La Bandera del Ejército de los Andes por Mabel Crego

LA BANDERA DEL EJÉRCITO DE LOS ANDESLas historias más interesantes son las más sencillas, aquellas donde los próceres de nuestra historia, salen del bronce y nos muestran sus debilidades y fortalezas. Las mujeres también dejaron su impronta en la historia, pero sus huellas muchas veces son olvidadas.

El General San Martín ya estaba finalizando la organización del Ejercito de los Andes, en la provincia de Mendoza, cuando recibió la comunicación oficial de la declaración de la Independencia de las Provincias Unidas, en Tucumán.

Así comprendió, que era el momento oportuno para que sus tropas, de más de 5000 hombres, tuvieran un estandarte propio, que conservaría los colores que el General Manuel Belgrano tan brillantemente eligiera y que también fueran adoptados por la soberana Asamblea del año XIIl.

Fue en la humilde capital Mendocina que las damas patricias dejaron su huella en nuestra historia. Eran momentos de gran patriotismo y las mujeres cuyanas participaron en todo lo que estuvo en sus manos.

Confeccionaban y teñían los azules uniformes de los granaderos. Preparaban y secaban al sol quemante de enero, “charque” que el ejército llevaría, para pasar las altas cumbres, sembraban cebollas y ajos que ayudarían a las tropas a no apunarse, cosían pieles por dentro de las chaquetas de los soldados.

Implementaron unas novedosas coberturas con bayeta para las mulas y los caballos, le adherían por dentro a las botas de los granaderos, una tela que se fabricaba en telar en la provincia de San Luis que era muy calida. También prepararon ponchos y cuanto abrigo pudiesen inventar, para mantener caliente, a esos valientes patriotas. Pero por sobre todo, entregaban sus hijos a la patria.

Las damas de la elite mendocina donaron  sus joyas y también a sus esclavos.

Los hombres entre 16 y 65 años se alistaban en los distintos batallones, para engrosar el ejército que hábilmente se instruía en el campamento del Plumerillo.

El Jefe de talleres fue el  fraile, Luis Beltrán, desde la maestranza fundía balas, sables, fusiles, municiones, cañones y hasta fabricó pólvora, invento carros (plegables) para trasladar los pesados cañones, puentes colgantes que se enrollaban, para pasar los picos de mas de 5000 mts de altura.

Engordó las mulas y caballos y fabricó y colocó herraduras. Además invento unos sistemas de poleas para pasar los precipicios con los cañones. Todos estos trabajos le produjeron sordera.

La sanidad del ejército estaba en manos del cirujano inglés james Parossien.

El coronel Álvarez Condarco se encargo de realizar los planos de los distintos cruces de la Cordillera de los Andes.

Cuando ya casi todo estaba preparado, la bandera de los andes nació como un reto.

En la cena de la navidad del año 1816 después de los postres se  brindó por la patria, el general San Martín, expreso el deseo de que el ejército de los Andes tuviera su propia bandera, realizada por las damas de Mendoza antes del 5 de enero de 1817.  

Las damas eran fervientes patriotas y aceptaron gustosas el reto. Inmediatamente Dolores Prats, Margarita Corvalan Mercedes Álvarez y Laureana  Ferrari de Olazábal, se comprometieron a cumplir el deseo del General y esa misma noche, todos  empezaron a diseñar el modelo. 

Al día siguiente salieron junto a Remedios a buscar la seda necesaria, pero no encontraron los colores adecuados.

En una tienda de la calle mayor, hallaron una seda, pero el color le pareció demasiado azul a San Martín.

Tampoco consiguieron seda de color piel para bordar las manos del escudo. Las damas recorrieron varias tiendas de Mendoza sin encontrar lo que buscaban y el General las apremiaba, con que necesitaba la bandera para el próximo día de reyes.

