Las nodrizas en el pasado por Mabel Crego

Las nodrizas y ayas africanas y sus descendientes, ocuparon una función relevante en el pasado, ya que sobre ellas recayó la responsabilidad de atender no sólo las tareas y menesteres de las casas de sus amos sino también, la ardua labor de amamantar y criar a los hijos e hijas de las familias. En sus efectos, apreciamos que las nodrizas y ayas negras, zambas y mulatas, intervinieron en el proceso de transculturación e interculturalidad que aconteció en la época colonial.

Todas las  parteras y ayas eran negras. Todo blanco llegaba al mundo en manos de la partera negra. Esto se mantuvo hasta el primer cuarto del presente siglo. Las  ayas, las ‘criadoras’, siempre fueron negras. Muchos blancos tenían sus hermanos de leche.

El ama negra tenía bajo su custodia la educación del niño por la confianza que a través de los años se fue depositando en ella; sin existir promiscuidad, se notaba una impalpable plasmación del espíritu infantil a través de esta segunda mamá que fue la esclava negra.

La práctica llevada a cabo por nodrizas, amas de crianza o amas de leche, que se dedicaban a amamantar hijos ajenos por dinero. No es de extrañar que fueran las madres pudientes quienes podían recurrir a estas mujeres, con frecuencia empujadas por la necesidad y la pobreza, para amantar a sus niños; pero vale recordar que toda nodriza, para ser tal, debía tener a su vez un hijo propio, a quien debía negar o retacear lo más elemental para su subsistencia.

Durante gran parte del siglo XIX, observamos la presencia de negras, mulatas y zambas, quienes sometidas a la esclavitud o como mujeres libres, ejercieron las funciones de nodrizas y ayas, las primeras les daban la leche de sus senos a los hijos e hijas de las mujeres blancas pertenecientes a las clases sociales dominantes y las segundas, estaban destinadas al cuidado y protección de los infantes y jóvenes nacidos en las familias aristocráticas antes mencionadas. Según la acertada opinión de Miguel Acosta Saignes: «…Mientras la madre achacosa, remilgada, o deseosa de conservar los dones de la juventud, encargaba a la ‘criadora’ el amamantamiento del hijo; el niño llegaba a ver en su ‘máma negra’ como a una verdadera, cariñosa y protectora  madre».

Se dice que en la época colonial la riqueza de una casa estaba en proporción al número de esclavos que habitaba en ella. En cada casa de la elite, había cuatro veces más esclavos que los realmente necesarios. Lo contrario pasa por tacañería denunciadora de pobreza y ésta se ha de esconder cuanto se pueda. «Cualquier blanca, aunque su fortuna no se lo permita, va a misa seguida de dos esclavas o mulatas. Las verdaderas ricas llevan cuatro o cinco esclavos, y si una persona de la misma casa va a otra iglesia lleva consigo igual número de esclavos…».

La doctora Aurelia Alonso en un informe publicado en 1945 dice: «Muchas señoras españolas tenían indias para que criaran a sus hijos y parece que se llegó en esto al abuso, tanto que Felipe III hubo de dictar con fecha 10 de abril de 1609, la Ley XIII, referente a los indios de Paraná, Tucumán y Río de la Plata, en la que estableció entre otras cosas que ninguna india podía salir de su pueblo a criar hijo de español teniendo el suyo vivo. El encomendero que las forzase a ello perdería la encomienda y pagaría una multa de 500 pesos».

