Guillermo Barrantes – Copia Fiel II

Guillermo Barrantes - Mónica - Copia Fiel I
Guillermo Barrantes – Mónica – Copia Fiel II

El vecino y fotógrafo Lerner accedió una tarde a regalarme un poco de líquido revelador, detenedor y fijador, que él mismo cargó en unas botellitas de vidrio color caramelo de alcohol fino que le llevé de casa. El negativo había sido revelado años antes en Lutz Ferrando y mi mamá desconocía quien podría haber tomado aquella última foto que aparecía algo desenfocada. En el baño chico oscurecí la ventana con una pesada lona desde afuera, y comencé mis primeras pruebas haciendo copias de contacto. Falle tantas veces que estuve a punto de abandonar. Mi error era usar la misma pinza en las diferentes bandejas; de esa forma con el detenedor, anulaba el efecto del revelador. Eso me lo explicó Lerner, quien una semana después volvía a llenar mis tres botellitas. En esa oportunidad no quise dejar cabos sueltos por lo que espere que se hiciera noche y cuando ya no se filtraba ninguna luz por la ventana ni por la hendija bajo la puerta, volví a intentar hacer el trabajo.

Fue la primera copia que hice por mi cuenta y me salió bien. La alegría de aquél instante al ir descubriendo como la imagen se asomaba casi mágicamente dentro de la cubeta del revelado no supe si atribuirla a mi pequeño éxito personal tras haber experimentado sólo, en ese laboratorio improvisado, o porque después de tanto tiempo desde una vereda soleada  Mónica me miraba sonriente mostrando para la posteridad esos dos hermosos y blancos paletones.

Entre las muchas fotos en blanco y negro que hoy conservo en una caja de cartón, figura aquella copia de contacto nacida de un negativo 127, algo fuera de foco – no por la copia sino por su original-  tal vez presagio de cómo se irían diluyendo aquellos tiempos. Verla me basta para reconocer y recordar no sin nostalgia aquel verano. Muchas cosas cambiaron, algunas tanto que ya ni existen; la terracita y la escalera caracol desde la cual yo la espiaba fueron demolidas, la casa de mis padres fue vendida por lo que a veces evito pasar por aquella calle cuando visito Buenos Aires porque me provoca tristeza, a Luján nunca regrese  así que mirado en forma objetiva alguien podría decir que hoy solo retengo de Mónica aquella imagen añeja ignorando que habrá sido después de su vida.

En parte es cierto, todo aquel particular verano no sería hoy más que una mezcla de memorias algo borrosas, casi diluidas, salvo – claro – por esa pequeña primera copia que permanece fiel y me permite desgajar ese momento particular de mi pasado.

Pero después de todo aprendí correctamente las lecciones del fotógrafo Lerner y las generalice para otros aspectos de la vida. Así se fracase una y otra vez uno debe volver a insistir ya que aunque no siempre visibles muchas cosas permanecen latentes para sernos reveladas cuando se conjugan esos pequeños detalles para algunos sin importancia.

Tanto en la fotografía como en el amor, no solo basta con disponer de los elementos necesarios, también hay que saber como usarlos, cómo debe ser un entorno adecuado y cuando es el momento más propicio.

Transcurridos  más de cuarenta años de aquel entonces la copia se mantiene intacta, no ha virado al sepia, la imagen es la misma y se conserva en excelentes condiciones… como mis sentimientos.

Guillermo E. Barrantes [email protected]
Recuerdos de Buenos Aires, 2002

 

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