Dictadura militar en Argentina: «es fundamental recordar para no repetir»

por Enrique Oscar Corsiglia Acevedo
por Enrique Oscar Corsiglia Acevedo

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En marzo del año 1975, en la  ciudad de Rosario vivía un joven de 25 años con inquietudes políticas, abocado con energía a su trabajo, apasionado por la lectura y con curiosidad por todo tipo de conocimientos.

Como era de esperarse, con esas características, no podía sustraerse a la situación que vivía su país.

Es así que, como el resto de la población, advertía que la situación estaba cambiando cualitativamente a su alrededor.

Ataques a cuarteles, bombas y asesinatos como el de Aramburu, Vandor, Rucci, por falta de “olfato” político, aceleraron la irrupción de quienes terminaron, a su vez, abusando de su poder de manera criminal utilizando el aparato del Estado como no había sucedido en ocasiones anteriores.

Los militares se impusieron llegando a las desapariciones, torturas y homicidios con el objeto de obtener información que permitiese acabar rápidamente con las fuerzas contrarias, pero también – simultáneamente- “disciplinar a partidos políticos, sindicatos y a todo aquel que tuviese la osadía de reclamar ‘algo’ como derecho u opinión».

Afortunadamente, el padre de este joven, apolítico pero muy conectado por su condición de gerente de una importante institución bancaria, recibió información de que era conveniente y oportuno que su hijo pusiera -momentáneamente- distancia física con su país.

Esa advertencia se hizo común entre quienes -a ojos de las fuerzas del orden- se hallaban en situación semejante dando lugar a un éxodo selectivo de militantes de partidos de izquierda, intelectuales y artistas opuestos al “golpe”, familiares y amigos de las víctimas.

Es así como, cual nómade, viajé a España, Holanda, Bélgica, Francia y finalmente a México lugar donde pude continuar ganándome la vida en el exilio, lidiando con la nostalgia y el dolor que me provocaba la ausencia de los afectos familiares; pudiendo -al fin- regresar en 1983 tras el restablecimiento de la democracia con Raúl Alfonsín.

Es por todo esto que hoy considero que la suma de lo vivido me permite aconsejar a quienes lleguen mis palabras: “Es fundamental recordar para no repetir

por Enrique Oscar Corsiglia Acevedo
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1 COMENTARIO

  1. Valoro y celebro el aporte de Enrique Oscar Corsiglia Acevedo. Es muy claro y coincido con él cuando dice: «…el resto de la población, advertía que la situación estaba cambiando cualitativamente a su alrededor.
    Ataques a cuarteles, bombas y asesinatos como el de Aramburu, Vandor, Rucci, por falta de “olfato” político, aceleraron la irrupción de quienes terminaron, a su vez, abusando de su poder de manera criminal utilizando el aparato del Estado…»
    Más de diez años mayor que él, desde 1972 trabajaba yo en un laboratorio extranjero y era delegado gremial y también viví sobrecogido varios meses, y más aún. Vi y escuché en los años previos los asesinatos a mansalva: a cualquier persona de uniforme, de cualquier jerarquía, secuestros por doquier, y otros vandalismos. Los «jóvenes idealistas», simples delincuentes, ya habían sido echados por el mismo Perón. No obstante, siguieron con aquello de «cuanto peor, mejor» hasta que la sociedad toda deseaba terminar con esa situación. Tanto, que hasta desde la Presidencia de la Nación se ordenó mediante el Decreto 2772 https://www.resdal.org/caeef-resdal/assets/argentina—-decreto-2772-del-6-de—octubre-de-1975.pdf “…a efectos de aniquilar el accionar de los elementos subversivos en todo el territorio del país…”, terminar con esa delincuencia, firmado, entre otros funcionarios, por el abuelito del actual Jefe de Gabinete de Ministros.

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