El Agua en la Época Colonial – 1ra. Parte por Mabel Crego

En la época de la colonia (1810) el agua provenía de los arroyos llamados Terceros, de lugares distantes de Buenos Aires y, la mayor, parte se extraía de las orillas del Río de la Plata. En las casas, había pozos pero el agua resultaba muy mala, salobre y con frecuencia contaminada; los aljibes escaseaban, no solo porque su construcción era costosa, sino porque no podían tener semejante comodidad más que las casas con azotea y éstas eran poco numerosas, porque la mayoría de las casas estaban cubiertas de tejas.

No quedaba, pues, otro remedio que beber y guisar con agua del río, y esa era la que se usaba, comprándola a los aguateros.

El agua, debía dejarse reposar antes de beberla, hasta que se posaba en el fondo de los tinajones el barro venia disuelto en el fondo; se utilizaban filtros de barro cocido (tal como los que se usan hasta el día de hoy en el Delta en el Tigre, o en las provincias), que filtraban las impurezas por los sedimentos que contenía el agua del Río. 

Mabel Crego - El AguaEra el único modo de depuración conocido, consistía en sacar las basuras que el agua traía en suspensión. Se colocaba en tinajas, allí se dejaba unas horas para que decantase la arcilla que traía en suspensión, algunos le agregaban allí una pizca de alumbre para su clarificación y, un dato curioso, dice el historiador Moreno que a veces colocaban una pequeña tortuga de agua en el fondo de la tinaja.

Las niñas recogían el agua de lluvia para poder lavarse el pelo y en los barrios más pobres era el único medio que tenían para bañarse utilizando jabones hechos de sebo.

Pese a todo, el agua se consideraba «buena para la digestión». 

Concolorcorvo, seudónimo de El Lazarillo de Ciegos Caminantes, visitó Buenos Aires en 1773, e hizo una serie de observaciones, entre otras materias sobre el aprovisionamiento del agua del Río de la Plata. Afirmaba que, si bien era turbia, dejándola reposar en grandes tinajones se clarificaba y era excelente. Pero, a continuación, criticaba a los negros aguadores que tomaban el líquido «que a la bajada del río queda entre las peñas, en donde se lava toda la ropa de la ciudad, y allí la recogen los negros por evitar la molestia de internar a la corriente del río». Le causaba tal fastidio ver «maniobra tan crasa», hecha repetida veces, que «desde entonces sólo bebe de la del aljibe que tiene en su casa don Domingo de Basavilbaso, con tales precauciones y aseo que puede competir con los mejores de Europa». El capitán Juan Francisco de Aguirre, también tacha a los negros aguateros de negligentes en la toma del agua e insinúa como causa su inclinación a mantenerse en las cercanías de las lavanderas.

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La crítica a las lavanderas es, en cierto modo, confirmada por el relato que Mariano Somellera hace en sus memorias, cuando fuga por el río, junto con el general Paz, con otros opositores al gobierno de Rosas. Entre las dificultades a sortear incluye «las toscas de la ribera que estaban empapadas con agua con jabón hacían imposible una marcha ordenada así como también los numerosos pozos de lavanderas que allí habían».
 
La gente más pobre, «las clases más bajas», especifica Woodbine Parish, están obligadas a depender de los aguadores ambulantes que, a ciertas horas del día, «se ven holgazanamente recorrer las calles con grandes pipas que llenan en el río, sostenidas sobre las monstruosas ruedas de las carretas del país y tiradas por una yunta de bueyes; artefacto pesado y costoso difícil de manejar que hace que el agua cueste mucho aún estando a un tiro de piedra del río más caudaloso del mundo». No obstante, ante la carencia de aljibes, la única solución era aceptar los servicios de «aguateros» que sacaban agua  del Rio de la Plata y la repartían en las viviendas que no tenían este tipo de comodidad.

Las carretas de aguatero eran una de las cosas típicas de la ciudad, que más llamaban la atención de la gente forastera. Tenían tres largos tirantes de los cuales el del centro sobresalía bastante de los otros: estos tirantes estaban unidos por medio de clavijas de madera a otros dos, que los cruzaban en sentido perpendicular. Este armazón, que constituía el plano del carro, descansaba sobre un eje grueso y robusto, a cuyos dos extremos estaban sujetas las ruedas ocho y a veces nueve pies de altura, sobre el carro, se colocaba un gran pipón, en cuya parte posterior y cerca del borde inferior estaba colocada una gran canilla (una larga manga de cuero que partía del punto que más tarde ocupó la canilla, y que, para evitar que el agua se derramase, iba sujeta en un clavo en la parte superior del pipón). Este pipón iba sujeto al plan del vehículo por cuatro grandes estacas en los extremos; unía las dos estacas delanteras una cuerda sosteniendo una campana, cuyo sonido anunciaba el paso del aguador. En el extremo del más largo de los tirantes del armazón, y atado fuertemente con correas, había una especie de yugo al que se uncían los dos bueyes que tiraban de la carreta: entre los dos animales se sentaba el aguatero, y por medio de la picana, o bien golpeándoles las astas con una macana, avivaba el paso de los pobres animales, sujetos a una fatiga abrumadora y cuyos sufrimientos hacían más dolorosos, la barbarie de sus rudos conductores.
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En la construcción de estas famosas carretas, no se utilizaba nada de hierro: eran, todas ellas, de maderas duras del Paraguay, y el agua se vendía por canecas, que eran una especie de baldes también de madera, con una gran asa de cuero, durante mucho tiempo los aguateros cobraron medio real plata por cada cuatro canecas. Estos carros trabajaban afanosamente durante todo el día, menos en el verano, en cuya estación solo se les veía por la mañana y al atardecer.

