GENERAL MANUEL BELGRANO – 250 años de su nacimiento – 200 años de su fallecimiento

GENERAL MANUEL BELGRANO - 250 años de su nacimiento

Una familia solvente, un padre inmigrante, una juventud privilegiada estudiando en Europa, un revolucionado de mayo, creador de la bandera y un general justo y comprometido. Una nota homenaje de Mabel Crego al haberse cumplido, el 3 de junio, 250 años de su nacimiento y, el 20 de junio, 200 años de su muerte. #ManuelBelgrano #MabelCrego
Mabel Alicia Crego
Vecina de Barracas
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Edificio CalmerEl 3 de junio de 1770, nació Manuel José Joaquín del corazón de Jesús, en la casa paterna en la actual Av. Belgrano 432, demolida en 1909, hoy se encuentra allí el Edificio Calmer, todavía se puede ver una de las placas recordatorias que van desapareciendo, con la modernidad.

En 1770, la casa de los Belgrano era una de las residencias más importantes de la gran aldea. Solo a una cuadra de la aduana vieja, donde el padre de Manuel, cuyo nombre era Domingo Belgrano y Peri (en español Pérez), trabajaba como contador. Muy cerca del Convento de Santo Domingo donde su hermano, Domingo Belgrano, ofrecía misas a los habitantes de la aldea.

El joven Belgrano, jugaba con amigos de su primo Juan José Castelli, 6 años mayor que él (sus madres eran primas hermanas), luego estudió en el Colegio de San Carlos, hoy Colegio Nacional Buenos Aires.

En 1786, sus padres decidieron viajar a España, junto a Manuel, Francisco y algunos de sus hermanos más pequeños, aprovechando el viaje de su cuñado José María Calderón de la Barca, casado con su hermana María Josefa, que vivía en Madrid.

Allí Manuel vio la oportunidad de acercarse a autores ingleses, franceses e italianos, de economía política, y tradujo varios trabajos. Estudió en las Universidades de Salamanca y Valladolid. Se graduó de bachiller en leyes primero y luego en 1793 se recibió de abogado.

Pero las ideas de libertad, igualdad y propiedad fueron llenando su corazón y al año siguiente de recibirse vuelve a Buenos Aires.

Solo con 23 años, asumió como primer secretario del Consulado. Desde allí se propuso fomentar la educación de la mujer y capacitar a la población para que aprendiera oficios y pudiera aplicarlos en beneficio del país.

Creó escuelas de dibujo, de matemáticas y náutica.

En 1806 durante las invasiones inglesas, se incorporó a las milicias criollas para defender la ciudad.

A partir de entonces, compartirá su pasión por la política y la economía con una carrera militar que no lo entusiasmaba demasiado. Pensaba que podía ser más útil aplicando sus amplios conocimientos económicos y políticos. Cumplió un rol protagónico en la Revolución de Mayo y fue nombrado vocal.

Se le encomendó la expedición al Paraguay. En su transcurso, el 27 de febrero de 1812 creó la bandera, algo que le valió la reprimenda del Primer Triunvirato.

En el Norte encabezó el heroico éxodo del pueblo jujeño y logró las grandes victorias de Tucumán (24 de septiembre de 1812) y Salta (20 de febrero 1813). Luego vendrán las derrotas de Vilcapugio (1º de octubre de 1813) y Ayohuma (14 de noviembre 1813) y su retiro del Ejército del Norte.

En 1816 participará activamente en el Congreso de Tucumán.

Como premio por los triunfos de Tucumán y Salta, la Asamblea del Año XIII le otorgó a Belgrano 40.000 pesos oro. Don Manuel lo destinará a la construcción de cuatro escuelas públicas ubicadas en Tarija, Jujuy, Tucumán y Santiago del Estero. Belgrano redactó además un moderno reglamento para estas escuelas que decía, por ejemplo, en su artículo primero, que el maestro de escuela debe ser bien remunerado por ser su tarea de las más importantes de las que se puedan ejercer. Pero lamentablemente, el dinero donado por Belgrano fue destinado por el Triunvirato y los gobiernos sucesivos a otras cosas y las escuelas nunca se construyeron.

Manuela Mónica del Corazón de Jesús Belgrano
Manuela Mónica del Corazón de Jesús Belgrano

En Tucumán se enamoró de María Dolores Helguero, una damita de 18 años de la mas opulenta sociedad tucumana, con quien tuvo una hija, Manuela Mónica del Corazón de Jesús Belgrano, pero los padres de la muchacha no le permitieron que se casara con él, la casaron con un catamarqueño muy acaudalado de apellido Rivas.