Pero los abusos no siempre pudieron ser controlados y las amas de leche fueron además blanco de acusaciones y sospechas, como se desprende de este fragmento, aparecido en el Semanario de Agricultura, Industria y Comercio al despuntar el siglo XIX: «Los cólicos de los recién nacidos se deben a la leche gruesa y a los alimentos difíciles de digerir que toman las nodrizas. En este caso, es menester aplicarle al niño sobre el bajo vientre, fomentaciones emolientes, hacerles lavativas de malva y linaza, hacerles tomar unas cucharadas de aceite de almendras dulces y un cocimiento de arroz en que se deslieran algunos gramos de triaca. Pero las nodrizas que crían a estos niños deben privarse de todo alimento salado, picante y de gusto muy vivo; beberán al día muchos vasos de tizana hecha con raíz de malvavisco, arroz, cebada y avena y otros farináceos también muy útiles en estos casos . Se notará si la nodriza, por falta de leche, se ha visto en la necesidad de darles alimentos sólidos, medio masticados o frutas poco maduras…»  

A finales del siglo XIX comenzaron a aparecer en el país libros sobre el embarazo, el parto, la lactancia y los cuidados del recién nacido, que advertían sobre las bondades del amamantamiento. También describían las características que debía tener una buena nodriza. La fortaleza de la postulante era clave. Mejillas rozagantes y algunos kilitos de más eran señales de buena salud. También la procedencia importaba en algunos lugares, donde las negras, las mulatas o las italianas cotizaban en alta. El estado civil también podía inclinar la balanza. José Ortiz Herrera, autor de la primera tesis sobre Puericultura, presentada en 1871, comentaba: «Aunque las nodrizas casadas ofrecen más garantías de orden, de conducta y de tranquilidad de espíritu, deben no obstante preferirse las solteras madres, sobre las que se puede ejercer vigilancia más completa y no hay que temer las exigencias de un marido que frecuentemente viene a explorar a la familia». Y al referirse a las amas de leche, decía: «son exigentes, indomables y, prevalidas de la necesidad de sus servicios, explotan la ternura de los padres. Y si estos rehúsan a satisfacer hasta sus caprichos más ridículos, son siempre los desgraciados niños las víctimas de su despecho y su maldad».

Un dato increíble y curioso, en la exposición de la Sociedad Rural, donde los ganaderos exhibían con orgullo el pedigree de sus animales, en 1907 y 1908, la Liga Argentina contra la Tuberculosis instituyó «concursos de lactantes», para «premiar a las madres que presentaban los mejores ejemplares de la lactancia materna». En una de las entregas de estos galardones, el doctor Emilio Coni, director de la Asistencia Pública, destacaba: «A menudo llevamos a cabo grandes exposiciones rurales donde se adjudican premios a los hacendados que ponen todo su empeño en mejorar las razas de caballos, lanas o vacunos, ¿por qué entonces no se habrían de llevar a cabo concursos de niños para mejorar la raza humana?».

En 1908 se creó también el Servicio de Protección de la Primera Infancia, con una oficina de Inspección de Nodrizas, que se encargaba de evaluar la salud de las postulantes procurando descartar la presencia de sífilis y tuberculosis, examinar microscópicamente la leche y efectuarle un examen médico al hijo de la nodriza. Sin embargo, la práctica tenía ya sus días contados. Los avances en la conservación de la leche animal, coronados con la implementación generalizada de la pasteurización, facilitaron la sustitución de la leche materna y el declive de las nodrizas. Recién a principios del siglo XXI, la concientización de lo insustituible de la leche materna humana derivó en un aumento de las campañas de lactancia y, desde mayo de 2007, con la inauguración del Banco de Leche Humana Pasteurizada del Hospital San Martín de La Plata en el surgimiento de «las amas de leche del siglo XXI».

Mabel Alicia Crego email
  Docente de Barracas

Fuentes:

  • «Nociones sobre el cuidado de los niños, aparecido en el Seminario de Agricultura, Industria y Comercio entre los años 1802 y 1807», Aurelia Alonso, publicado en la prensa médica Argentina, el 25 de septiembre de 1945
  • «De nodrizas y parteras» Alejandra Correa, Revista todo es Historia febrero 1997
  • «Estudios en antropología, sociología, historia y folklore» Miguel Acosta Saignes
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