El Riachuelo siempre existió, era un desagüe natural de la pampa húmeda. En aquellos años no estaba contaminado como lo está actualmente. 

A fines del siglo XIX y a lo largo del siglo XX, se establecieron en sus márgenes, frigoríficos y curtiembres, que vertían en sus aguas los desechos de la producción, contaminando sus aguas con residuos orgánicos y con productos químicos altamente tóxicos.

Desde la época de la fundación del Buenos Airess, el Riachuelo era el «puerto» natural de esta ciudad, si bien el Riachuelo (es un diminutivo peyorativo) era el lugar donde los barcos podían fondear a resguardo de los vientos de la zona. Durante las invasiones inglesas, fue destruido el puente de Gálvez para evitar, y hacer más lento, el avance de las tropas inglesas (desembarcaron en el área de lo que hoy es el partido de Quilmes) en su viaje a la plaza mayor.

Los baños no eran muy frecuentes en la época colonial, en las casas más acomodadas consistían en una tina de madera que trasladaban a un cuarto cerrado de la casa, a la cual llenaban con agua caliente del fogón las criadas negras, utilizaban jabones perfumados, traídos de Europa, con la misma agua se bañaban el padre, la madre, los hermanos, (por orden de edad) y luego hasta los sirvientes, luego la arrojaban al huerto para regar las hortalizas del tercer patio.

Cuenta Carlos Pellegrini que los baños en el Río de la Plata eran habituales en la ciudad colonial, ya que los baños en las casas eran prácticamente imposibles debido la escasez de agua y al precario sistema de cloacas, por eso el río era una de las diversiones favoritas de los habitantes de la época en verano.

Mabel Crego - El agua

Existía la costumbre de que las señoras de la clase «decente» esperaran para ir a disfrutar de los baños del río hasta el 8 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción de la virgen, en que los padres franciscanos y dominicos se bañaban para bautizar las aguas del río.

Desde diciembre a marzo la costa del río se convertía en playa, a la que concurrían todas las clases sociales.

Dice «Mister Love» primer cronista inglés, que durante el primer período revolucionario, las ordenanzas policiales prohibían los baños mixtos, pero las reglas nunca fueron respetadas.

Las mujeres de la elite porteña se bañaban con vestidos sueltos de muselina que tenían debajo de sus trajes de calle, antes de entrar al agua se despojaban de sus pesados trajes que dejaban al cuidado de esclavas. Mucha gente, y familias enteras, iba al río desde la mañana hasta la noche, los comerciantes lo hacían después de cerrar sus tiendas al anochecer. Muchas familias se sentaban en el pasto y esperaban a la noche para entrar al agua dejando sus pertenencias al cuidado de las sirvientas negras, luego del baño se sentaban a comer fiambres y vino hasta la medianoche, disfrutando del viento fresco del río.   

A pesar de los peligros que implicaba salir a esas horas de la noche, y la penumbra en que se vivía, el pudor era muy fuerte. Los criterios moralizantes de esa época hicieron que el virrey Cisneros dictara un «Auto de Buen Gobierno» en 1809. Según éste, se prohibía bañarse en los sitios que estaban a la vista del Paseo del Bajo, y sólo se podía hacer de noche, «observando decencia, quietud y buen orden». Todo esto era debido a «el exceso que se comete en los baños públicos, en la ribera del río».

Un estilo de vida, muy diferente al actual, que nos hace pensar las dificultades del pasado, mientras que hoy, solo debemos girar una canilla, para obtener el preciado liquido!

FUENTES:
1. MORENO, LUIS ALBERTO. «Buenos Aires criolla 1820-1850» – Centro editor de América Latina.
2. WILDE, JOSÉ A. «Buenos Aires desde 70 años atrás».
3. Una Revista de Buenos Aires» (Nº 13, diciembre de 2001)
4. «Historias de la Ciudad – Una Revista de Buenos Aires» (Nº 17, Septiembre de 2002))
5. PILLADO, Antonio, Diccionario de Buenos Aires o sea Guía de Forasteros. Buenos Aires. Imprenta del Porvenir, 1864.
6. «Historias de la Ciudad – Una Revista de Buenos Aires» (Nº 17, Septiembre de 2002)
7. «Historias de la Ciudad – Una Revista de Buenos Aires» (Nº 18, Diciembre de 2002)
8. «Historias de la Ciudad – Una Revista de Buenos Aires» (Nº 12, Noviembre de 2001)
9. «Historias de la Ciudad – Una Revista de Buenos Aires» (N° 20, Abril de 2003),

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7 COMENTARIOS

  1. MUY BUENA LA INFORMACIÓN. LA ESTOY UTILIZANDO EN ESTOS MOMENTOS PARA PREPARAR LAS ACTIVIDADES DEL 25 DE MAYO DE 1810, PARA MIS ALUMNOS. GRACIAS POR COMPARTIRLA!!!

  2. que buena informacion esta muy bien explicada hasta mi hermano de 9 años lo entiende,yo soy estudiante y gracias por compartir esta informacion,seguro quien lea esta informacion y este comentario seguro diria: «wow esta persona que creo esta pagina ayuda muchisimo a la gente que no entiende algo»,tengo 14

  3. Muchas gracias Diego por tu comentario, me alegra que la lectura sea clara para poder llegar a todos, niños y adultos. Aprecio tus palabras!

  4. Muchas gracias Monica por leer mis articulos. Gracias por tus palabras! Me enorgullece saber que las notas son tan apreciadas por los docentes. un cordial saludo

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