Muy enfermo regresa a Buenos Aires a su casa natal en la calle Belgrano.

Relata Cumbay en Últimos días del General Manuel Belgrano:

Días enteros permaneció en su lecho, en la misma habitación donde naciera, atendido por sus hermanos, entre ellos el canónigo don Domingo Estanislao, y la dulce Juana, que le hizo de madre.

Iban a verlo muchos amigos de la juventud y casi todos los vecinos. Uno de ellos, Juan Súllivan, que era médico, tocaba el clavicordio, para distraerlo.

Lo llevaron unos días a San Isidro, frente al río, pero fue necesario regresar pronto a la ciudad. A medida que los signos de su hidropesía aumentaban, se le demacraba el semblante. Su hermoso rostro, su color sonrosado, su nariz fina y recta, con la lumbre mansa de sus ojos claros y el rizado de los cabellos rubios se habían transformado por completo. Sólo los ojos eran los mismos, aunque más mansos, velados a veces por una cortina de lágrimas.

Solo dormía dos o tres horas, las tardes las pasaba en su sillón poltrona, mirando en el patio, un pedacito del cielo de su Buenos Aires.

Se anunciaba una invasión de santafesinos de López.

Fue a verlo Lamadrid y lo encontró ‘bastante agobiado’. Le devolvió… ‘los apuntes de mis campañas‘, que había escrito en Fraile Muerto en el año 1818 por orden suya.

La pobreza amargaba sus días finales. El gobernador interino, Ramos Mejía, lo socorrió con unos pesos, para poder pagar sus deudas, solicitó Belgrano que se le diera otra cantidad mayor a cuenta de sus haberes. El gobernador pasó su solicitud a la Junta de Representantes. Pero los hombres que la formaban tenían entonces preocupaciones de mayor importancia y no disponían de mucho tiempo para gastarlo en atender al hombre de Mayo, que moría lentamente en la pobreza. Hicieron a un lado la solicitud.

Llegó Balbín su buen amigo, de Tucumán, unos días antes de que muriera.

-Amigo –le dijo Belgrano-, mi situación es cruel. Me hallo muy malo. Duraré muy pocos días. Espero la muerte sin temor, pero me llevo al sepulcro un sentimiento…

-Dígamelo usted, si puede saberse…

-El de que muero tan pobre que no tengo con qué pagarle el dinero que usted me prestó, aunque no lo perderá.

El gobierno me debe algunos miles de pesos, y luego que el país se tranquilice, se los pagarán de mi albacea, quien queda encargado de satisfacer la deuda.

Balbín estaba ya casi tan pobre como su amigo”.

Belgrano dictó y firmó su testamento veinticinco días antes de morir, el mismo en que se cumplía la primera década de la Revolución.

En él encargaba a su hermano, en secreto, que una vez pagadas todas sus deudas, aplicara el sobrante al cuidado y educación de la hija que dejaba en Tucumán, Manuela Mónica, que fue luego “dechado de virtud y amabilidad, tan semejante a su padre en la fisonomía como en la dulzura de su carácter”, según los Apuntes del general Ignacio Álvarez Thomas, escritos en 1846.

reloj de Manuel BelgranoRegaló su reloj de oro al doctor Redhead: “Es todo cuanto tengo que dar a este hombre bueno y generoso”.

El 19 de junio dio un beso a su hermana Juana, para pagarle sus amorosos desvelos y en la mañana del día siguiente a las siete, expiró suspirando: «¡Ay, Patria mía!…» el 20 de junio de 1820, con tan solo 50 años. Se anunciaba una invasión «…del santafesino Estanislao López, la anarquia y las revoluciones políticas asolaban Buenos Aires, el día de su muerte hubo 3 gobernadores y solo un periódico ‘El despertador filantropico dirigido por el padre Castañeira’ dio la triste noticia«.

Hecha la autopsia de su cadáver, se comprobó con asombro que “el corazón era más grande que el del común de los mortales”, lo que debía ser uno de los efectos de su enfermedad.

«Se lo amortajó con un hábito de Santo Domingo, pues así lo dejó expreso en su testamento, y en un féretro de madera de pino, recubierto de tela negra, lo llevaron a pulso sus hermanos y algunos pocos amigos la media cuadra que distaba su casa del convento dominico.

De allí, a la entrada de la iglesia, al pie de la pilastra derecha del arco central, le cavaron la fosa. Una losa de mármol blanco, trozo de la cubierta de una cómoda que había pertenecido a la madre, lo cubrió con la leyenda: Aquí yace el general Belgrano”

Mabel Alicia Crego
Vecina de Barracas
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