Ya resignadas a no encontrar lo buscado y por milagro, hallaron en una humilde tiendita de las inmediaciones de la ciudad, en la callejuela que llamaban “del cariño botado” muy cerca de San Vicente (hoy Godoy Cruz), la preciosa tela color azul cielo, como quería el libertador.

Aunque no era seda, sino sarga, tenía un lustre que le daba un aspecto muy bonito. La compraron rápidamente, sin discutir el precio, juntamente con otra de color blanco, de igual calidad y regresaron muy contentas a la casa a iniciar los trabajos de costura y bordado. 

El óvalo fue dibujado sobre la tela, con una bandeja de plata que ingeniosamente tomo Dolores Prats del comedor  y parte de la seda roja usada para bordar el gorro frigio, fue hervida con agua y lejía hasta que se decoloro lo suficiente como, para bordar las manos con un “pasable color piel”.

Remedios sacó varias cuentas de su collar de perlas que fueron colocadas en el sol, Narcisa Santander desarmó una gargantilla de 342 pequeños diamantes de primera agua que fue bordándolos de a tres en cada hoja de laurel.

Margarita Corvalán puso sus aros de topacio en cada ojo del sol.

Colocaron en los 32 rayos, que salen del sol lentejuelas de oro del abanico de Laureana Ferrari de Olazábal y para darle mas brillo y esplendor colocaron pequeños diamantes de un anillo de Mercedes Álvarez.

La señora Olazábal agregó también, de una roseta de diamantes de su madre, varias gemas con engarce para adornar el óvalo y el sol del escudo.

A las  dos de la mañana del 5 de enero de 1817  todas se arrodillaron frente al crucifijo del oratorio, para agradecer haber terminado la bandera en el tiempo establecido. Pidiendo que aquella enseña de la patria, fuera acompañada siempre por la victoria.

Ese mismo día a las 10 de la mañana agotadas por el cansancio y casi sin dormir, acudieron a la ceremonia,  donde una multitud de patriotas se encontraban esperando el acto más importante que tuvo el ejército de los Andes.

Desde la iglesia matriz ubicada en una de las esquinas de la Plaza Mayor, adornada de gallardetes y distintos decorados patrióticos, se realizo la bendición de la Bandera de los Andes, San Martín ofreció a la virgen del carmen su bastón de mando.

Luego de la ceremonia el libertador tomó la insignia patria e hizo jurar a todos sus soldados diciendo “soldados esta es la primera bandera independiente que se ha levantado en América”. Y la agitó tres veces en medio de un indescriptible júbilo de campanas, salvas, vivas y músicas. 

La festividad siguió todo el día y al caer la noche se iluminaron los edificios públicos y hubo bailes hasta la madrugada. 

Cuando el ejército se embarco hacia Perú, en Valparaíso, viajo con una bandera Chilena con tres estrellas agregadas, dejando la bandera a resguardo del gobierno Chileno.

La bandera tras estar varios años perdida, apareció en Chile y después de muchos inconvenientes, se la trasladó a Argentina  denominándola Bandera de los Andes.

Hoy podemos observarla en el “salón de la Bandera” en el vestíbulo del acceso principal de planta baja, del palacio de gobierno en Mendoza. 

Se encuentra protegida en una caja de vidrio revestido de mármol blanco sobre un pedestal de granito negro.

Es la bandera de guerra más antigua de la Argentina, que sobrevivió a las guerras y al terremoto de 1861 (fue rescatada de las ruinas).

Es custodiada por los granaderos del Regimiento de Infantería de Montaña 11, que tiene base en Tupungato. 

Mabel Alicia Crego – Maestra Secretaria email
Docente JIC 4 d.e. 6º

 

Fuentes de la recopilación histórica:

  • “Banderas Argentinas de la Independencia” de Ismael Bucich  Escobar, Buenos Aires 1941
  • “San Martín visto por sus contemporáneos”  José Luis Busaniche, Instituto Nacional Sanmartiniano Buenos Aires 1995
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