencia entre mis pies y mis piernas cuando me mando los cortes laterales…
La Pochi ya me lo tenia avisado…”Ché Julito, mirá que si no podes sujetarme en los entreveros y cruzadas y medias vueltas yo disimulo y te aguanto a vos, hacete el zonzo y pone cara de ausente… no sea cosa que nos caemos de culo en una de esas…”

Finalmente entraron al ruedo, las luces se apagaron, un solo faro potente de luz los alumbraba y seguía…y de repente la primera nota de la pieza elegida se dejó escuchar…el anfiteatro estallo de nuevo en un grito, las tribuna de madera tambalearon y crujieron pues la pieza era… La Cumparsita…
Es difícil, árduo, casi imposible hablar escribir y describir lo que se vio en aquéllos eternos breves minutos de interpretación tanguera…

Dicen algunos que Julito no llego a tocar el piso ni un minuto, dicen otros que las pantorrillas de Pochi se transformaron en estupendas columnas romanas que describían arabescos infinitos, inacabables, irreproducibles…. Otros contaron después a los nietos que sus caderas gordas fajadas no se las veía por sortilegio del faro que iluminaba tan solo una fracción de su ancho total y parecían de maniquí de desfile… que sus tetas calabazas aplastadas para sentir mejor el ritmo del parcero se las veía como dos colinas suaves sobre las cuales caía ligeramente el pañuelo blanco de Julito… que su brazos jamonoides casi no se los veía a causa de los largos flecos negros del corpiño que con el movimiento se los envolvían dando la ilusión de dos cisnes blancos cruzados por hebras negras relucientes….  muchos otros dijeron y juraron que vieron solo el rostro y la expresión de la Pochi mientras bailaba y bailaba y bailaba, y que sus pies volaban y pintaban mil obras de arte en el piso…

Muchos otros juraron ver la imagen de Troilo arriba del techo
mirándola bailar, otros lo escucharon a Gardel llorando…
Mitología popular que engendraba duendes y fantasmas…
Y con la ultima nota, otro silencio enorme…

 Las luces demoraron en encenderse nuevamente, el faro apagado, reinaba la oscuridad y aquél silencio… dicen que las multitudes mudan y cambian de opinión y arbitrios rápidamente… quien sabe…
La Pochi y Julito abrazados en el medio de la pista cual gorriones frágiles esperando ahora, indefensos e ínfimos, no sabían bien lo que… y de repente, otro de repente en esa noche inolvidable en las mil historias del tango un nuevo aplauso, pero esta vez diferente…

Era sin palabras, sin gritos, sin proclamas, sin estruendos, era un gran aplauso intenso, largo, casi inacabable, aquél aplauso que nace del respeto, de una descubierta dignidad, de un amor y pasión de tradición argentina profunda que había hallado una gran protagonista para interpretarla, un aplauso que iba más allá del lugar y de Las circunstancias… era el aplauso al tango mismo, y a una artista que el grito final lo dijo todo…

” Pochi, sos Grande!… sos nuestra para siempre”…!!

Y la platea de pie entera, en aquél aplauso que era grito y silencio estruendoso y que proclamaron que si, que era verdad lo que había dicho aquélla madre al hijo maleducado… había nacido una gran estrella…

Así termino aquélla noche del certamen tanguero en una perdida pequeña localidad llamada Urdanpilleta… nadie recuerda quien ganó, pues siguen contando que el jurado se avergonzó de dar una simple medalla a la pareja numero trece…
Dijeron después que a la Pochi se la llevaron los señores de la Capital, que había uno que era un productor alemán, que la llevo para Europa, dijeron las historias que a la Pochi la operaron en Hamburgo quitándole grasa y acortándole los intestinos, que la sometieron a mil tratamientos, institutos de belleza, salones de gimnasia, modelos desfiles cosméticas vestuarios… dicen que al final la llamaban La Reina del Atlántico Sud…
Que la hicieron estudiar y se empapó de cultura…pues su arte era tan sublime cuanto su alma, y el tango que interpretaba era solo ínfima porción de lo todo que tenía dentro y emanaba… y fueron Paris, Londres, Moscú, Madrid, Roma eterna, quienes tributaron homenaje a su arte y sus pies pisaron los escenarios más importantes del mundo… el tango era ya majestad por doquier.

Dicen que con los años se fue despegando de todo, del suceso y del dinero que le habían abierto todas las puertas. Cuentan que poco a poco sus ojos fueron perdiendo aquél brillo de aquélla noche en el galpón ganadero frente a las masas vociferantes que la ofendían, aquélla mirada que hizo silenciar a la misma miseria humana, aquélla sublime energía que después levanto en peso por largos minutos a Julito en el aire sin sentirlo…

Y dicen también que muchísimos años después, un día llegó despacito a las polvorientas calles de Urdanpilleta una gran limousine negra, que se detuvo frente a las ruinas antigüas del galpón de la exposición ganadera de un tiempo, que una dama elegantísima vestida de negro bajó lentamente dejando la puerta abierta, que en su mano llevaba un escapulario con un corazón púrpura y que lo lanzó hacia los restos que quedaban de aquél anfiteatro…y que mientras lo hacía se acercó otra delgada y curva figura de cabellos blancos, un hombre humildemente vestido con un pobre traje negro cruzado …que ella giró su cabeza y lo abrazó contra su pecho, y que ambos lloraron…que las golondrinas como por orden divina levantaron vuelo formando nube sobre ellos dos, y que todos los otros pájaros cantaron…que sin preaviso un viento sopló de las pampas y desplegó el corte de la falda de la dama hermosa, y que hizo flamear el largo pañuelo blanco que el hombre llevaba anudado al cuello…y que los dos comenzaron a bailar aquél último tango de la vida, y que nadie, absolutamente nadie, pudo escuchar las notas de la música que tocaba para ellos, pero juran que era La Cumparsita…

Nunca nadie más supo de la hermosa dama negra.
Y de Julito de Urdanpilleta tampoco.
Su hermano Carlitos contó que a la mañana siguiente temprano encontró su viejo traje, un pañuelo blanco, un disco y una vitrola rota a la entrada de la casa… no había ningún mensaje, una palabra, nada…
Dicen que el viento se los llevo…
El mundo sin ellos, las Pochis y los Julitos, ya no es el mismo.
Y no lo será…
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Hoy, marzo del año del Señor 2006… cómodamente sentado miro a través del ventanal los Alpes, su manto blanco de nieve… me dejo llevar por mil recuerdos lejanos en el tiempo, y me voy a mi infancia en Núñez, y cruza rápida la figura real de la gorda Pochi de aquél entonces y que se mudo para Urdanpilleta con la familia…el resto es mi historia que creo la suya en fantasías y nunca lo sabrá… y de repente, una fuerza invisible hace como que quiera escuchar ese tango especial, ahora, hoy, después de todo, más especial que nunca….y cierro los ojos en un sopor que mezcla historia e ilusión, realidad y verdad, fantasía y sueños, y ya oigo los primeros acordes de La Cumparsita, y veo un pañuelo blanco de seda, y a una dama negra acompañando los sonidos y el abrazo de todos los vientos…me adormezco, y no quisiera despertar del sueño…

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